domingo, junio 23, 2013

Perry Anderson fue de esos historiadores que exigían una especial atención al leerlo.




En nuestra época de estudio, Perry Anderson (Londres, 1938) fue de esos historiadores que exigían una especial atención al leerlo. Cuatro libros eran obligados, a falta de dinero, hubo que recurrirse a la solidaridad. Un compañero lo compraba y seis u ocho compañeros lo pedíamos prestado para leerlo en dos días y pasarlo al compañero que seguía.

Todavía conservo el libro de las “Transiciones de la antigüedad al feudalismo” lleno de anotaciones propias y de mis compañeros. Los otros tres libros resultaron igualmente impresionantes “El Estado absolutista”; las “Consideraciones sobre el marxismo occidental “ y la bella confrontación con Thompson “Teoría política e historia. Un debate con E. P. Thompson “. Este último, si bien las simpatías eran para Thompson, con el paso del tiempo la admiración para Thompson no disminuyó pero Perry Anderson fue ganado cada vez más respeto.

Sin duda Anderson es uno de los principales pensadores marxistas contemporáneos, al que hay que leer TODA su obra. Este maestro en cada obra posee una sustancia interpretativa que hoy es extraña en las ciencias sociales, por lo menos costarricenses. Sin duda Anderson posee un trabajo magistral en sus distintos escritos, donde cada uno de ellos posee una destacada línea argumental, una profundidad conceptual y un destacado estilo para presentar los resultados.

En la década de 1990, en Costa Rica se fue perdiendo poco a poco la idea de análisis global que fue retomada por la historia ambiental y otras áreas consideradas marginales en cuanto cantidad de adeptos.

Así en esos años, la denominada nueva historia política privilegió en su renovación a su hermano, Benedict Anderson. Desde entonces hubo una tendencia que sobre- enfatizaba las comunidades políticas imaginadas y dejaba de la lado las problemátricas de cómo se construyó la clase dominante, el estado y la hegemonía.

Hoy por hoy, ante la urgencia de análisis problemáticas globalizadores, análisis interpretativos a gran escala y el cada vez más urgente retorno a la historia social comprometida, la lectura de Perry Anderson es más que urgente.

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