domingo, junio 23, 2013

Marc Bloch, Pierre Vilar: historiadores y ciudadanos


Un artículo que recuerda que la historia no es sólo historizar por historizar. La historia comprometida se abre paso entre aquellos que creen que la historia tiene al menos un propósito: servir al ejercicio de la ciudadanía crítica


Marc Bloch, Pierre Vilar: historiadores y ciudadanos

Arón Cohen, Rafael G. Peinado Santaella,
www.marcbloch.fr/



La Cátedra Antonio Domínguez Ortiz de la Universidad de Granada (Secretariado de Extensión Universitaria) ha programado una serie de cuatro conferencias, entre el 30 de marzo y el 25 de abril, sobre los historiadores Marc Bloch y Pierre Vilar. La primera, el jueves próximo a las 19h30 en la Facultad de Ciencias Políticas, correrá a cargo de Étienne Bloch, hijo del historiador.
Podrían darse muchas razones para abordar dentro de un mismo ciclo de conferencias distintos aspectos de las trayectorias de estos dos grandísimos maestros de la historiografía francesa que, por su influencia y prestigio, lo son también de la historiografía mundial. Marc Bloch (1886-1944) y Pierre Vilar (1906-2003) destacan como exponentes de dos de las más brillantes generaciones de historiadores que ha dado el país vecino. Ambos, cada uno desde sus campos de investigación y reflexión propios, hicieron aportaciones cruciales a la historiografía : a la historia entendida sobre todo como un modo de análisis , imprescindible para todo aquél que pretenda comprender las sociedades humanas y sus cambios. Pero, por otra parte, en las circunstancias que les tocó vivir, cada uno de ellos hizo de su coherencia intelectual un ejercicio de coherencia cívica.

Marc Bloch, el insigne medievalista, es el autor de Reyes y siervos (1920), libro del que la Editorial Universidad de Granada y el Servei de Publicacions de la Universitat de València acaban de coeditar una traducción española que será presentada al inicio de la conferencia de Étienne Bloch. El autor, entre otras obras, de Los reyes taumaturgos (1924), Los caracteres originales de la historia rural francesa (1931) y La sociedad feudal (1939-1940) fue, por otra parte, el soldado francés que se hizo acreedor a los reconocimientos y ascensos en la Gran Guerra ; el mismo que, a petición propia, volvió a ser movilizado en agosto de 1939 como capitán de estado mayor ; que, en julio de 1940, tras el armisticio e inmediatamente antes de su exclusión inicial (luego dejada en suspenso « por servicios excepcionales a Francia ») de la función pública, por su origen judío, por parte del régimen colaboracionista de Vichy, se negó a aceptar la capitulación ante la Alemania nazi y no tardó en militar activamente en la Resistencia. Detenido el 8 de marzo de 1944, sufrió la tortura a manos de la Gestapo y murió fusilado tres meses después.
Marc Bloch fue, con Lucien Febvre, el fundador de los célebres Annales , la revista desde la que ambos sentaron los principios de una decisiva renovación de los modos de « hacer » la historia : una historia-problema, que no puede concebirse sin un « cuestionario » bien pensado, pues los documentos sólo dan respuestas cuando se les interroga desde hipótesis de trabajo ; historia de las sociedades y los grupos sociales, permanentemente en búsqueda de las articulaciones cambiantes entre lo económico, lo social, lo político, lo mental, en lugar de encerrar estos diversos planos de las realidades humanas en compartimentos estancos.

Pierre Vilar puso al servicio de esta concepción de la historia una exigencia teórica absolutamente excepcional. El geógrafo que fue Pierre Vilar en sus comienzos se convirtió en el historiador de Cataluña en la España moderna (1962), una investigación inmensa sobre « los fundamentos económicos de las estructuras nacionales » : un ejercicio magistral de la « historia total » a la que consagró su larga carrera de historiador. Nunca abandonó su interés por Cataluña y por España, ya fuera en trabajos de enorme calado metodológico o en síntesis sugestivas como su pequeña Historia de España , tan esclarecedora todavía cuando está cerca de cumplir sus 60 años.

« Pensar históricamente » fue una práctica a la que Pierre Vilar se entregó hasta el final de su vida. Bajo ese título, en una última obra suya (1995, 1997), de reflexiones sobre sus propios recuerdos, leemos el siguiente comentario : « La evolución de la humanidad no ha conllevado, de momento, una adecuación correcta de la ciencia a la moral ». De momento , porque el historiador sabe bien que cualquier pretensión de dar por acabadas las evoluciones sociales es ideológica. Es el mismo tipo de análisis que subyacía en la pregunta que, siendo oficial del ejército francés, había dirigido a su captor alemán en 1940 : « En historia, señor coronel, ¿hay derrotas definitivas? ». No puede extrañar que Pierre Vilar reconociera en Marc Bloch al historiador de la generación precedente que le inspiraba, a la vez, « mayor admiración intelectual y mayor veneración moral ».

« Pertenezco – leemos en un texto escrito en circunstancias trágicas por Marc Bloch, en el verano de 1940 ( La extraña derrota ) – a una generación que tiene mala conciencia (...) No nos atrevimos a ponernos en la plaza pública, a ser la voz que grita (...) Preferimos confinarnos en la temerosa quietud de nuestros talleres. ¡Que nuestros menores nos perdonen la sangre que tenemos en las manos! ». Medio siglo después, la memoria autocrítica de Pierre Vilar sobre esa misma época no era más autocomplaciente : « no haber sabido » detectar con suficiente prontitud algunos signos o no haber captado toda la envergadura de sus consecuencias, es un reproche insistentemente expresado en las páginas de Pensar históricamente . Le produce, escribió, « vergüenza intelectual », y en algún caso llega a calificarlo de « ceguera criminal ». Más allá de los juicios morales, estas frases traducen la exigencia de una historia puesta al servicio del análisis científico de las sociedades.
Hace muy pocos días, un joven profesor de sociología de la Universidad de Chile, Manuel Guerrero Antequera, impartió en la Universidad de Granada una conferencia extraordinaria por varios conceptos. Su padre, profesor también y conocido opositor a la dictadura chilena, fue secuestrado y salvajemente asesinado hace veintiún años por agentes de la dictadura, cuando él era un adolescente de 14 : « (…) lo impensable (se refería al terrorismo de Estado) pasó. Había que pensarlo, hay que pensarlo ». Comprender por qué ocurrió puede no bastar para evitar nuevos dramas humanos, sobre todo si esa comprensión no se transmite y extiende suficientemente en las sociedades, pero es condición necesaria para ello.

De esta magnitud es el imperativo cívico de una ciencia verdaderamente social .





http://www.marcbloch.fr/L3-cycle-ES.htm

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