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lunes, octubre 27, 2014

Michel Foucault: la máxima aspiración del poder es la inmortalidad



tomado de http://www.lanacion.com.ar/1509936-michel-foucault-la-maxima-aspiracion-del-poder-es-la-inmortalidad



Esta entrevista inédita en español, que se incluye en El poder, una bestia magnífica, volumen que Siglo XXI publicará en octubre, da testimonio de la actualidad de las ideas del pensador francés, fallecido en 1984. La locura, el dominio y la sexualidad, en un diálogo que es, al mismo tiempo, un repaso de su trayectoria
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¿Por qué usted, sin ser antropólogo, se interesa más, desde un punto de vista filosófico, en la estructura de las instituciones que en los mecanismos evolutivos?
-Lo que trato de hacer -y siempre traté de hacer desde mi primer verdadero libro, Historia de la locura en la época clásica- es poner en tela de juicio por medio de un trabajo intelectual diferentes aspectos de la sociedad, mostrando sus debilidades y sus límites. De todas maneras, mis libros no son proféticos y tampoco un llamado a las armas. Me irritaría intensamente que pudiera vérselos bajo esa luz. La meta que se proponen es explicar del modo más explícito -aun cuando a veces el vocabulario sea difícil- las zonas de la cultura burguesa y las instituciones que influyen directamente sobre las actividades y los pensamientos cotidianos del hombre.
-La palabra clave de todos sus libros parece ser "poder", ya se lo entienda en el sentido de poder disciplinario, poder de la medicina mental o poder omnipotente de la pulsión sexual?
 
Foucault aseguraba en 1978 que le molestaba que sus libros fueran considerados proféticos: su meta era explicar las instituciones que influyen en la cotidianidad del hombre.. Foto: Jerry Bauer / opale / Dachary
-Está claro, procuré definir las estrategias del poder en ciertos ámbitos. Por ejemplo, Vigilar y castigar se inicia con un "teatro del terror", la puesta en escena espectacular que acompañaba las ejecuciones públicas hasta el siglo pasado. Se suponía que ese ceremonial clamoroso y carnavalesco en el cual la mano omnipotente de la justicia hacía ejecutar la sentencia bajo la mirada de los espectadores grababa su mensaje de manera indeleble en las mentes de éstos. Con frecuencia el castigo excedía la gravedad del delito, y de ese modo se reafirmaban la supremacía y el poder absoluto de la autoridad. En nuestros días el control es menos severo y más refinado, pero no por ello menos aterrador. Durante el transcurso de nuestra vida todos estamos atrapados en diversos sistemas autoritarios; ante todo en la escuela, después en nuestro trabajo y hasta en nuestras distracciones. Cada individuo, considerado por separado, es normalizado y transformado en un caso controlado por una IBM. En nuestra sociedad, estamos llegando a refinamientos de poder en los que ni siquiera habrían soñado quienes manipulaban el teatro del terror.
-¿Y qué podemos hacer?
-El punto en que nos encontramos está más allá de cualquier posibilidad de rectificación, porque la concatenación de esos sistemas ha seguido imponiendo este esquema hasta hacerlo aceptar por la generación actual como una forma de la normalidad. Sin embargo, no se puede asegurar que sea un gran mal. El control permanente de los individuos lleva a una ampliación del saber sobre ellos, el cual produce hábitos de vida refinados y superiores. Si el mundo está en trance de convertirse en una suerte de prisión, es para satisfacer las exigencias humanas.
-No sólo crítico, usted es, además, un rebelde.
-Pero no un rebelde activo. Jamás desfilé con los estudiantes y los trabajadores, como lo hizo Sartre. Creo que la mejor forma de protesta es el silencio, la total abstención. Durante mucho tiempo me parecieron intolerables los aires que se daban algunos intelectuales franceses y que les flotaban encima de la cabeza como las aureolas en algunos cuadros de Rafael. Por eso me fui de Francia. Me marché a un exilio total y maravilloso, primero en Suecia, donde dicté clases en la Universidad de Uppsala, y después en un lugar que es todo lo contrario, Túnez, donde viví en Sidi Bou Said. De esa luz mediterránea puede decirse sin lugar a dudas que acentúa la percepción de los valores. En África del Norte se toma a cada uno por lo que vale. Cada uno debe afirmarse por lo que dice y hace, no por lo que ha hecho o por su renombre. Nadie pega un salto cuando se dice "Sartre"?
-Ahora usted es aclamado como el lógico sucesor de Sartre?
-Sartre no tiene sucesores, así como yo no tengo predecesores. Su intelectualismo es de un tipo extremadamente inusual y particular. Y hasta incomparable. Pero el mío no es de ese tipo. No siento ninguna compatibilidad con el existencialismo tal como lo definió Sartre. El hombre puede tener un control completo de sus propias acciones y su propia vida, pero hay fuerzas capaces de intervenir que no pueden ignorarse. Para serle franco, prefiero la sensibilidad intelectual de R. D. Laing. En su ámbito de competencia, Laing tiene algo que decir y lo vuelca en el papel con claridad, espíritu e imaginación. Habla en función de su experiencia personal, pero no hace profecías. ¿Por qué, entonces, habríamos de formular profecías, cuando éstas rara vez se cumplen? De la misma manera, admiro a Chomsky. Tampoco él profetiza: actúa. Participó activamente en la campaña norteamericana contra la Guerra de Vietnam, con sacrificio de su trabajo pero en el marco de su profesión de lingüista.
-Aparentemente, usted insiste mucho en la vida mental opuesta a la vida física.
-La vida mental abarca todo. ¿No dice Platón más o menos esto: "Jamás estoy tan activo como cuando no hago nada"? Hacía referencia, desde luego, a las actividades intelectuales, que en el plano físico casi no exigen, tal vez, otra cosa que rascarse la cabeza.
-¿Sus intereses siempre fueron filosóficos?
-Como mi padre, me incliné hacia la medicina. Pensaba especializarme en psiquiatría, por lo cual trabajé tres años en el hospital Sainte-Anne de París. Tenía veinticinco años, era muy entusiasta -idealista, por así decirlo- y contaba con una buena cabeza y un montón de grandes ideas. ¡Aun en ese momento! Fue entonces cuando conocí a alguien a quien llamaré Roger, un internado de veintidós años. Lo habían mandado al hospital porque sus padres y amigos temían que se hiciese mal y terminara por autodestruirse durante una de sus frecuentes crisis de angustia violenta. Nos hicimos buenos amigos. Lo veía varias veces al día durante mis guardias en el hospital, y empezó a caerme simpático. Cuando estaba lúcido y no tenía problemas, parecía muy inteligente y sensato, pero en algunos otros momentos, sobre todo los más violentos, era preciso encerrarlo. Lo trataban con medicamentos, pero ese tratamiento demostraba ser insuficiente. Un día me dijo que nunca lo dejarían irse del hospital. Ese horrible presentimiento provocaba un estado de terror y éste, a su vez, generaba angustia. La idea de que podía morir lo inquietaba mucho y llegó a pedir que le hicieran un certificado médico donde constara que nunca lo dejarían morir; como está claro, la solicitud se consideró ridícula. Su estado mental se deterioró y al final los médicos llegaron a la conclusión de que, si no se intervenía con rapidez de la forma que fuera, se mataría. Así, con el consentimiento de su familia, procedieron a hacer una lobotomía frontal a ese joven excepcional, inteligente, pero incontrolable? Por más que el tiempo pase, y haga yo lo que haga, no consigo olvidar su rostro atormentado. Muchas veces me pregunté si la muerte no era preferible a una no existencia, y si no se nos debería brindar la posibilidad de hacer lo que queramos con nuestra vida, sea cual fuere nuestro estado mental. En mi opinión, la conclusión evidente es que aun el peor dolor es preferible a una existencia vegetativa, porque la mente tiene realmente la capacidad de crear y embellecer, incluso a partir de la más desastrosa de las existencias. De las cenizas siempre surgirá un fénix?
-Lo veo optimista.
-En teoría, pero la teoría es la práctica de la vida. En el fondo de nosotros mismos sabemos que todos los hombres deben morir. La meta inevitable hacia la cual nos dirigimos desde el momento en que nacemos queda entonces demostrada. De todas formas, la opinión común parece ser diferente: todos los hombres se sienten inmortales. ¿Por qué, si no, seguirían los ricos abultando sus cuentas bancarias y haciéndose construir suntuosas viviendas? La inmortalidad parecería ser la preocupación del momento. Por ejemplo, algunos científicos están muy atareados en calcular, por medio de máquinas de alta tecnología, acontecimientos que deberían verificarse dentro de millares de años. En los Estados Unidos hay un interés creciente por la hibernación del cuerpo humano, al que en una época ulterior debería volver a llevarse a la temperatura normal. Cada año la preocupación por la inmortalidad aumenta, aunque una cantidad cada vez más grande de personas mueran de un infarto a causa del tabaco y la alimentación excesiva. Los faraones nunca encontraron la solución al problema de la inmortalidad, ni siquiera cuando se hicieron enterrar con sus riquezas, que esperaban llevar consigo. Dudo mucho de que seamos nosotros quienes resolvamos ese problema. Algunas palabras bien escogidas pueden ser más inmortales que una masa de ectoplasma congelado?
-¿Y estamos de nuevo hablando del poder?
-Alcanzar la inmortalidad es la máxima aspiración del poder. El hombre sabe que es destructible y corruptible. Se trata de taras que ni siquiera la mente más lógica podría racionalizar. Por eso el hombre se vuelve hacia otras formas de comportamiento que lo hacen sentirse omnipotente. A menudo son de naturaleza sexual.
-Usted ha hablado de ellas en el primer volumen de su Historia de la sexualidad .
-Algunos hombres y algunas sociedades consideran que mediante la imposición de controles a las manifestaciones sexuales y el acto sexual es posible imponer el orden en general. Se me ocurren varios ejemplos. Hace poco, en China se propusieron lanzar una campaña en las escuelas contra la masturbación de los jóvenes, una iniciativa que invita a trazar una comparación con la campaña que la Iglesia emprendió en Europa hace prácticamente dos siglos. Me atrevería a decir que hace falta un Kinsey chino para descubrir cuál fue el éxito obtenido. ¡Sospecho que esto es como prohibirle a un pato acercarse al agua! En Rusia, la homosexualidad es aún un gran tabú, y de ser sorprendido en flagrante delito de violación de la ley uno termina en la cárcel y en Siberia. De todas formas, en Rusia hay probablemente tanta homosexualidad como en otros países, pero sigue encerrada en el clóset. Objetivamente, es muy curioso que para desalentar la homosexualidad se encierre a los culpables en la cárcel, en estrecho contacto con otros hombres? Se dice que en la calle Gorki hay tanta prostitución de ambos sexos como en la place Pigalle. Como siempre, la represión no ha conseguido sino hacer más seductores los encuentros sexuales, y aún más excitante el peligro cuando se lo corre con éxito. La prostitución y la homosexualidad están explotando tanto en Rusia como en las otras sociedades represivas. Es poco común que sociedades como ésas, sedientas de poder como suelen serlo, tengan en esos ámbitos visiones intuitivas.
-¿Por qué elegir el sexo como chivo expiatorio?
-¿Y por qué no? El sexo existe y representa el noventa por ciento de las preocupaciones de la gente durante gran parte de las horas de vigilia. Es el impulso más fuerte que se conozca en el hombre; en diferentes aspectos, más fuerte que el hambre, la sed y el sueño. Disfruta incluso de cierta mística. Se duerme, se come y se bebe con otros, pero el acto sexual -al menos en la sociedad occidental- se considera como una cuestión del todo personal. Por supuesto, en ciertas culturas africanas y aborígenes se lo trata con la misma desenvoltura que a los demás instintos. La Iglesia heredó los tabúes de las sociedades paganas, los manipuló y elaboró doctrinas que no siempre se fundan en la lógica o la práctica. Adán, Eva y al mismo tiempo la serpiente perversa se convirtieron en imágenes en blanco y negro de comprensión inmediata, que podían constituir un punto de referencia aun para las mentes más simples. El bien y el mal tenían una representación esencial. La significación de "pecado original" pudo grabarse de manera indeleble en las mentes. ¿Quién habría podido prever que la imagen residual iba a sobrevivir durante tantos siglos? [...]
-¿A qué o a quién atribuye usted la erosión de la influencia ejercida por la Iglesia y la mayor comprensión hacia cualquier forma de práctica sexual?
-No podemos subestimar la influencia de un señor que se llama Freud. Sus teorías no siempre eran ciento por ciento correctas, pero en cada una de ellas había una parte de verdad. Freud trasladó la confesión de la rígida retórica barroca de la Iglesia al relajante diván del psicoanalista. La imagen de Dios ya no vino a resolver los conflictos: dejó su lugar al individuo mismo a través de la comprensión de sus actos. Esa resolución ya no era algo que podía obtenerse en cinco minutos de alguien que se declaraba superior porque estaba al servicio de una fuerza más elevada. Freud jamás tuvo esas pretensiones. El individuo debía ser su propio dios, por lo cual la responsabilidad de la culpa recaía por entero sobre sus hombros. ¡Y la responsabilidad siempre es lo más difícil de aceptar!
-¿No cree usted que el psicoanálisis se ha convertido en un instrumento expiatorio fácil para nuestro problema?
-Esa tendencia existe, pero más preocupante es quizás el hecho de que el psicoanálisis ya no sea un instrumento sino una fuente de motivación. Freud elaboró una teoría relativa a la precoz naturaleza sexual de los niños. Como es obvio, los psiquiatras no esperaban que los niños se prestaran a verdaderos actos sexuales; de todas maneras, no resultaba tan fácil explicar su manera de chupar el pecho o la búsqueda automática de tal o cual parte erógena de su propio cuerpo. Por desgracia, a continuación se llegaron a connotar en términos sexuales hasta la comida del niño, las historietas que leía o los programas de televisión que miraba. Sería fácil concluir que en todo eso los psicoanalistas leían más de lo que realmente había. Así, esos niños quedan hoy encuadrados por un mundo sexualmente orientado -creado por accidente para ellos y no por ellos-, un mundo que, en esta fase del desarrollo, les ofrece bien pocas ventajas.
-En su último libro, Herculine Barbin llamada Alexina B. , usted despliega el tema del cambio de sexo.
-Estaba haciendo algunas investigaciones para la Historia de la sexualidad en los archivos del departamento de Charente-Maritime cuando me cayó en las manos la extraordinaria relación del caso de una mujer cuyo estado civil debió rectificarse y a la que hubo que anotar como hombre. Los casos de cambio de sexo son corrientes en nuestra época, pero en general se trata de hombres que se convierten en mujeres. Vienen a la mente de inmediato ejemplos como el de Christine Jorgensen, que después fue actriz, o el de la célebre Jan Morris. Como sea, la mayoría de las mujeres transformadas en hombres tenían, al parecer, los órganos de los dos sexos y la transformación estaba determinada por la preponderancia de la hormona masculina o la hormona femenina. El caso de Alexina B. fue extraordinario no sólo debido al aspecto físico, sino también a la masa de documentos exhaustivos y de acceso inmediato: esencialmente, informes de médicos y abogados. En consecuencia, pude estudiarlo en sus grandes líneas. Alexina B. descubrió la incongruencia de su propia personalidad cuando se enamoró de otra mujer. Si se tiene en cuenta que esto sucedía en el siglo XIX y, más aún, en una pequeña ciudad de provincia, es interesante advertir que ella no procuró reprimir sus sentimientos como desviaciones homosexuales y dejar todo como estaba. De haber sido así, no habría nada que escribir sobre el tema?
-Al parecer, usted siente una fascinación intensa por la exposición cronológica y el análisis de un acontecimiento real. También ha publicado Yo, Pierre Rivière, habiendo degollado a mi madre, mi hermana y mi hermano?
-Medio siglo, pero pocos kilómetros, separan a Pierre Rivière de Herculine Barbin. En cierto sentido, ambos reaccionaban contra el medio y la clase social en los que habían nacido. No considero que el acto de Pierre Rivière -si bien engloba un matricidio y tres homicidios- sea la afirmación de una mente atormentada o criminal. Es una manifestación de increíble violencia si se la compara con la de Herculine, pero la sociedad campesina normanda en la cual creció Pierre aceptaba la violencia y la degradación humanas como un elemento de la vida cotidiana. Pierre era un producto de su propia sociedad, así como Herculine lo era de su sociedad burguesa y nosotros lo somos de nuestro medio sofisticado y mecanizado. Después de cometido su crimen, Pierre podría haber sido capturado con mucha facilidad por los demás habitantes de la aldea, pero éstos tenían la sensación de que no era un deber de la colectividad administrar justicia por su propia cuenta. Estaban convencidos de que era el padre de Pierre quien debía asumir el papel de vengador y rectificar la situación. Algunos críticos consideraron mi libro sobre Pierre Rivière como una reafirmación de la teoría existencial, pero en mi opinión eso es absurdo. Veo a Pierre como la imagen de la fatalidad de su tiempo, exactamente como Herculine reflejaba el optimismo de fines del siglo pasado, cuando el mundo era fluido y podía pasar cualquier cosa, cualquier locura.
-Pero Pierre Rivière podría convertirse fácilmente en una ilustración clínica extraída de laHistoria de la locura en la época clásica ?
-La psiquiatría contemporánea sostendría que Pierre se vio obligado a cometer su horrible crimen. Pero ¿por qué debemos situarlo todo en el límite entre salud mental y locura? ¿Por qué no podríamos aceptar la idea de que hay personas totalmente amorales que caminan por la calle y son absolutamente capaces de cometer homicidios o infligir mutilaciones sin experimentar sentimiento de culpa o escrúpulo de conciencia algunos? ¿Hasta qué punto Charles Manson está loco, hasta qué punto los asesinos de niños que deambulan en libertad por Inglaterra están locos? O, en una escala mucho más grande, ¿cuál era el grado de locura de Hitler? La psiquiatría puede llegar a conclusiones basadas en tests, pero aun el mejor de estos puede falsificarse. Yo me limito a sostener que todo debe juzgarse desde su propia perspectiva y no en función de precedentes eventualmente verificados. En la Historia de la locura traté, en sustancia, de investigar la aparición del concepto moderno de enfermedad mental y de las instituciones psiquiátricas en general. Me incliné a incorporar mis reflexiones personales sobre la locura y sus relaciones con la literatura, sobre todo cuando afectaba a grandes figuras como Nietzsche, Rousseau y Artaud. ¿Puede una forma de locura originarse en la soledad impuesta por la profesión literaria? ¿Es posible que la composición química de un escritor estimule metabólicamente las raíces de la locura? Éstas no son, por cierto, preguntas que puedan encontrar respuesta mediante una simple presión sobre el teclado de una computadora IBM.
-¿Cuál es su posición con respecto a los diferentes movimientos de liberación sexual?
-El objetivo fundamental que se proponen es digno de admiración: producir hombres libres e ilustrados. Pero justamente el hecho de que se hayan organizado con arreglo a categorías sexuales -la liberación de la mujer, la liberación homosexual, la liberación de la mujer en el hogar- es en extremo perjudicial. ¿Cómo se puede liberar efectivamente a personas que están ligadas a un grupo que exige la subordinación a ideales y objetivos específicos? ¿Por qué el movimiento de liberación de la mujer sólo debe reunir a mujeres? Para serle franco, ¡no estoy seguro de que aceptaran la adhesión de los hombres! Muchas veces, las filiales locales de los movimientos homosexuales son en la práctica clubes privados. La verdadera liberación significa conocerse a sí mismo y con frecuencia no puede alcanzarse por intermedio de un grupo, sea cual fuere.
-Hasta ahora la acción de masas parece haber sido eficaz.
-De todas formas, el pensamiento individual puede mover montañas? y hasta doblar cucharas. Y es el conocimiento el que estimula el pensamiento. Por eso, en libros como Las palabras y las cosas yLa arqueología del saber traté de estructurar de manera orgánica el saber en esquemas de comprensión y acceso inmediatos. La historia es saber y, por lo tanto, los hombres pueden conocer a través de ejemplos de qué manera, en el transcurso de épocas pasadas, se afrontó la vida y se resolvieron sus problemas. La vida misma es una forma de autocrítica, dado que, aun en las más mínimas elecciones, es preciso efectuar una selección en función de múltiples estímulos. En La arqueología del saber intenté analizar el sistema de pensamiento que me es personal y el modo en que llegué a él. Se trata, con todo, de una operación que no habría podido llevar a cabo sin la ayuda de una buena cantidad de escritores y filósofos que estudié a lo largo de los años.
-A pesar de sus vastos conocimientos, o quizás a causa de ellos, hay muchas cosas que lo contrarían.
-Miro mi país, miro los demás países y llego a la conclusión de que carecemos de imaginación sociológica y política, y ello en todos los aspectos. En el plano social sentimos amargamente la falta de medios para contener y mantener el interés no de intelectuales, sino del común de los mortales. El conjunto de la literatura comercial masiva es de una pobreza lamentable, y la televisión, lejos de alimentar, aniquila. En el plano político hay en la hora actual muy pocas personalidades que tengan gran carisma o imaginación. ¿Y cómo podemos pretender entonces que la gente haga un aporte valedero a la sociedad, si los instrumentos que se le proponen son ineficaces?
-¿Cuál sería la solución?
-Debemos empezar por reinventar el futuro, sumergiéndonos en un presente más creativo. Dejemos de lado Disneylandia y pensemos en Marcuse.
-No ha dicho nada de sí mismo, del lugar donde creció, el modo como se desenvolvió su infancia.
-Querido amigo, los filósofos no nacen? son, ¡y con eso basta!
Traducción: Horacio Pons.
El poder, una bestia magnífica
Michel Foucault
Siglo XXI
Subtitulado Sobre el poder, la prisión y la vida, este volumen, que la editorial Siglo XXI editará en la Argentina en octubre, recoge entrevistas y una serie de artículos dispersos que retoman algunos de los temas centrales que abordó el pensador francés a lo largo de su amplia y variada obra.

jueves, junio 27, 2013

Recientemente, murió Robert Castel el gran sociólogo francés



Robert Castel es un sociólogo francés fallecido el reciente 13 de marzo (2013) a los 79 años en las afueras de París. Nacido un 1 de agosto de 1933, Castel estudió filosofía finalizando en 1959. En 1967 se trasladó a la Sorbona junto a Raymond Aron, donde conoce a Pierre Bourdieu y comienza a estudiar la filosofía de la sociología.
Castel estudió las transformaciones de la sociedad asalariada en los años '70 y las implicancias de la integración social en el estatus del individuo contemporáneo. Realizó estudios críticos de psiquiatría y anti-psiquiatría en los agitados años del '68 francés y publicó obras traducidas al español como "El orden psiquiátrico: la edad de oro del alienismo" (1980), "La sociedad psiquiátrica avanzada: el modelo norteamericano (con Françoise Castel y Anne Lovell)" (1980), "La gestión de los riesgos: de la anti-psiquiatría al post-análisis" (1984), y quizás su obra más difundida "Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado" (1977, reedición 1997).

Castel habla de esas personas que viven día a día, de changas, de trabajos sin amparo legal, de trabajos sin garantías ni derechos. Esa es la precarización laboral que todos conocemos, de primera o a lo sumo de segunda mano. Esa desafiliación de muchos rompe el pacto social. Y sobreviene la incertidumbre. Castel se lo dijo así al diario de la Universidad Obrera de Catalunia: "En el fondo, en esas sociedades occidentales, había una mayoría de personas que pensaban « Mañana será mejor que hoy ». Pero ahora esas mismas personas son pesimistas. Temen el paro, temen el empobrecimiento..., incluso, si lo llevamos a un extremo, tienen miedo de encontrarse excluidos de esa sociedad en la que viven. Yo creo que hemos pasado de un mundo estructurado y cohesionado, animado por la confianza en el progreso y que pensaba que mañana cantaría después de la revolución, a este, en el que es la incertidumbre la que predomina." (RevistaÑ)
Desde 1990 fue director de estudios de la École des hautes études en sciences sociales y hasta 1999 dirigió el Centro de Estudios de los Movimientos Sociales (EHESS-CNRS).
Miembro fundador del Grupo de Análisis de lo Social y la Sociabilidad (GRASS), llegados los 90 desarrolló estudios relativos a las transformaciones del trabajo y políticas sociales; llegando al nuevo milenio con trabajos sobre el aumento de la incertidumbre y riesgos en las sociedades contemporáneas en el marco del capitalismo. (Infobae.com)
El año recién pasado se publicó una nueva obra de Robert Castel junto al profesor Claude Martin "Changements et pensées du changement. Échanges avec Robert castel" (2012). En una entrevista realizada en diciembre de 2010, Castel aborda la idea de los excluídos como algo que se observa únicamente de forma negativa. Sin embargo, para Castel nadie está fuera de la sociedad, por lo tanto lo importante para la sociología es estudiar las dinámicas sociales que llevan a estas condiciones de exclusión.

sábado, marzo 10, 2012

La educación superior bajo ataque




Immanuel Wallerstein
Tomado de:  http://www.jornada.unam.mx/2012/03/10/mundo/022a1mun?partner=rss
Durante mucho tiempo hubo sólo unas cuantas universidades en el mundo. El cuerpo estudiantil total en estas instituciones era muy reducido. Este pequeño grupo de estudiantes provenía en gran medida de las clases altas. Asistir a la universidad confería gran prestigio y reflejaba un gran privilegio.

El panorama comenzó a cambiar radicalmente después de 1945. El número de universidades comenzó a expandirse considerablemente, y el porcentaje de personas en el rango de edad que asistía a las universidades comenzó a crecer. Es más, esto no fue meramente una expansión en aquellos países que ya tenían universidades notables. En un gran número de países que no habían tenido instituciones o no tenían ninguna antes de 1945 se impulsó la educación universitaria. La educación superior se hizo mundial.

La presión para expandirse vino de arriba y de abajo. Desde arriba, los gobiernos sintieron una importante necesidad de contar con graduados universitarios que garantizaran su posibilidad de competir en las tecnologías más complejas requeridas en la explosiva expansión de la economía-mundo. Y desde abajo, grandes cantidades de los estratos medios y aun de los estratos más bajos de las poblaciones del mundo insistieron en que debían tener acceso a la educación superior para mejorar considerablemente sus perspectivas económicas y sociales.

La expansión de las universidades, que fue notable en tamaño, fue posible por la enorme expansión ascendente de la economía-mundo después de 1945, la más grande en la historia del moderno sistema-mundo. Hubo mucho dinero disponible para las universidades y estaban felices de poder utilizarlo.

Por supuesto, esto cambió en alguna medida los sistemas universitarios. Las universidades individuales se hicieron más grandes y comenzaron a perder la cualidad de intimidad que proporcionaban las estructuras más pequeñas. La composición de clase del cuerpo estudiantil, y luego la del profesorado, evolucionó. En muchos países la expansión no sólo significó una reducción en el monopolio de personas de los niveles más altos, como estudiantes, profesores y administradores, sino que con frecuencia significó que los grupos minoritarios y las mujeres comenzaran a tener un acceso más vasto, que antes se les había negado total o, por lo menos, parcialmente.

Este retrato rosa comenzó a tener dificultades alrededor de la década de 1970. Por un lado, la economía-mundo entró en un prolongado estancamiento. Y poco a poco, la cantidad de dinero que recibían las universidades, en gran proporción de los estados, comenzó a disminuir. Al mismo tiempo, los costos de la educación universitaria comenzaron a crecer, y las presiones de abajo para que la expansión fuera continua crecieron con mayor fuerza aún. Desde entonces la historia es la de dos curvas que van en direcciones opuestas –menos dinero y mayores gastos.

Para el momento en que arribamos al siglo 21, esta situación se tornó dificultosa. ¿Cómo se las arreglaban las universidades? Una forma importante fue lo que ha llegado a llamarse privatización. Casi todas las universidades anteriores a 1945, e incluso antes de 1970, eran instituciones del Estado. La única excepción significativa era Estados Unidos, que contaba con un gran número de instituciones no estatales, la mayoría de las cuales evolucionaron a partir de instituciones de base religiosa. Pero aun en estas instituciones privadas estadunidenses, las universidades se manejaban con estructuras no lucrativas.

Lo que la privatización comenzó a significar por todo el mundo fueron varias cosas: una, comenzó a haber instituciones de educación superior que se establecieron como negocios con fines de lucro; dos, las instituciones públicas comenzaron a buscar y a obtener dinero de donantes corporativos, que comenzaron a entrometerse en la gobernanza interna de las universidades; y tres, las universidades comenzaron a buscar patentes para los trabajos en que los investigadores de la universidad habían descubierto o inventado algo, y como tal entraron a ser operadores en la economía, es decir, se volvieron parte del negocio.

En una situación en que el dinero era escaso, o al menos parecía escaso, las universidades comenzaron a transformarse a sí mismas en instituciones parecidas a negocios. Esto puede entenderse en dos formas importantes: los más altos puestos administrativos en las universidades y sus facultades, que tradicionalmente ocupaban los académicos, comenzaron a ser ocupados por personas cuya formación era la administración y no la vida universitaria y aunque ellos conseguían el dinero, también comenzaron a fijar los criterios para asignarlo.

Comenzó a haber evaluaciones de universidades completas y de departamentos dentro de las universidades en términos de sus productos, en relación con el dinero invertido. Esto podía medirse en cuántos estudiantes deseaban emprender estudios particulares, o en qué tan reconocida era la producción de investigación de ciertas universidades o departamentos. La vida intelectual comenzó a ser juzgada con criterios seudomercantiles. Aun el reclutamiento de los estudiantes se midió en términos de cuánto dinero entraba mediante los métodos alternos de reclutamiento.

Por si esto fuera poco, las universidades comenzaron a sufrir los ataques de una corriente de extrema derecha antintelectual que veía las universidades como instituciones laicas y anti-religiosas. La universidad como institución crítica –crítica de los grupos dominantes y de las ideologías dominantes– siempre ha enfrentado la renuencia y la represión de los estados y las elites. Pero sus poderes de supervivencia siempre estuvieron basados en su relativa autonomía financiera basada en el costo real de operación. Esto era la universidad de ayer, no la de hoy ni la de mañana.

Uno puede describir esto simplemente como otro ejemplo más del caos global en el que estamos viviendo. Excepto que se suponía que las universidades jugaran el papel de ser un locus importante (por supuesto no el único) de análisis de las realidades de nuestro sistema-mundo. Son estos análisis los que pueden hacer posible navegar en la caótica transición hacia un nuevo orden mundial, que esperamos sea mejor. Al momento, los disturbios al interior parecen no ser más fáciles de resolver que los disturbios en la economía-mundo. Y se le presta mucho menos atención.

Traducción: Ramón Vera Herrera

© Immanuel Wallerstein

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viernes, enero 13, 2012

Entrevista con Philippe Bourgois. Cuando el respeto destruye

 

Profesor de Antropología y Medicina Familiar en la Universidad de Pensilvania, Philippe Bourgois ha publicado numerosos artículos sobre pobreza, drogas, violencia y VIH. A mediados de los 80 se instaló en East Harlem, uno de los barrios más postergados de Nueva York, y pasó allí cuatro años, en contacto con los vendedores de crack. El resultado es “En busca de respeto”, que acaba de editar Siglo XXI.

Por Luis Diego Fernández tomado de http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0499/articulo.php?art=23882&ed=0499

 

En 1985 el antropólogo francés Philippe Bourgois se instala en el East Harlem, en Nueva York. En aquel entonces era el barrio más pobre de Manhattan y corazón de la comunidad portorriqueña. El trabajo de campo de Bourgois se basa en el contacto cotidiano con los vendedores de crack y el circuito de la droga. Esta investigación tuvo su forma en el libro En busca de respeto. Vendiendo crack en Harlem.

En diálogo con PERFIL, el autor repasa cuestiones centrales como el racismo, la extrema pobreza o la importancia del hip hop como un canal de legitimidad latina.
—¿En qué sentido usted conecta el concepto de biopoder en Foucault con el análisis antropológico del Barrio?
—Yo había leído a Foucault pero no utilizaba sus teorías; años después empecé a leer más, particularmente la Historia de la sexualidad, en especial los conceptos de biopoder y de subjetivación. Y de saber-poder como creadores de redes en las cuales estamos atrapados, construidos y sujetados. Lo que yo veo hoy es que las clases empobrecidas se están muriendo a causa de la droga. El 68% de la población afroamericana femenina padece de híperobesidad. Eso es precisamente lo que Foucault nos hace ver. En mi trabajo veo útil unir un estudio de clase con un análisis de biopoder y de subjetividad.
—¿Cuál es la relación entre la venta del crack en las comunidades latinas de Nueva York con la búsqueda de respeto?
—En el título traté de poner el grano grueso del argumento del libro. Este fenómeno de vender y consumir crack debe entenderse como un esfuerzo por parte de la población que no logra un ascenso social en la economía legal, entonces busca la economía ilegal de la droga como su modo de sobrevivir y superarse. La tragedia que tenemos es que todos los jóvenes con carisma y entusiasmo como César, Primo y Ray meten sus energías en la economía del crack y el resultado es la destrucción de su propia comunidad, ellos tomando lo que venden y envenenando a su vecinos. Ese fenómeno de la epidemia del crack debe ser entendido como el resultado de la exclusión. Del esfuerzo de un sector para superarse y en ese esfuerzo destruirse y destruir a sus vecinos.
—¿Cómo se puede entender esta dialéctica entre la integración y el ghetto?
—Es importante comprender que Estados Unidos es casi un país caricaturesco en los procesos de racismo, discriminación y autoidentificación étnica. Hay una gran ansiedad en todo lo que tiene que ver con la raza, y la cultura. Y sobre el moralismo en torno a eso. Están siempre juzgando unos a los otros. Esto tiene que ver que con el origen del país: el genocidio de los indígenas, la importación de africanos como esclavos, la conquista de México, todo eso tenía que ser justificado en términos racistas, de superioridad cultural, en términos de los blancos europeos. Esa historia de racismo y superioridad chauvinista existe todavía. Y el ghetto representa los efectos modernos de esos procesos históricos que empezaron hace doscientos años.
—¿Se puede pensar que el hip hop también tiene una finalidad parecida a la venta de crack en el sentido de buscar el respeto, o no?
—Ocupan los mismos espacios. Son dos formas de buscar respeto. El fenómeno del hip hop es algo muy bonito que surgió de la exclusión, de no tener acceso a la cultura de clase media, se reconstruyó una propia cultura con mucha energía y creatividad en el rap, el break dance, el graffiti, la manera de vestirse, etcétera. Pero luego hay una tendencia que es el gangsta rap que sí tiene que ver con el crack en el sentido de la búsqueda de poder, de dinero, de dominación machista sobre la mujer en términos muy brutos, y eso es lo que domina ahora a nivel popular y comercial dentro de la música rap, esa línea de buscar respeto a través de lo material, de la violencia y la dominación masculina sobre las mujeres.
—¿El maltrato femenino, como usted describe en la comunidad latina, existe aún hoy?
—Ahora estoy haciendo un trabajo de campo en el guetto de Filadelfia, también en un barrio portorriqueño, y me parece que no ha cambiado nada luego de esos años, más bien se ha reproducido más por toda la lógica del éxito del gangsta rap. En parte esa misoginia que se ve en los hombres es un deseo de recrear el poder que han perdido, entonces lo asumen violentamente y con exageración sin tener una base económica y de respeto patriarcal y tratan de reconstruirlo artificialmente a través de la violencia.
—¿El latino y el afroamericano como un modelo a copiar?
—El vínculo es específicamente entre el portorriqueño y el afroamericano. Es una cosa realmente interesante de Estados Unidos que no es bien entendida y que deberíamos pensar un poco más. Hay una cierta fascinación de parte de la sociedad norteamericana toda hacia la cultura afroamericana. Hay cierto respeto y, al mismo tiempo, hay un racismo importante.
—¿Desde 1985 en que usted se fue a vivir al Barrio a hoy, ve cambios o se mantienen las mismas características?
—Ese Barrio ha cambiado dramáticamente por dos razones. Y es algo relacionado con Nueva York. Por una parte, está la inmigración mexicana que lo ha vuelto un barrio obrero más sano, con gente trabajando legalmente. Por otra parte, hay una blanquificación. Y un desplazamiento de la población pobre. En Manhattan la población aumentó casi un millón en los últimos 15 años, y eso ha recaído sobre la población pobre que ha sido expulsada a vivir ni siquiera en Brooklyn, Queens o Bronx –de donde también han sido expulsados–, yéndose a los pequeños pueblos del Estado donde realmente no hay nada, sólo viejos depósitos y cárceles.

 

martes, diciembre 06, 2011

El antropólogo Marc Augé señala la realidad de un mundo enfermo de imágenes



“Internet es solo una ilusión de conocimiento”

elarcadigital


—Muchos comentaristas vienen evocando desde hace unos 10 años una suerte de malestar generalizado que se ha acuñado en casi todas las sociedades humanas. ¿Cuál es, para usted, el origen de esta extraña sensación planetaria?

—Creo que el gran malestar proviene del cambio de escala. Cuando reflexionamos sobre el contexto de cualquier acontecimiento, este se sitúa a escala planetaria. Ello conduce a que, incluso con un acontecimiento pequeño, el mundo entero está en tela de juicio. También somos conscientes de que el capitalismo consiguió su internacionalización. Estamos encerrados en el sistema, y no sólo en el del mercado. Las referencias locales son insuficientes, los individuos son más individuales pero o son consumidores o excluidos del consumo. Este conlleva cierto vértigo, y bajo cientos ángulos un vértigo metafísico. Creo entonces que la instalación del sistema planetario nos hace sufrir. Podríamos tener una percepción gloriosa de todo esto y decirnos que todos los seres humanos son hermanos, o celebrar la humanidad y la universalidad. Pero estamos lejos de todo esto por dos razones: la primera porque estos cambios intervienen bajo el signo de la economía; la segunda porque las transformaciones acarrean resistencias que a menudo son opacas y un poco locas. Vemos por ejemplo el desencadenamiento de los integrismos más radicales. Uno se pregunta hacia dónde habría que mirar para encontrar algo alentador.

—Hay algo a la vez nefasto y tentador en la instantaneidad con la cual funciona el mundo. En uno de sus libros, Las formas del olvido, usted planteó el olvido como condición para saborear el presente, y el instante, para recuperar lo que las formas actuales de la instantaneidad nos substraen.

—La instantaneidad es hoy la consigna del mundo. Paul Virilio ha descrito muy bien esta ubicuidad de la instantaneidad. Pero yo me refiero a otro instante, a un instante más íntimo, el instante de la relación con nosotros mismos, el instante del encuentro con los otros, con una mirada, con un paisaje, con una idea. No hay identidad individual o colectiva que pueda construirse sin el otro. La soledad absoluta es impensable. El itinerario del individuo pasa por el encuentro con los demás. Por eso, cuando evoco el instante, es por oposición a todo lo que está marcado por el pasado. Tenemos una tendencia a encontrar la explicación de todos los fenómenos en el pasado, sea en la perspectiva marxista o analítica. Desde luego, no se puede negar la importancia del pasado en la construcción individual y colectiva, pero diría que los momentos de creación son los momentos que escapan a esa gravedad. Para mí, el instante es justamente eso, un momento en el que el tiempo cambia de registro, hay un tiempo que circula pero que no depende de lo que pesa sobre él. Un instante sin culpabilidad.



—Usted escribió en una ocasión que bastaba con ampliar la distancia para que los peores horrores se borren. Sin embargo, hoy la distancia se ha estrechado y los horrores se borran igual. La proximidad no nos redime del olvido.

—Sí, es cierto, hay un efecto doble. Cuando escribí eso pensaba en esos aviadores que lanzan bombas. Para ellos el daño ocasionado era abstracto. Hoy basta con encender la televisión para ver cadáveres en abundancia. Pero, en cierto modo, lo que torna las cosas abstractas es la acumulación. La visión de proximidad de la televisión produce el mismo efecto que la distancia. Creo que no nos damos cuenta de lo que pasa, de la gravedad. —¿Usted diría que el relato a través de la imagen nos deshumanizó?

—En cierta forma sí. La imagen es la mejor y la peor de las cosas. Estamos orgullosos porque la imagen nos acerca de todo. Sin embargo, al mismo tiempo que nos acerca nos aleja. La imagen también tiene otro efecto perverso: nos hace ilusionar con que conocemos porque nos permite reconocer. Pero el reconocimiento no es el conocimiento. Es un juego perverso, es la ignorancia que se desconoce a sí misma.

—En su último libro usted hace una asombrosa recomendación: “Debemos escapar a la pesadilla mítica”.

—Con ello me refiero a la fórmula de Walter Benjamin, cuando cuenta que, en el fondo, la aparición del relato organizado, de los cuentos donde el niño triunfa ante el grande o ante el ogro, todo eso deshace el impacto de los relatos míticos donde las brujas se comen a los hombres y unos cuantos horrores más. La pesadilla mítica son los mitos originales, las cosmogonías, las cosmologías y toda una panoplia de mitos horribles y caóticos. Benjamin pensaba que el relato era una forma de alejarse de esos horrores. La pesadilla mítica siempre se relaciona con la indistinción, la indistinción entre el bien y el mal, entre los sexos, entre las distintas generaciones, etc., etc. Podemos preguntarnos entonces si no hay un riesgo de una nueva indistinción a raíz de la abundancia de imágenes. Esa abundancia nos remite a una suerte de amenaza mítica. Hay que tener cuidado. Debe haber formas narrativas capaces de poner la imagen a distancia para que la imagen se quede en lo que es, o sea, una ilustración y no una realidad. Los progresos tecnológicos nos llevan a tomar la imagen por algo real. El pensamiento escrito es mucho más articulado y es eso precisamente lo que necesitamos: un pensamiento articulado frente a la cascada de imágenes. La escritura aporta otra cosa. Sin embargo, también es lícito interrogarse sobre la noción de escritura dado que el enemigo se instaló en ese campo. Basta con abrir Internet para darse cuenta de que casi todo lo que circula allí es oralidad primitiva, primaria. —Internet es también, para usted, una suerte de ilusión. —Sí. Creemos que Internet es un fin en sí, y eso es una ilusión. Se cree que basta con ingresar en ese universo para pertenecer a la comunidad de los comunicantes. Eso es ilusorio. No pertenecemos a nada. Recién hablaba de la ilusión del conocimiento. Con Internet ocurre algo similar. En nuestra computadora tenemos toda la ilusión del mundo, pero ese conocimiento sólo es útil para quienes ya saben algo.

—Pareciera que el mundo moderno es una sinfonía de ilusiones. Usted sugiere, por ejemplo, que la misma idea de comunidad es ilusoria.

—Hay palabras detrás de las cuales ya no se ponen conceptos. Esas palabras funcionan como códigos para pasar. Cuando decimos cultura, cuando decimos diferencia, cuando decimos comunidad, yo me pregunto ¿de qué estamos hablando? Por ejemplo, cuando se dice “sociedad multicultural” no sé de qué se está hablando. Trabajé un tiempo en una localidad muy pequeña de Costa de Marfil. Pues allí había una multitud de grupos cuyas culturas diferían. Sus referencias eran distintas y sus idiomas también. En cada cultura cada individuo tiene una relación diferente y desigual con esa cultura. La multiplicidad de la referencia cultural es enorme. Cuando hablamos de sociedades multiculturales nos estamos refiriendo a la coexistencia de culturas en el sentido más impreciso, más borroso. ¿Qué son la cultura africana o la cultura asiática sino un conjunto de lugares comunes que no dicen gran cosa? La noción de multiculturalismo es abstracta. En suma, cada vez que hablamos de colectividad estamos recurriendo al lenguaje de la ilusión. Ponemos las cosas al revés. Habría que darlas vueltas a partir del individuo, que es nuestra única referencia concreta. No se trata de una sociología del egoísmo o del egocentrismo. No hay individuo sin relación. Por ello se puede estudiar la elaboración de las relaciones entre los individuos. Esto está en el corazón de la democracia, la cual debe fijar la manera en que nos relacionamos con el otro. La soberanía del individuo está limitada por el hecho de que no está sólo. La soledad absoluta conduce a la locura. Lo mismo ocurre con la totalidad impuesta, que también conduce a la locura. El papel de la democracia debería consistir en elaborar un compromiso para conciliar la individualidad y la alteridad.



—Usted introdujo un concepto hipermoderno en su definición de los bloques del mundo. Tomando como base el famoso artículo de Francis Fukuyama en el cual, con el triunfo de la democracia liberal, promovió la idea del fin de la historia, usted escribió que eso condujo al enfriamiento de Occidente.

—Me referí con ello a la idea de Claude Lévi-Strauss sobre las sociedades frías y las sociedades calientes. Si se afirma que la historia se terminó entonces pasamos al lado frío. La idea sobre el fin de la historia no significa que los acontecimientos se acabaron sino que la fórmula, la receta, fue encontrada: es decir, el mercado liberal y la democracia representativa. Pero esa idea choca con muchas objeciones. La primera: el mercado liberal se las arregla muy bien con los regímenes dictatoriales. Esto significa que la liberalización de los mercados, la libertad de los intercambios, no garantizan el advenimiento de la democracia. Hay una paradoja en el postulado del fin de la historia: es una suerte de marxismo al revés. Es la idea de que la organización de la producción desemboca en formas sociales. Creo que ha sido el último gran relato que conocimos. La segunda objeción es que no nos dirigimos hacia un mundo de desigualdades reforzadas. El ascenso de algunos Estados, los llamados países emergentes, alimenta la ilusión de que el mundo va hacia más igualdad. Es cierto que hay países emergentes pero, al igual que en los países desarrollados, dentro de los emergentes se constatan fenómenos de desigualdad creciente. La distancia entre ricos y pobres es cada vez más importante, y lo mismo ocurre con el acceso al conocimiento y a la ciencia. Diría que la globalización no difiere mucho de la colonización. Vivimos una suerte de colonización anónima o multinacional. La globalización nos ha emparejado. El Tercer Mundo tiene problemas que no son muy distintos a los de Occidente, por ejemplo en lo que atañe la migración. Los migrantes ya no van del Sur al Norte sino también del Sur hacia el Sur. En Occidente hay una tradición de arrogancia que no encontramos en el Sur, pero no estoy seguro de que los problemas sean fundamentalmente distintos. La globalización creó las mismas problemáticas en todas partes. No creo que sea oportuno hacer la apología de Occidente o cuestionarlo. El cuestionamiento de Occidente permite a las dictaduras locales fabricarse una virtud a cuenta propia. Soy más universalista. Creo que todos compartimos el horror.

Hay, de hecho, una tecnooligarquía y una oligarquía financiera que colonizaron el mundo.

—Sí, y cada vez más nos dirigimos hacia ese modelo de oligarquías. En algunos lugares del mundo vemos una concentración muy fuerte de poder, conocimiento y riqueza. Hay entonces una clase oligárquica debajo de la cual encontramos una clase de consumidores –sin ellos el sistema no funciona–, y después vienen los excluidos, esas clases que no son necesarias para que la máquina funcione. Este esquema excluye todo modelo de revolución. Para que hoy una revolución tenga lugar, debería situarse a escala planetaria. Conservé una idea mítica de la Revolución francesa, que, desde luego, también cometió horrores. Pero conservé la idea de que la Revolución francesa se hacía en nombre de principios. Hoy no sé cuáles son los principios. Lo que está en juego es enorme: transformar el planeta en un lugar donde todos los seres humanos se reconozcan es un desafío formidable. Pero la historia no funciona así.



Recuerdo el libro que usted escribió sobre la bicicleta y en el cual apuntaba que andar en bicicleta es una suerte de nuevo humanismo. ¿Deberíamos todos andar en bicicleta para recuperar un poco de humanidad? ¿Acaso ya no es demasiado tarde ante el avance de la globalización, la pobreza, la especulación, el vacío planetario de las imágenes?

—La experiencia de la bicicleta me permitió subrayar que todo está en relación con el tiempo y el espacio. En ese sentido, la bicicleta corresponde a la necesaria dimensión individual. Cuando estamos sentados ante nuestras computadoras estamos sumergidos en un universo ficticio de instantaneidad e ubicuidad. Si tenemos trabajo estamos asfixiados por la manera en que está concebido fuera de nosotros, y si no tenemos trabajo estamos aplastados como individuos. Hay una suerte de totalitarismo liberal muy pesado. Entonces ¿qué podemos hacer? A escala individual, creo que el único medio de escapar a la ilusión es tener su propia relación con el tiempo y el espacio. La bicicleta es un buen instrumento: nos remite a la infancia, a la vejez, nos remite a la noción de las distancias que es preciso recorrer, al control, etc., etc. ¡Desde luego, no se puede reformar el mundo pregonando la reforma individual y la bicicleta! Estamos todos condenados a la utopía mientras seamos mortales. Aún no hemos terminado de redefinir la finitud del ser humano, la materialidad del espíritu y el devenir de la historia.

*Corresponsal de Página 12 en Francia. Esta entrevista fue publicada en ese diario el 21.11.11.

http://www.elarcadigital.com.ar/modules/suplementos/articulo.php?id=168

domingo, diciembre 04, 2011

El segundo viento del movimiento en pos de justicia social



Durante las protestas en la plaza Tahrir en noviembre de 2011, Mohamed Alí, de 20 años, respondió a la pregunta de un periodista –de por qué estaba ahí– diciendo: Queremos justicia social. Nada más. Es lo menos que merecemos.
La primera ronda de movimientos asumió múltiples formas por todo el mundo, la llamada Primavera Árabe, los movimientos de ocupación que comenzaron en Estados Unidos y luego se diseminaron por un gran número de países, Oxi en Grecia y los Indignados en España, las protestas estudiantiles en Chile y muchos otros.
Todos fueron un logro fantástico. Lo que han alcanzado puede medirse en un extraordinario artículo escrito por Lawrence Summers en el Financial Times, el 21 de noviembre: La inequidad no puede ya mantenerse a raya con las ideas habituales. Éste no es un argumento por el que se le haya conocido a Summers con anterioridad.
En el artículo anota dos puntos importantes, considerando que personalmente él ha sido uno de los arquitectos de las políticas económicas mundiales de los últimos 20 años, las que nos han puesto a todos en esta aguda crisis en la que el mundo se encuentra ahora.
El primer punto es que ha habido cambios fundamentales en las estructuras económicas mundiales. Summers dice que el más importante es el fuerte viraje en la recompensa que el mercado hace a una pequeña minoría de ciudadanos en relación con las recompensas disponibles para la mayoría de los ciudadanos.
El segundo tiene que ver con dos clases de reacciones públicas ante esta realidad: una es la de los que protestan, y otra la de quienes siendo muy fuertes están contra los que protestan. Summers dice que él está contra la polarización que es lo que, según él, hacen quienes protestan. Pero luego dice: Al mismo tiempo, aquéllos que muy rápidamente etiquetan cualquier expresión de preocupación por la creciente inequidad como algo fuera de lugar o como producto de la lucha de clases, está todavía más fuera de base.
Lo que el artículo de Summers indica no es que él se haya convertido en exponente del cambio social radical –lejos está de eso– sino más bien que está preocupado por el impacto político del movimiento mundial en pos de justicia social, especialmente en lo que él llama el mundo industrializado. Considero esto un logro del movimiento en pos de justicia social.
La respuesta a este éxito han sido unas cuantas concesiones menores aquí y allá, pero luego una creciente represión por todas partes. En Estados Unidos y Canadá ha habido un sistemático despeje de todas las ocupaciones. La virtual simultaneidad de estas acciones policiacas parece indicar alguna coordinación de alto nivel. En Egipto, los militares han resistido cualquier dilución de su poder. En Grecia e Italia las políticas de austeridad fueron impuestas por los decretos de Alemania y Francia.
La historia, sin embargo, está lejos de haber terminado. Los movimientos desarrollan un segundo viento. Los manifestantes volvieron a ocupar la plaza Tahrir y al mariscal de campo Tantawi le están dando el mismo tratamiento de desdén que dieron a Hosni Mubarak. En Portugal, el llamado a una huelga general de un día paralizó por completo el sistema de transporte. Una huelga anunciada en Gran Bretaña en protesta por los recortes de las pensiones esperaba reducir el tráfico en Heathrow en 50 por ciento, lo que tendría repercusiones mundiales, dada la centralidad de Heathrow en el sistema del transporte mundial.
En Grecia, el gobierno ha intentado exprimir a los pensionistas pobres instaurando un enorme impuesto en su recibo de luz, y amenazan cortar la electricidad si no pagan. Hay resistencia organizada. Los electricistas locales están devolviendo ilegalmente la energía eléctrica, pues cuentan con la incapacidad del reducido personal municipal para hacer que se cumpla su ley. Es una táctica que se ha utilizado con éxito en el suburbio de Soweto en Johannesburgo desde hace ya 10 años.
En Estados Unidos y Canadá, el movimiento de ocupación se ha diseminado de los centros de las ciudades a los campus universitarios. Y los ocupas están discutiendo lugares alternativos que ocupar durante los meses del invierno. La rebelión estudiantil en Chile ya se expandió a las escuelas secundarias.
Debemos resaltar dos cosas acerca de la presente situación. La primera es que los sindicatos –como parte de lo que ha estado ocurriendo, como resultado de lo que ha estado ocurriendo– se han vuelto mucho más militantes y mucho más abiertos a la idea de que deben ser participantes activos en el movimiento mundial en pos de justicia social. Esto es cierto en el mundo árabe, en Europa, en Norteamérica, en el sur de África y aun en China.
Lo segundo que hay que resaltar es el grado en que los movimientos por todas partes han podido mantener su énfasis en una estrategia horizontal. Los movimientos no son estructuras burocráticas, sino coaliciones de múltiples grupos, organizaciones y sectores de la población. Siguen trabajando duro en debatir constantemente sus tácticas y sus prioridades, y están resistiéndose a volverse excluyentes. ¿Funciona esto todavía con suavidad? Por supuesto que no. ¿Funciona esto mejor que reconstruir un nuevo movimiento vertical, con un liderazgo claro y disciplina colectiva? Hasta ahora, claro que ha funcionado mejor.
Debemos pensar en las luchas mundiales como una larga carrera, en la que los corredores tienen que usar su energía sabiamente con tal de no desgastarse mientras mantienen la mira en el objetivo final, una clase diferente de sistema-mundo, mucho más democrático, mucho más igualitario que nada de lo que tenemos ahora.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2011/12/03/opinion/022a1mun
rCR

domingo, julio 31, 2011

The Spatial Turn in History

El giro espacial en la historia

Jo Guldi

Tomado de http://spatial.scholarslab.org/spatial-turn/disciplinary-perspectives/the-spatial-turn-in-history/

La historia moderna comenzó con un paisaje. Jules Michelet, Thomas Babington Macaulay, y Ranke forjaron experimentos en la aplicación de la historia crítica de los príncipes al espacio de una nación. Macaulay representa la transición de la democracia, la impresión, y el transporte que inventó la Inglaterra moderna a través de la lente del paisaje. "¿Podría la Inglaterra de 1685 será, por algún proceso mágico, puesto delante de nuestros ojos, no debemos conocemos paisaje en un edificio de cien o uno de cada diez mil", que rhapsodized. "El caballero del país no reconocería sus propios campos. El habitante de la ciudad no reconocería su propia calle. "La docena de páginas que siguieron sacó la comparación entre el siglo XIX XVII e Inglaterra en la gran longitud, siguiendo casa de campo, carril, y de la ciudad a través de sus transiciones en el mundo moderno. [1] Su razonamiento acerca de la soledad del mundo antiguo y el cosmopolitismo de la actual era en gran medida justificada sobre la base de las descripciones semi-panorámicas del paisaje, la yuxtaposición de los DE CAMPO mohosas del pasado con los bulliciosos cafés del presente. Escritura paisaje era, en términos del género, una adición relativamente nueva a los retratos de los grandes líderes y estudios en caracteres que tipifican el género antes de la Ars Histórica . La historia moderna, en la era de la franquicia de masas y el reclutamiento masivo, fue un ejercicio en la descripción de lo colectivo, no sólo del individuo. Historiadores del siglo XIX, amamantado a los geógrafos antiguos, imaginaron en gran medida estos colectivos en términos de la tierra en que fueron criados. Como nación se convirtió en el sujeto de la historia, descripción del paisaje se convirtió en su objetivo.
Tales descripciones de la nación como un paisaje contribuyeron a convencer a sus lectores de que había hecho una nación unificada y monolíticas, que reflejaban el proceso de cambio histórico, de tal manera que la historia de esa nación se podría escribir. Las historias de la nación que inundó Europa después de Napoleón dependía en gran medida de estas descripciones de diversas provincias y el paisaje en su conjunto, en sustitución de la biografía y la anécdota de cronologías principescos y narraciones clásicas de la historia con una nueva visión panóptica de la provincia y el capital en su relación entre sí. De Michelet Historia de Francia (1833), una de las primeras obras del género, abrió su homenaje a la nación con las descripciones físicas de las "peculiaridades de las provincias." [2] Una historia digna de confianza de la nación dependía de la descripción de las provincias con mayor cantidad de autoridad que hizo un atlas.
No fue una tarea fácil para montar el archivo de las menciones de DE CAMPO particulares y capitales de provincia en la que dependía de un paisaje tales. Un geógrafo británico del siglo XX como HC Darby explicó de Michelet, "con el fin de equipar a sí mismo por su tarea, hizo largas peregrinaciones a través de diversas partes de Francia para obtener una impresión de primera mano de sus campiñas diferentes." [3] Bonnie Smith ha documentado las "noches de insomnio en los entrenadores", "camas duras", y abigarradas otras dificultades sufridas por Ranke, Burnouf, Langlois y otros estudiosos, ya que fue pionera en la práctica de la investigación histórica científica moderna. [4] Para escribir la historia, como la disciplina histórica fue inventado, fue en gran medida una cuestión de la interacción con el paisaje material. Por otra parte, esta interacción con el paisaje, como Smith deja claro, fue la base sobre la que se construyó la historia nacional. La tarea de la historia, como enmarcada por Leopold von Ranke en sus cartas de la década de 1820, fue en gran medida una cuestión de los viajes a diferentes provincias - donde podría sobornar a los archiveros y comprar tomos con el fin de compilar un archivo la forma de una nación. La ruta del historiador, viajando a través de diversos paisajes, fue el hilo continuo único que hizo posible la forja de una historia integrada de la nación moderna. Así que, desde su nacimiento, los historiadores modernos eran viajeros y especialistas en paisaje: familiarizados con las provincias, los viajes, y diligencias a un grado probable desconocida por sus antepasados ​​antiguos y medievales.
Contar una historia de la nación en lugar de la familia requiere los escritores para desarrollar herramientas para privilegiar paisaje sobre el retrato. Pidieron prestado de sus predecesores, las historias locales de las ciudades que formaban tan crucial un elemento para la fabricación de la identidad comunitaria del siglo XVIII. Emplearon la encuesta cartesiano de los agentes, el lenguaje, y el paisaje desarrollado por Vico y Herder hacia la auto-definición de una nueva nación, que emerge a través de la difusión de periódicos y mapas impresos sobre carreteras, canales y ferrocarriles, diciendo a todos los que habitaban la espacio de la nación emergente cómo entender en sí. Las mismas narraciones de transporte, impresión y experiencia urbana que forman el canon de la historia social de la nación hoy se recogieron como un intento de describir la geografía que caracteriza a la nación moderna, una identidad basada en un paisaje.
Una de las primeras revoluciones en la historia moderna se basa asimismo en torno a la elección de un paisaje alternativo como objeto de estudio. Privilegiar la ciudad sobre la nación en un relato de lo social ofreció una historia diferente, una historia de las élites de conocimiento de decisiones de la clase media como un desafío a la legitimidad del Estado-nación. Nuevas historias de la ciudad reflejadas y canalizan las actividades de una nueva clase media urbana intención sobre la reestructuración de sus ciudades a imagen de orden racional, con la esperanza de emplear saneamiento, parques públicos, y los museos urbanos para unificar su separación de la clase obrera. [5 ] Ofrecieron una crítica de las expectativas nacionalistas del Estado, señalando pasado cohesión agrícola y militar a una fuente alternativa de identidad. En cambio, un,, cosmopolita kantiano internacional emergente, que se adjunta a determinados sitios urbanos, se ofrece como la fuerza motriz de la civilización. En 1860, de Fustel de Coulanges La Cité Ancienne capturado primeras política del siglo XIX sobre el aumento de la forma moderna de la ciudad y se entregó a Londres y París un linaje que se remonta a la antigüedad. Con estudio póstumo de Max Weber, La Ciudad (1902), y de Henri Pirenne Ciudades medievales (1927), la vida urbana se ofrecen como una definición alternativa de la civilización moderna, una institución occidental que permitió una burguesía internacional que tenía más en común con los demás que con las naciones y el nacionalismo. En privilegiando un paisaje alternativa a la nación, los historiadores de la ciudad pudieron poner en primer plano los actores de la clase media, la categorización de los líderes militares nacionales y la gente como irrelevante. Ciudad de Weber, por ejemplo - no tribal, autónomo, y no militar - contrastó el folk y el Estado-nación militar como una forma alternativa de organización. Bastidas de Pirenne fueron los primeros rebeldes contra el feudalismo, los inventores de la economía moderna y los derechos civiles contemporáneas. Donde la ciudad en lugar de nación fue la base para el análisis, los actores de la clase media que parecía ser la fuente de la iniciativa política y la expansión económica.
Desde el siglo XIX, la práctica de las ciencias sociales cosificado el binario de la nación y de la ciudad, abstrayendo el emparejamiento de las bases para la formación de los historiadores y los criterios de trabajo importante en la mayoría de los campos. Ya en la década de 1860, la forma de la nación estaba siendo generalizada de Gran Bretaña y Francia a otras naciones. Historias alternativas de los escoceses irlandeses y delinearon la existencia de naciones rivales a Gran Bretaña, tierra identidad nacional en el paisaje actual del pasado como se evidencia en piedras de pie y otros monumentos. [6] Henri Pirenne prestado la ficción del paisaje como la base de la unidad nacional por su historia de Bélgica. En los Estados Unidos, geografía histórica se estaba parecía como una fuente de auto-comprensión, y Tocqueville elaboró ​​fue ofrecido como base para las primeras historias nacionales escritos durante la reconstrucción. [7] Nación fue asimismo proyecta sobre los pueblos indígenas y sus paisajes, anachronized hacia atrás en el tiempo, y se extendió a las diásporas y los pueblos nómadas, todos supuestamente interpretarse con referencia a su paisaje asociado. [8] A principios del siglo XX, era inevitable que la historia nacional serviría de base para la educación histórica y la formación de los la historia de doctorado.
Historia urbana fue asimismo refundada como base para la formación académica. Historias urbanas ofrecen historiadores norteamericanos la base para narrar la transferencia internacional de la libertad de las ciudades europeas de Pirenne a sus propios pueblos del litoral. [9] la historia urbana también ofrece un paisaje primaria convincente para disciplinas como la sociología que tuvo como objetivo abordar la llamada crisis urbana de los movimientos radicales situados en enclaves étnicos. [10] Los gobiernos municipales inspirados por el movimiento de la ciudad jardín asimismo recurrido a la historia urbana de inspiración para los planes futuros de la ciudad. [11] El resultado fue una industria en auge de las historias de la ciudad, con conexión a tierra en la misma presunción de la ciudad como un paisaje privilegiado dentro de la historia nacional, seguida de una subdisciplina académica dedicada al sacrificio de las mejores prácticas de campo. En 1952 había cinco historiadores enseñan clases de historia urbana, y en 1963 hubo un diario y una conferencia. Nación y la ciudad se fijaron como los paisajes para el estudio, y se han mantenido las formas dominantes de la historia social, junto con una gran variedad de campos conceptuales (historia de la ciencia / tecnología, historia intelectual, la historia económica) desde entonces.
El problema con privilegiando nación y de la ciudad es que los paisajes son reliquias de una época que ya ha llegado a su fin. Ciudad y país obsesionados los escritores de la Europa del siglo XIX porque eran geografías emergentes que definen los flujos económicos y políticos de su tiempo. Ya en 1902, frente a la violencia arbitraria sobre las fronteras nacionales que caracterizaron la primera guerra mundial, los geógrafos como Lucien Febvre estaban llamando la atención sobre el período arbitrario y limitado en el que la frontera nacional aplicada, con el argumento de que los habitantes de cualquier región poseían una "doble conciencia "de su paisaje. Posnacionalismo despertó nuevamente historiadores del contenido problemático de la nación en 1965, cuando Smith publicó su artículo deconstruir el hexágono francés. Estudiantes de Febvre, el Annales escuela, echaron fuera de la nación en la preferencia por el Mediterráneo y el Atlántico como zonas de interrogación, y Immanuel Wallerstein le ofrecía el binario del núcleo y la periferia en el lugar de la nación.
Estas críticas son familiares para los historiadores contemporáneos de Occidente, y, de hecho, desde finales de los años 70, unos planes de estudio de la historia británica no hacen referencia alguna cuenta de la desintegración de la Gran Bretaña. [12] Sin embargo, conservan una dependencia anacrónica sobre nación y de la ciudad en nuestra la pedagogía y las prácticas de contratación, siguiendo en lugar de desafiar la economía del mercado de trabajo. El costo de mantener esas categorías, sin embargo, es un disjuntos violento entre lo que los historiadores saben y lo que practican. , la mayoría de los historiadores contemporáneos Sin embargo epistemológicamente radicales, sin embargo, el exilio estudios comparativos, estudios de emigrantes y exiliados, e incluso las cuentas de las fronteras a un no-hombre aterrice a donde es poco probable que influir en las listas de programas de estudio o examen de calificación de lectura de pregrado, a lo sumo que ocupan una sola partida.
Bajo la influencia de Cassirer, historiadores del siglo XX describen cada vez más las prácticas sensuales intervienen en la realización del paisaje imaginario.
La marea de investigaciones críticas de paisaje tenido tiene una larga trayectoria de influir en la escritura de las historias de la nación y de la ciudad. Los primeros atisbos de la influencia de la investigación del paisaje decimonónico aparecen muy temprano. Carl Bridenbaugh ciudades en el desierto (1938) organizó su historia de la América colonial en torno a la organización de la casa, pueblo y ciudad por los colonos. Oscar Hamlin comenzó su estudio de la inmigración estadounidense, los desarraigados (1951), con comparaciones de la vida del pueblo europeo y la ciudad fronteriza estadounidense. WG Hoskins con su The Making of del Paisaje Inglés (1956), y las obras de dos de sus estudiantes, de Christopher Taylor campos en el Paisaje Inglés (1975), y de Oliver Rackham antigua Woodland (1980), define la periodización frontera de Gran Bretaña de premoderna y experiencia moderna en cuanto a la organización de los paisajes cotidianos. JB Jackson estadounidense Espacio (1972) definió la realización de una nación moderna post-guerra civil a través del paisaje de las ferias de infraestructura y estatales, al tiempo de su alumno John Stilgoe Paisaje Común (1982) define la experiencia de antes de la guerra Latina en términos de los paisajes comunes de las cuatro regiones principales. Carl Schorske Siecle de Fin de Viena (1980) aplicó el psicoanálisis de paisaje para narrar la alienación de clases en el siglo XIX de Viena, y TJ Clark de la pintura de la vida moderna (1985) hizo lo mismo para París.
Sin embargo, ninguno de estos textos fue tan lejos como otro conjunto de historiadores, inspirado por la promesa política de la investigación del paisaje, que se comenzó a construir una alternativa periodización de la experiencia moderna. Frances Yates ' El arte de la memoria (1966) y El Teatro del Mundo (1969) que se encuentra el Renacimiento a través de los paisajes imaginarios y reales de los palacios de la memoria, jardines y teatros que venían a organizar la experiencia y el conocimiento. De Wolfgang Schivelbusch The Railway Viaje (1977) ofreció una historia de la economía moderna, la experiencia social, y la subjetividad interpretado a través del ferrocarril. Kenneth Jackson Garranchuelo Frontier (1985) , de John Stilgoe Borderland (1988) y alongshore (1994), de Alain Corbin El señuelo del Mar (1994) ofrecieron el suburbio y la orilla del mar - ambas zonas periféricas de la historia de la nación y de la ciudad - como esenciales paisajes para la definición de una experiencia internacional del siglo XIX. [13]
Los estudiosos han hecho hincapié en la constructividad de paisajes sensuales en la más banal de los ajustes. De Stilgoe Borderlands mostró la teología y el sentimentalismo fijo a flor de recopilación y prospecto de visión entre las mujeres estadounidenses de los suburbios después de 1860; los mismos paisajes también se han extraído para la evidencia de cómo, a través de la fetichización de la limpieza y la suciedad del siglo XIX, la casa de los suburbios negoció el exotización de la clase y de las minorías étnicas de trabajo. [14] Y otros juegan en el desarrollo de espacios de ocio estereotipadas de la modernidad y su contenido profundo: de Alain Corbin señuelo del Mar y obras similares explican los múltiples registros morales implícitos en el baño en el agua del océano y de la luz del océano, sacando una historia acerca de la realización de la identidad burguesa. [15] Los estudios de la domesticidad y la nostalgia en posguerra Rusia y Estados Unidos pusieron de manifiesto la intensificación de los anuncios que destacan los espacios comunes de la casa, creando anhelos psicológicos para una sociedad ordenada. [16] Incluso el sentido del tiempo demostró ser una categoría depende de la organización del paisaje; en tiempo de reloj y zonas horarias se estandarizaron en toda Europa y América sólo con la venida del entrenador de correos y del ferrocarril. La política moderna y los valores económicos, desde la casa suburbana de la jornada de ocho horas, evidenciaron la formación de la visión del mundo en el nivel subconsciente de paisaje.
Al reinterpretar el territorio real de la experiencia compartida, representaciones de lugares imaginarios persuadieron extraños de su pertenencia en un ámbito común de la experiencia. [17] Había tres grandes contendientes como para cuando se produjo esa ruptura.
La primera y más clásica candidato era el Renacimiento. Casi tan pronto como fenomenólogos comenzaron a investigar las culturas bajo el dominio imperial, se ubicaron como las diferencias en el tiempo del Renacimiento y el Barroco encuentra el gran cuidado sobre finicule y la ventana en la construcción. Fenomenología, en este instante, se convirtió en un desafío a la historia. La pregunta no se hizo lo que era el paisaje , pero cuando se produjo paisaje moderno? [18] La definición renacentista del paisaje moderno duró el tiempo que Frances Yates con una definición que descansaba sobre el enjambre de las representaciones. Yates y sus contemporáneos encontraron entre los neoplatónicos nuevas herramientas de representación del paisaje, desde la perspectiva lineal a la doctrina de firmas - que inventó mundos imaginarios. Estos nuevos mundos - palacios de la memoria, utopías y ciudades ideales - demostraron cómo la imaginación y la atención prestada a paisaje ampliaron los horizontes de la ingeniería, la política, y la erudición. [19]
Cada vez más, sin embargo, las generaciones posteriores por motivos políticos cuestionaron el alcance de esos horizontes. Como reconoció Denis Cosgrove, herramientas de representación tan sutil como la adopción de la perspectiva lineal colaboraron para construir la fe en los defensores de la élite. Para estas generaciones, la historia del renacimiento era cómo las élites empleado máscaras, murales, y la pintura de paisaje como medio de representación de paisaje cotidiano con el fin de fabricar una ilusión de consenso político. [20]
Un segundo contingente, más interesados ​​en la capacidad de las élites para utilizar el paisaje para una agenda política, fijada en el monumento y la primera guerra mundial. Este contingente miró más allá de los orígenes de la imaginería romántica del paisaje en el siglo XVIII hasta el momento en que fue aprovechada directamente a los efectos de la acción política. Profundo Inglaterra se refracta en la pintura, la poesía y las novelas anclado nacionalismo patricio y se convirtió en el emblema preciado de soldados que mueren en el frente. En Francia e Inglaterra tanto, monumentos a los muertos nacional se convirtieron en una fuente importante de la historia popular, mientras que los cementerios británicos exportaron un modismo de campo Inglés en todo el mundo. En Alemania y Gran Bretaña tanto, concepciones del paisaje como traducidos por los conservacionistas ofrecieron un modismo, compitiendo con el modernismo, para el diseño de las ciudades ideales. [21] La monumentalidad y la planificación urbana fechadas el punto en que el poder de las élites aprovechada paisaje romántico como una herramienta para la creación de la identidad y marshalling ciudadanos para trabajar y para la guerra.
Entre los radicales políticos, que preferían para trazar los cambios en la experiencia económica a la difícil situación de los artistas, el candidato más popular fue en cambio París del siglo XIX. Un gran número de historiadores lugar se establecieron en la década de 1860 de París, entre las épocas, cuando apareció por primera vez la atención fenomenológica a la vida de los objetos - el cuento de objeto, donde la propia bufanda cuenta la historia de cómo contingente vidas en París están entretejidos por las fuerzas más amplias. De hecho la era unió ambos temas del poder desde arriba y tradiciones desde abajo de una manera intensa. Cuando la ciudad de París volvió a Perrier y los Rothschild para los préstamos para financiar los bulevares de Haussmann, se volvieron rentas más al mercado de capitales moderno, un evento que con el tiempo outpriced tanto la clase obrera y los pequeños artesanos. Desplazados y, radicales de la clase obrera resentidos organizaron la Comuna; pequeños artesanos desplazados organizaron la nueva derecha. El paisaje en sí se convirtió en el fluido, un flujo de cambiar los valores políticos y reinterpretaciones: plazas, calles renombrados renombrados, iglesias abandonadas, estatuas derribadas y nombres antiguos para plazas de repente recordados. Toda una época de consumo, la visualidad juega en espectáculo:. Artistas formados en phenokistoscopes y conferencias populares en el ojo seducir a los espectadores con el panorama, la morgue de París, el museo de cera, y los grandes almacenes [22] paisaje moderno, estos estudiosos argumentó , fue formado como capital intervino entre los humanos y su sentido de la realidad, la transformación de todas las estructuras del entorno del precio del alquiler a la percepción y el uso del espacio público.
La más reciente contingente de estudiosos vincular la historia de paisaje moderno a las maquinaciones políticas y económicas de la edad del estado de la infraestructura. Miraron de nuevo a la edad de diques y la vela, el renacimiento del norte, viendo en estas manipulaciones económicas y políticas del territorio del nacimiento de una nueva relación entre la gente y el paisaje. A partir de la temprana Holanda moderna, fue capaz de contar una historia en la que la ingeniería civil, la revolución del transporte, el movimiento nacional parques, y la planificación urbana moderna - todas esas transformaciones, centralizados de expertos impulsada de territorio a una escala sin precedentes - estaban envueltos en uno evento. Las tensiones posteriores entre centro y periferia, entre regiones y grupos étnicos que compiten por la influencia sobre la ciudad Concejales o Juntas de Planificación o del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, se convierten en una pieza. [23] , Timothy Mitchell y Patrick Joyce aplicado en los estudios de topografía estado, edificio público , y la arquitectura vernácula para definir los paisajes de la planificación experta moderna. [24] cartas paisaje modernos las luchas modernas de centralizaton económica y política, las tensiones entre los individuos y los expertos.
Cada una de estas tendencias divergentes - arquitectónicos, cartográficos, tecnológicas y burocráticas - ha mejorado nuestra comprensión del paisaje vivido. Arquitectura historiador Gwendolyn Wright agrupa Georges Duby, Natalie Zemon Davis, y la vuelta Cultural de la década de 1980 en un "giro espacial", que "cambió el significado de la cultura lejos de las nociones anteriores de los conocedores." [25] Para ella, toda la tendencia de la historia de la posguerra ha sido una intimidad cada vez mayor con la descripción del espacio, su experiencia y su gestión.

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