Entrevista a JEAN PIERRE BERTHE
Realizada por Ana Beatriz Fernández, tomado del suplemento Ancora, Domingo 19 de noviembre del 2000. La Nación
"Todos somos inmigrandes y mestizos"
Jean Pierre Verthe, uno de los grandes conocedores de la historia americano, impartió aquí esta semana algunas conferencias sobre investigación en torno a la identidad Nacional, las relaciones y originalidad de los países de Centroamérica, su pasado colonial común y su tradición indígena.
El francés Jean Pierre Verthe es historiador, de gran estatura física e intelectual. Es fornido e incólume y con su traje entero gris y sin corbata se le percibe preciso y austero. Tiene las manos enormes y unos surcos profundos en las mejillas, huella de su fácil sonrisa y habitual oratoria. Es un conversador nato, que se toma su tiempo para expresar sus opiniones y transmitir su conocimiento. Seguramente, acostumbrado a que sus colegas y alumnos le hagan preguntas, las mías fueron dialogadas con gusto, sin presunciones y con una capacidad de asombro desprejuiciada.
He aquí un extracto de esa tarde de noviembre en el Hotel Le Bergerac, en los Yoses.
¿Dónde está la historia como ciencia social en la llamada revolución tecnológica de final de siglo?
-Esta revolución no modifica los planteamientos intelectuales de la historia. Siempre se trata de entender el pasado, de si en este pasado podemos encontrar la explicación de algunos caracteres que pueden parecer singulares. Lo que ha cambiado es la capacidad de reunir, tratar y conseguir información, con una velocidad que no se puede entender. Esta mañana tuve una discusión de casi dos horas con colegas y con varios investigadores de diferentes niveles académicos y uno me explicó que había una especie de diálogo que reunía a varios centenares de investigadores a través de internet. Entonces les dije: "Todo eso es maravilloso, da posibilidades antes totalmente desconocidas". Discutir por correo electrónico es casi obtener la respuesta como si uno estuviera hablando directamente; queda un texto, se puede redactar, se puede mandar un artículo, se puede consultar un libro a distancia, pero eso nos obliga a vivir a un ritmo a veces espantoso. Y hay que tomar a veces el tiempo para reflexionar antes de contestar. Además, el cúmulo de información es tal que nos aplasta. Eso de dialogar con centenares de gente al mismo tiempo plantea problemas que todavía no vemos adónde nos pueden llevar. Entonces, yo le dije a este muchacho: "Por favor, cada tres o cuatro meses hagan un balance de este diálogo para ver si no están perdiendo el tiempo". Hay gente que se expresa en internet y no tiene nada que decir. Es una forma de información totalmente nueva y revolucionaria pero el contenido de la información ¿de dónde viene si no de nuestra mente? Eso no ha cambiado. Estas facilidades no deben hacernos olvidar que hay libros buenos y hay libros malos; el hecho de vehicular, transmitir un texto, no le añade calidad. Pero evidentemente fue una revolución tan profunda, y tal vez más, como lo fue la imprenta hace cinco siglos.
Para enseñarla ¿hay que cotidianizar la historia?
-En la actualidad hay una aceleración de la historia que hace que el modo de vivir de hace 20 años nos parezca tan lejano como el de hace un siglo. La historia es una de las materias más difíciles de enseñar, porque con gente joven hay que darles una idea a través de material concreto. En estos países de América hay la posibilidad de comparar, por ejemplo, lo que queda de las culturas indígenas con la tradición clásica de Europa. Al fin y al cabo son culturas paralelas; aquí se descubrió el cultivo del maíz y nosotros descubrimos el trigo. En este campo, la televisión, el cine ayudan mucho cuando son buenos. Lo peor es la visión identitaria, nacionalista, chauvinista. Decir: "Nosotros los costarricenses -franceses, mexicanos- somos los buenos, inteligentes y los demás son unos pendejos que nos vienen a molestar", eso verdaderamente es un pecado mortal. Esta gente difunde el odio por el otro y el otro es nuestro hermano, sea negro, de color bronce, amarillo, no importa. Todos somos mestizos. Este es un país de inmigrantes actuales y antiguos porque también los indios de aquí vinieron de otra parte, seguramente de Asia. Esta visión relativiza.
Dice Bertold Brecht que la historia es contada por los vencedoresÖ
-La historia puede ser un instrumento político y lo es principalmente en la construcción de historias nacionales, nacionalistas o chauvinistas. No hay que confundir el patriotismo, que es la solidaridad con la gente con quien se vive, y el odio al extranjero. Paul Valéry decía que la historia nacional podía emborrachar a los pueblos y volverlos soberbios, amargos e insoportables.
Y construyen mitosÖ
-Claro, y precisamente al historiador le toca deshacer los mitos. Ver la realidad. Por ejemplo, mis amigos costarricenses me dicen que acá existe el mito de que Costa Rica es un país democrático, tranquilo, sin lucha civiles. No es la verdad, también Costa Rica ha conocido guerras civiles y dificultades e invasiones, conflictos sociales, incluso étnicos. Eso hay que verlo como pasó y no construir la mentira retrospectiva, porque muchas veces la historia es eso.
¿Se puede recuperar la historia de género cuando la historia ha sido contada por el patriarca?
- Un maestro mío decía: "El hombre se parece más a su momento que a su padre". Existe más documentación de la que parece. En realidad cuando se abren los ojos sobre el papel de la mujer en la historia se encuentra todo lo que uno quiere. Naturalmente que no se ha expresado de la misma manera, pero sin mujeres no hay humanidad. Además, hubo muchas mujeres que se expresaron: políticas, reinas que tomaron las riendas del poder con una fuerza increíble.
La colonización, ¿la seguimos viviendo?
-Ese es un tema complicado. Primero, todos los pueblos cuando se encuentran en una situación de mayor fuerza han colonizado. La colonización es un fenómeno general. A veces hay que tener mucho cuidado al utilizar las palabras. Por ejemplo, los descendientes de españoles que viven en América se consideraban, por lo menos en el momento de la independencia, como colonizados que hicieron una revuelta contra sus colonizadores metropolitanos. Pero los herederos de los colonizadores eran ellos. Los criollos que proclamaron la independencia no eran colonizados. La frontera entre los colonizados y los colonizadores no pasaba a través del Atlántico, pasaba dentro de la sociedad misma: por una parte, los criollos que eran tan españoles como los de España y, por la otra, los indios. Y eso no ha cambiado fundamentalmente. Además hay una relación colonizadora entre pobres y ricos, totalmente independiente del color. Los costarricenses, la mayoría, se pueden clasificar como blancos, pero no son iguales. Hay los que tienen residencias de cinco hectáreas y los que viven en una casa humilde; estos son colonizados. Además hay una colonización económica; los Estados Unidos están colonizando el mundo, imponiendo su proyecto, sus productos, su voluntad, pero eso no se llama colonización, se llama imperialismo.
¿O globalización?
-Los franceses decimos mundialización. Esto hay que verlo con objetividad porque hay excesos que no son admisibles. Puede que la internet sea una globalización, una mundialización, pero puede ser positiva y puede ser negativa. En la realidad la ocupación -yo no digo descubrimiento, digo invasión- de América fue una primera mundialización, porque se establecieron relaciones entre grupos humanos que no habían tenido contacto. Pero un encuentro de este tipo puede tener consecuencias de una violencia extrema, como ocurrió. El milagro es que hayan sobrevivido los indios.
Modestia ejemplar
"Soy historiador, universitario francés, ahora jubilado, pero todavía muy activo. Cursé mis estudios en Francia, después muy joven vine a México, en donde viví unos años con mi familia, fui profesor del Liceo Franco-mexicano y como ya tenía preparación de historiador me dediqué a estudiar la historia sobre el periodo colonial, sobre la nueva España en México. Escribí varios artículos, estudios, etc. Me regresé a Francia, entré en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales en la Universidad de París. Durante unos 35 años dirigí tesis y tuve todo un grupo de estudiantes franceses, mexicanos, centroamericanos, etc., con los cuales establecí muy buenas relaciones de compañerismo y amistad."
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