La historiografía costarricense tuvo un excelente 2014. Ello se reflejó en la publicación de libros, encuentros, congresos, jornadas de investigación, mesas redondas y luchas por la cultura histórica. Muchas actividades se realizaron pero en esta ocasión vamos a destacar algunas que por su transcendencia en la historiografía; su impacto en la formación de nuevas generaciones y su peso en la interpretación tuvieron un campo especial.
En primer lugar debe mencionarse a los dos grandes congresos realizados en Centroamericana donde los historiadores costarricenses tuvieron una valiosa intervención, ambos en el mes de julio. El XII Congreso Centroamericano de Historia continuó fortaleciendo los espacios de debate entre historiadores centroamericanos y centroamericanistas. Al igual que en otras ocasiones se desarrollaron diversas temáticas presentadas en distintas mesas de trabajo. Hubo trabajos sumamente interesantes que se colocaran en la red de Congresos que tiene la Escuela de Historia. Hubo conferencias con un alto nivel de académico, dando la posibilidad generar espacios de trabajo colectivo. El segundo, fue el Congreso Mundial en el cual los historiadores más avezados en la historia comparada a nivel mundial, dieron muestras de las interconexiones entre la historia ambiental, política, económica, social y cultural. La gran donación de libros al CEDOCIHAC deja claro los grandes retos de la historiografía costarricense y centroamericana en el contexto de la historiografía mundial. Ambos eventos dejaron claro que la historiografía de hoy debe ser grupal, colaborativo, cooperativa y esencialmente buscando responder grandes problemáticas.
El segundo hito, fueron dos aniversarios. El Centro de Investigaciones Historiográficas de América, Central (CIHAC) cumplió 35 años de existencia y en el cual reunió a cinco grandes historiadores de distintas escuelas como fueron Guillermo Castro ( centroamericano - historia ambiental), Juan Manuel Palacio (argentino – historia regional y laboral); Rodolfo Aguirre (mexicano – historia colonial y educativa); Jean Louis Guerreña (europeo – historia de la sexualidad y la educación); Jeffry Gould (estadounidense - historia política). Además de mesas redondas,conferencias y jornadas de investigación. EL CIHAC llegó a estos 35 años gracias a los conocimientos, experiencias adquiridas, el aprendizaje respetuoso; a la colaboración y a la transmisión de competencias y sabes sin ánimos egoístas. La máxima repetida por muchas veces de que "Progresamos porque estamos parados en los hombros de gigantes" es aplicable a la historia del CIHAC muchos nos formaron y enseñaron. A todos ellos que tuvieron ese espíritu muchas gracias. Asimismo, Diálogos cumplió 15 años. La revista se creó en 1999 y desde entonces ha jugado un papel fundamental en el desarrollo historiográfico, especialmente durante los últimos cinco años. Esta publicación ha logrado crear una comunidad interdisciplinaria y sus contenidos son reconocidos en América Latina y más allá de la región. De esta manera, se ha logrado posicionar como un espacio de consulta y análisis académico que da a conocer la investigación histórica que se produce en Centroamericana. Desde el inició nació como un proyecto abierto al debate, a la interpretación, a la colaboración y con un gran compromiso hacia la sociedad costarricense y centroamericana
Un tercer hito fue la riqueza de la publicaciones. Lo interesante, fue la cantidad de buenas publicaciones. A ojos de este lector sin duda la mas atractiva fue la “Formación de la clase media en Costa Rica (1890-1950) de George García Quesada, la cual vino a rescatar una problemática dejada de lado por la historiografía costarricense. Una publicación llena de interesantes reflexiones y sugerencias de investigación. Otra publicación valiosa fue la de Jorge León, Justo Aguilar, Manuel Chacón, Gertrud Peters, Antonio Jara y Lourdes Villalobos “Historia Económica de Costa Rica en el siglo XX: crecimiento y políticas económicas” y la compilación de Ronny Viales La conformación histórica de la región Atlántico/Caribe costarricense: (Re) interpretaciones sobre su trayectoria entre el siglo XVI y el siglo XXI” . A ello se unen publicaciones que con esfuerzo tesonero y de colaboración salieron con ayuda de instituciones extra universitarias. Las tres publicaciones citadas sin duda merecen un gran reconocimiento.
Un cuarto logro fue la defensa de la cultura histórica y geográfica en las aulas de secundaria. Nunca en la historia reciente se procuró implantar unos planes de estudio que erradicaban las formas de pensamiento histórico en aras de implantar una serie de contenidos ideológicos insostenibles en la realidad: a los viejos mitos liberales de la democracia blanca, la igualdad en la pobreza y la ascendencia europea costarricense; los intelectuales neoliberales querían insertar otros como la Costa Rica siempre verde, prospera, pacifica, ciudadana e igualitaria cuando en la realidad el modelo extractivista y de des-posesión de las clases mas vulnerables esta en total apogeo. La lucha revirtió los nefastos planes curriculares a pesar de la complacencia de la inteligentsia al servicio de la plutocracia.
Finalmente, en el ámbito de la cultura histórica, no dejó de sorprender en todo el 2014, el proyecto Claves dirigido por José Daniel Gil, quien junto a jóvenes historiadores realizan con su esfuerzo y pocos recursos una brillante lección del sentido social de la historia para la sociedad costarricense. Un claro mentís a los defensores a ultranza de la “historia para la fama personal”, donde lo social queda relejada por la fama
Merecen un mérito especial la declaración de la licenciatura bimodal en la Enseñanza de los Estudios Sociales y la Cívica de la EHUNA; la creación de una Comisión Inter universitaria en la enseñanza de los Estudios Sociales y la Cívica donde la UNED, la UNA y la UCR y sus escuelas se comprometen a fomentar una enseñanza de la historia y la ciudadano de calidad en los ámbitos de la enseñanza pública.,
Toda selección es injusta pues se dejan muchos trabajos y esfuerzos. Los citados tienen un mérito, que sin mucha publicidad tuvieron una trascendencia real en el desarrollo historiográfico; denotaron un impacto positivo en la formación de nuevas generaciones y, desde luego, han contribuido en conocer interpretar y aprender la realidad social circundante.
El 2015 se auguran nuevos éxitos. Ojalá superen lo logrado en el 2014 para bien de la historiografía y de la sociedad costarricense y centroamericana.
La historia comprometida con la sociedad, a veces tan poco valorada por la academia dura, recibe reconocimientos internacionales. Hace poco, en noviembre, el historiador chileno Francisco Estévez Valencia, recibió el premio UNESCO Mandanjeet Singh 2014 por su contribución en temas de promoción de la tolerancia y la no violencia. Francisco Estévez es un historiador y profesor universitario que se dedicó a la defensa de los derechos humanos y la democracia durante la dictadura de los años 73 al 90, y al acabarse ese régimen, desempeñó un papel fundamental en la campaña cívica “Para creer en Chile”, cuyo objetivo era difundir los contenidos del informe de la Comisión Verdad y Reconciliación.
El Premio UNESCO-Mandajeet Singh para la promoción de la tolerancia y la no violencia se creó en 1995 con motivo del Año de la Tolerancia y el 125º aniversario del nacimiento del Mahatma Gandhi. Su objetivo es ensalzar la tolerancia en las artes, la educación, la cultura, la ciencia y la comunicación. Se entrega cada dos años a personas o instituciones que hayan contribuido de manera excepcional en favor de la tolerancia y la no violencia.
Ambos ganadores, seleccionados por un jurado internacional, compartirán los cien mil dólares de dotación del premio.
Los miembros del jurado para la edición 2014 del premio fueron: Ioanna Kuçuradi (Turquía), Marek Halter (Francia) y Kamal Hossain (Bangladesh)
En la primera edicción de los Ranking de profesores
que tenemos perfil en Google Scholar construido con los datos recogidos
durante la segunda semana de diciembre 2014 apracemos, junto al doctor David Dìaz Arias, entre los 100
primeros investigadores de Costa Rica. Este indice se realiza a partir de los
perfiles públicos de los investigadores que trabajan en el Costa Rica
instituciones (Costa Rica, América Central).
Si bien, es un indice BETA de los Ranking de los
científicos en función de su declarada (voluntariamente) presencia en el
Google Académico Citaciones base de datos, es importante, pues permite
ir rompiendo con las indexaciones del mundo anglosajón.
Ya en otros momentos hemos recomendado participar en
los indices academia.edu; reserch gate Wikepedia y Mendeley. Seguimos
en la tarea de seguir incentivando la visibilidad de los historiadores
costarricenses.
En la primera edicción de los Ranking de profesores que tenemos
perfil en Google Scholar construido con los datos recogidos durante la
segunda semana de diciembre 2014 apracemos entre los 100 primeros de
Costa Rica. Este indice se realiza a partir de los perfiles públicos
de los investigadores que trabajan en el Costa Rica instituciones (Costa
Rica, América Central).
Si bien, es un indice BETA de los Ranking de los científicos en función
de su declarada (voluntariamente) presencia en el Google Académico
Citaciones base de datos, es importante, pues permite ir rompiendo con
las indexaciones del mundo anglosajón
Ya en otros momentos hemos recomendado participar en los indices
academia.edu; reserch gate Wikepedia y Mendeley. Seguimos en la tarea de
seguir incentivando la visibilidad de los historiadores costarricenses.
[ENSAYO] En el IV Seminario Internacional sobre Historiografía, el académico francés François Hartog presenta hoy Creer en la historia, en la U. Finis Terrae.
por Pablo Marín - 28/11/2014 - 08:56
Tomado de http://www.latercera.com/noticia/cultura/2014/11/1453-606466-9-nuevos-asedios-a-la-historia.shtml
En su Gran Diccionario de 1866-76, Pierre Larousse anotaba que “hoy la historia se ha vuelto, por así decirlo, una religión universal. Reemplaza, en todas las almas, las creencias extintas y quebrantadas (…). El derecho, la política, la filosofía, le piden prestadas sus luces. Está destinada a ser, en medio de la civilización moderna, lo que fue la teología en la Edad Media y en la Antigüedad: reina y moderadora de las conciencias”.
Hoy la disciplina, tras Hiroshima, el Holocausto y el fin de los grandes relatos redentores, tiene un estatus distinto: nuestro mundo ya no está atravesado por el avance sin freno de la historia y los historiadores ya no son intermediarios entre pasado, presente y futuro. Entre otras cosas, porque el futuro apenas se vislumbra. Y porque sustituimos al ídolo de la historia por un cuarteto -memoria, conmemoración, patrimonio, identidad- dirigido por el presente.
Pero que estemos secuestrados por el “presentismo” no significa que haya que dejar de creerle a la historia y, menos aún, de creer en ella. Más bien lo contrario. Eso sí, señala François Hartog a La Tercera, “antes de creer (nuevamente) en la historia, hay que saber por qué ya no creemos, al menos en esa historia que fue la gran creencia del siglo XIX y la mayor parte del XX”. Actualmente, concluye, “no tenemos un concepto de historia a tono con la experiencia del tiempo contemporáneo”.
Las palabras de Hartog, director de estudios y profesor de historiografía en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, explican el sentido general de su último libro. Aparecido en Francia el año pasado, Creer en la historia es fruto de una traducción local y su presentación, hoy a las 12.00 en la U. Finis Terrae, se enmarca en el IV Seminario Internacional sobre Historiografía. Un volumen que interroga el concepto moderno de historia y constata el vuelco contemporáneo en nuestras relaciones con el tiempo, complementando sus reflexiones en obras como Regímenes de historicidad (2003).
De Balzac a McCarthy
Dividida en cuatro partes y un intermedio, la obra se pregunta por el rol del historiador (¿Juez de instrucción? ¿Un “experto” más de la mediósfera contemporánea?), por los acercamientos y rupturas con la retórica y la poética, por las políticas memoriales. Y termina preguntándose si, en los últimos años, desdibujada hace tiempo ya la flecha del progreso, ha vuelto la historia a “ponerse en marcha”.
Y para dar sentido a un concepto arisco, cabe investigar o reconsiderar una variedad de fuentes. Por ejemplo, el Angelus Novus, la pintura de Paul Klee que fue propiedad de Walter Benjamin y sobre la cual éste escribió una de las tesis que figuran en Sobre el concepto de historia. Benjamin vio acá un “angel de la historia” que mira al pasado mientras un huracán (el progreso) lo empuja irremediablemente hacia el futuro”. A Hartog, por su parte, la obra le sugiere otra interpretación: “Cuando la figura del progreso no era discutida, la historia que escribían los historiadores esclarecía la historia que hacían los hombres, mostrando lo que habían hecho. De aquí en adelante, o por el momento, se ha terminado ese régimen historiográfico”.
Pero más necesaria para Hartog es la novela: mal que mal, “la historia moderna y la literatura moderna, bajo la forma de la novela, triunfan juntas”. Parte por el siglo XIX, “que vio imponerse esta evidencia doble: la de la historia, concebida como proceso, llevada por un tiempo actor, viviéndose según el modo de la aceleración; la de la novela, llamada a decir este mundo nuevo”. Y arranca con Balzac, pues el autor de La comedia humana instala temporalidades distintas en un mismo cuadro histórico, dando cuenta, por ejemplo, de “trayectorias aceleradas o quebradas de personajes que suben muy alto o que caen muy bajo”. La sociedad balzaciana, agrega, “está enteramente atravesada por tiempos discordantes que se frotan y chocan entre sí, a veces trágicamente. Frente a las pervivencias, están las novedades, la moda del día, los torbellinos de lo que está en boga, las fortunas que se hacen y se deshacen”.
El largo camino por las letras acá recorrido, que pasa entre otros por Tolstoi, Musil y Sebald, lo lleva hasta la literatura norteamericana de nuestros días. A Don DeLillo y Cormac McCarthy, que “exploran la post-catástrofe”, como explica Hartog desde París. Respecto del segundo, el académico entra en las minucias de La carretera (2006), precisamente por su ambientación post-apocalíptica. Más aún, llama la atención sobre las abismales diferencias entre dos obras de nombres muy parecidos, escritas con medio siglo de diferencia por dos talentos de sus respectivas generaciones: En el camino, de Jack Kerouac (On the road) y la señalada novela de McCarthy (The road). “Se podría decir que los viajeros de Kerouac también viven al día, sin dinero pero con astucias, de borrachera en borrachera”, afirma Hartog. “Sin embargo, tienen la certeza de un porvenir, no del suyo, sino del porvenir como tal. El presente de los segundos no es el mismo que el de los primeros. De una ‘carretera’ a la otra, el futuro se ha eclipsado”.
Con urgencia de Historia Una “década ganada” [1] es un objeto de estudio enorme y emocionante para quienes aman la Historia y para quienes la respetan. No hay atenuantes. Para ese objeto de estudio hacen falta historiadores que tengan urgencia de saber y de saberse sujetos históricos; que entiendan su lugar ante los hechos y ante los dichos; que desplieguen métodos y ciencias urgentes para atender y entender lo objetivo y los subjetivo. Se necesita el concurso de historiadores serios, en cantidad y en calidad. Eso se percibe en Argentina, en todas partes y a todas horas.
Formar historiadores, a la altura de su Historia, es además de proceso lento muy caro. Formarlos con conciencia de su papel histórico y dispuestos a asumirlo no es fácil y siempre es un reto. Formar científicos de la Historia con fundamentos de lucha y con militancia inteligente es, por colmo, urgente. Y la urgencia crece si se mira con detalle el abrumador proceso de cambios inconclusos que tapiza al presente, al pasado inmediato y al futuro que se asoma. Las urgencias tironean, se empecinan y se multiplican porque, a diario, pasan muchas cosas de todo tipo y en todo tono. Pasan cosas que aceleran y pasan cosas que retardan lo avanzado. Pasan a toda velocidad y en cada rincón. Se mueve la Historia y exige quien la cuente. A muchos suena increíble pero hay Universidades Públicas y Gratuitas formando historiadores y haciendo Historia ellas mismas. Es el caso de la UNDAV [2] (Universidad Nacional de Avellaneda) donde los profesores de Historia ejercen su derecho de licenciarse para asumir su lugar en la batalla de las ideas que también es histórica. Ahí se entiende que se impulsa a los historiadores porque eso es un derecho… que estudiar Historia es un derecho y es una responsabilidad.
Era de esperarse. Se veía venir el momento en que fuese insuficiente formar historiadores con los métodos “clásicos”, (algunos de ellos vetustos y anacrónicos) se veía el momento en que esos “métodos” comenzarán a flaquear ante el rigor y la velocidad de los hechos que la humanidad desata para luchar contra todo lo que la frena. Era de esperarse que las ciertas herramientas de las cúpulas y las sectas “academicistas”, se quedaran cortas y era se esperarse la necesidad y la urgencia de historiadores capaces de ponerse a tiempo con el tiempo que les toca… ocurra cuando ocurra. Cuando el motor de la Historia acelera el paso, muchos caen al precipicio de sus trampas ideológicas.
Era de esperarse, sobre todo, porque un cúmulo de acontecimientos históricos fue desatado con la fuerza de un pueblo que fue devastado y humillado por el neoliberalismo más bestial, pero que ha encontrado vías para resarcirse y superar las taras y las trabas que le han sido impuestas. Y cambió el paisaje. No sólo porque ha surgido un aliento reivindicatorio y dignificante sino porque emergió un poderío político, principalmente (aunque no exclusivamente) en los jóvenes, que tienen claro su papel histórico para frenar, a toda costa, la amenaza letal de los “buitres” internos y externos que se infiltran en la vida democrática camuflados de mil maneras… incluso reformistas. Y todo eso no puede quedarse invisible en la maraña de las trampas mediáticas que pretenden ahogar lo histórico entre páginas de tironeo anestésico y amarillista.
Los hechos son muchos. Son tantos que exceden las fuerzas y las capacidades de los historiadores actuales. Son tantos los hechos y tantos los dichos que las posibilidades de investigación, registro y sistematización (por mencionar algunas) abruman por su cantidad tanto como por su diversidad y su complejidad. Quienes enseñan Historia así como quienes la investigan y la escriben, ven ante sí un período rico en oportunidades para sacudirse las viejas trabas burocráticas y rutinarias que atraparon a la Historia en una red ideológica de inoperancias y traiciones de todo tipo. Está a la vista una oportunidad histórica, de movilizar a la Historia como ciencia para que sirva puntualmente a las tareas del presente y del futuro que nos exigen memoria viva, claridad de contenidos y precisión de acciones en los lugares y tiempos correctos. Es decir al lado de los que luchan por un mundo mejor. Esa es la Historia.
Según se ve hoy, Argentina es un país que no está dispuesto a retornar al saqueo y al hurto al que se la confinó durante los años más infernales del neoliberalismo. Según se ve hoy, el país está nutrido por oportunidades grandes y buenas que no alcanzan por sí solas cuando lo urgente es profundizar lo hecho -con autocrítica y con mano firme- ante lo mucho que falta por hacer. Y eso también es histórico. Hacen falta muchos historiadores, científicos de la verdad y del rigor metodológico. Hacen falta muchos historiadores armados con fortalezas éticas y pegados a las luchas desde abajo. Lo pide a gritos la Historia y lo pide a gritos un pueblo que necesita superar sus contradicciones más hondas para desatar todas sus fuerzas en plena lucha de clases.
Argentina necesita historiadores con urgencia de futuro. Necesita centros de estudio ágiles, motivados y motivantes. Centros de investigación y centros de divulgación que cumplan la tarea de empoderar a los pueblos con el conocimiento crítico de sí mismos, narrando la historia que ellos mismos hacen. Historiadores dispuestos a asumir su papel histórico y a protagonizar una etapa nueva en sincronía con una “década ganada” y muchas décadas de profundización efectiva y autocrítica. Argentina necesita historiadores en el ejercicio pleno de su derecho a saber, a ciencia cierta, lo que debemos saber todos, porque es nuestro derecho, con la seriedad de la lucha y el compromiso de expandir fronteras para entenderse plena y parte de una “Patria Grande”, Latinoamericana y mundial. Aunque algunos quisieran que esta Historia se finalizara, hay que informales que la Historia exige todo lo contrario. Y con urgencia.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
México, DF. El historiador, jurista y diplomático Silvio Zavala falleció hoy a los 105 años, informó en un comunicado el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Ex director del Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec, de 1946 a 1953, mantuvo una estrecha relación con el Instituto, que lo llevó a donar su acervo personal a la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. Destaca el testimonio de un intercambio epistolar con el historiador Rafael Altamira, en el que se da destimonio de las condiciones del intelectual español exiliado en Francia durante la Segunda Guerra Mundial.
El corpus de cartas enviadas por Rafael Altamira a Silvio Zavala es sólo una parte de los documentos, testimonios, reconocimientos, diplomas y pasaportes españoles que el propio diplomático entregó a la biblioteca del INAH, para su resguardo.
Se rindió homenaje al historiador Francisco Enríquez Como parte de la celebración del 15.º aniversario de la Revista Diálogos, se le hizo un homenaje al M.Sc. Francisco Enríquez (foto Laura Rodríguez).
Artículo realizado por Andrea Marín Castro, Periodista Oficina de Divulgación e Información
ememorando el esfuerzo y las ilusiones que llevaron a la creación de la revista digital de historia Diálogos fue como se celebró los 15 años de esta publicación que es un proyecto de difusión colaborativade la Escuela de Historia, el Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC) y el Posgrado Centroamericano en Historia.
El Dr. Juan José Marín Hernández, director del CIHAC manifestó que “esta iniciativa forma parte o trataba de formar parte de un gran proyecto que buscaba establecer lazos entre generaciones, áreas historiográficas, problemáticas e insertar la historia centroamericana en el mundo académico mundial. Tareas que solo pueden hacerse a través del diálogo, el trabajo colectivo y el esfuerzo solidario”.
La revista se creó en 1999 y desde entonces ha jugado un papel fundamental en el desarrollo historiográfico, especialmente durante los últimos cinco años. Esta publicación ha logrado crear una comunidad interdisciplinaria y sus contenidos son reconocidos en América Latina y más allá de la región. De esta manera, se ha logrado posicionar como un espacio de consulta y análisis académico que da a conocer la investigación histórica que se produce en Centroamérica.
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El Dr. Juan José Marín recalcó algunos de los logros de la Revista Diálogos durante estos 15 años (foto Laura Rodríguez).
Reconocimiento a la trayectoria
En este acto también se rindió homenaje al M.Sc. Francisco Enríquez Solano, historiador y decano de la Facultad de Ciencias Sociales. El reconocimiento se hizo para destacar su trayectoria en el desarrollo historiográfico de la historia local y regional y por su obra como maestro que ha sabido interpretar la importancia del sentido del lugar en las identidades y la sociedad costarricense.
En la actividad estuvieron presentes estudiantes y docentes de la Escuela de Historia (foto Laura Rodríguez).
El Dr. Marín destacó algunos de los aportes del homenajeado como su capacidad de diferenciar la historia regional de la local como campos de estudio serios, meticulosos e interpretativos, pero con su propia lógica de investigación. Así mismo, mencionó que su labor ha salvado del olvido y de la invisiblilización a las personas y espacios considerados marginales. También alabó la capacidad del investigador de conversar, escuchar y hacer la historia con la gente.
Conmovido y agradecido por el reconocimiento, el M.Sc. Enríquez recalcó su motivación para retomar la investigación una vez que termine su periodo al frente del Decanato de la Facultad de Ciencias Sociales.
En relación con el aniversario de Diálogos manifestó su satisfacción de poder ver el fruto de tantos años de trabajo, que se ha convertido en un producto que se renueva constantemente y que acapara primeros lugares
Las polémicas en historia abundan y son el alma de la historiografía. No
obstante, la historiografía enfocada en cómo se escribe la historia, el uso
apropiado de las fuentes, métodos, teorías y la concordancia entre lo escrito y
lo documento a veces queda relegada con respecto a la realidad que estudia.
Asimismo, el trabajo de los
historiadores es poco sensible a los otros posibles escenarios alternativos, de
los contextos de los de abajo, la complejidad de las condiciones de los
subalternos en su época; de las múltiples vías de la realidad; lo estremis de
los procesos sociales; los intríngulis del poder dominante no siempre visible
Los debates en la historiografía
costarricense y en especial los esbozados en Ancora pocas veces resultan
concluyentes. Respetando los argumentos de Díaz y Picado y su gran calidad como
intelectuales, hay un especial atractivo en la versión de Picado, la cual nos
acerca a esa historia oral de la época de los subalternos no escrita y que
vivió un periodo extremo en sus luchas; a la multiplicidad de vivencias más
allá de las esbozadas en los periódicos y la historia oficial y a una gran
complejidad de los cambios que sucedían en la época. Al menos, en mi caso, la
versión de Picado ofrece una visión de lo que recordaban y vivieron mis
familiares maternos y que una vez un colega historiador señaló que no le
importaban esas visiones pues como historiador debía limitar a las fuentes que
consulta, daba la inmensidad documental y esperar que lo consultado permita
acercarse y comprender con la mayor veracidad posible la realidad.
Las posiciones de Díaz y Picado deben
leerse, analizarse y considerarse sin la idea que una silencie a la otra. Ambas
merecen ser escuchadas y examinadas. En mi caso, la tesis doctoral de Díaz
(pronta a publicarse como libro) me resulta fascinante y desmitificante de la
historia de los calderocomunistas. Y lo que llevó leído de Picado me vuelve a
acercarme a una historia familiar, de represión, de vida incierta, miedos,
convicciones y en fin a una historia múltiple, rica y vivida en forma
totalmente distinta a lo enseñado por la historia oficial.
Mi conocimiento del periodo nace delas
clases subalternas y marginales y desde ella comprendo la riqueza del trabajo
de Picado.
Conociendo que esta polémica no se resolverá
y que más bien es un debate abierto a seguir investigándose, no queda más que
agradecer a Miguel Picado por abrir temas, descubrir nuevas fuentes,
desempaquetar polémicas enterradas; enseñar nuevas lecturas a las fuentes;
propiciar nuevas investigaciones y en mi caso, acércame de nuevo a las
historias familiares y de lo que considero a mis grandes maestros…. Esos
zapateros que me enseñaron la historia de y desde abajo, esa que es muy
distinta a la historia hegemónica del poder enseñada dogmáticamente en las
aulas de escuelas y colegios.
Abrir
fuentes, debates, versiones y repolemizar lecturas de acontecimientos es un
atributo que no puede quedar al margen…..
****
Un estimable
estudiante colocò dicha polémica como un primer round, pero en realidad fue
Destacar que en cada uno de esos round como los llamas ha predominado un gran
respeto y decencia en cada uno de los contendores, aspecto poco usual en las
polémicas de Ancora o de La Nación, aspecto que lo digo con sentido de causa,
donde las polémicas se señalan en términos personales, tergiversadores y de
crítica de la más insana, en términos historiográficos
Si bien, muchos están sentados esperando ver correr sangre, en esta polémica ha
predominado el respeto, los argumentos y la enseñanza de la buena. De momento,
en mi caso la sigo para seguir aprendiendo. Y como señale en otro post
agradecimiento con don Miguel Picado por abrir temas, descubrir nuevas fuentes,
desempaquetar polémicas enterradas; enseñar nuevas lecturas a las fuentes;
propiciar nuevas investigaciones y en mi caso, acércame de nuevo a las
historias familiares y de lo que considero a mis grandes maestros…. Esos
zapateros que me enseñaron la historia de y desde abajo, esa que es muy
distinta a la historia hegemónica del poder enseñada dogmáticamente en las
aulas de escuelas y colegios.
Y
desde luego, a David en sus trabajos sobre el calderocomunismo que desmitifican
la historia oficial. Y tal vez, junto con el último libro de George García, que
continúo leyendo, una excelente forma de acercarse a la formación de
conciencias de grupo.
Los rounds seguirán y difícilmente sean concluyentes, pero sin duda, si
continúan con la senda de respeto llevada hasta ahora, una fuente de
aprendizaje indudable.
Tomado de
http://www.jornada.unam.mx/2014/11/16/opinion/028a1mun
Claudio Lomnitz
E
l viernes 14 de noviembre falleció en Berkeley, California, el argentino Tulio Halperín Donghi, quien fue, con toda probabilidad, el historiador latinoamericano más importante de los últimos 40 años. Recibí la noticia en Buenos Aires, el mismo viernes, en una conferencia sobre historia intelectual latinoamericana, organizada por varios de sus amigos más próximos. La consternación de todos –el sentimiento de una pérdida irreparable– convivía con una conciencia difusa y dolorosa de que esta muerte marca también el final de una época y de un ejercicio crítico de investigación y de implicación en el debate público que no será ya nunca igual.
Tulio Halperín fue autor de numerosos libros de historia de la república Argentina, que consiguen, en su conjunto y cada uno, promover una reflexión crítica del fracaso de la idea nacional y de la polarización social como pasión y destino.
Conocí a Tulio hace unos 15 años en la Universidad de Chicago. Había venido de California por una iniciativa coordinada por uno de sus estudiantes, Nils Jacobsen, y por mi, y tuvimos la buena fortuna de traerlo justo en un día tibio y primaveral –no hay nunca más de dos o tres semanas así en el año en Chicago– y pude por eso pasear varias horas totalmente placenteras con Tulio. La pasión por la conversación era una marca de Tulio y un punto natural de identificación entre nosotros. Pasamos de manera natural del chisme profesional a la historia, a impresiones de la política en América Latina y en Estados Unidos.
La conferencia que dio Tulio en esa ocasión me dejó una impresión profunda –era la primera vez que lo escuchaba hablar. Y creo que nunca he visto una demostración parecida de profundidad, inteligencia, ironía, erudición y memoria. No resumo el contenido de su charla –que a estas alturas está ya desdibujada en mi memoria–, sino que me detengo en vez en un detalle:
Tulio llegó a dar su conferencia armado sólo de un lápiz. No traía papel ni un cuaderno. Tampoco un portafolios. Y así, desnudo de cualquier apoyo a la memoria, se sentó en la cabecera de la mesa de seminarios, puso el lápiz sobre la mesa y nos dio una conferencia de 45 minutos perfectamente armada –diría yo que perfectamente redactada–, como si se hubiera aprendido de memoria uno de sus brillantes textos. Hijo de un profesor de latín y de una profesora de castellano, Tulio fue un notable escritor y estilista, y su conferencia era también así: una composición perfecta, presentada con todo y citas textuales de fuentes primarias. Nunca había visto –ni he visto desde entonces– alguien con una memoria así, alguien capaz de una hazaña así. Y toda la conferencia, tan rica tanto a nivel de análisis como de investigación, mezclada siempre con el gozo de un amor por el prójimo, hecho manifiesto, curiosamente, por un rasgo que usualmente no asociamos con el amor: la malicia y la ironía.
En la voz y en la escritura de Tulio la malicia y la ironía, el gusto por el chisme y por lo mundano, era ante todo un regodeo en la condición humana, una obstinación por no permitir que las circunstancias de cada uno fuesen hechas de lado como si fuesen insignificantes. Por eso Tulio era un verdadero historiador. Había en ese rasgo una estimación y aprecio por la situación humana –aprecio que lo hacía filosamente crítico y a veces algo temido, pero, creo, siempre respetado, aunque fuera a regañadientes.
El último libro de Tulio, que todavía no leo porque apareció hace pocas semanas, es un breve tratado sobre Belgrano, el único héroe argentino que no ha sido blanco de ataques de peronistas ni de antiperonistas, y que es sometido a un estudio que parece reminiscente en espíritu al tipo de desmitificación histórica que hiciera alguna vez Jorge Ibargüengoitia con la tertulia de la corregidora Josefa Ortiz de Domínguez en su novela Los pasos de López: el heroísmo como algo menos heroico, como algo más aleatorio, y la virtud como un recurso más bien post hocque desnuda en algo la fragilidad de los mitos nacionales.
La prueba de que la ironía de Halperín no era un simple instrumento punzante, hecho para herir, sino una herramienta de la inteligencia, útil e importante tanto para entender como para participar en la acción social como acto consciente, es el uso que le dio a este recurso en su notable autobiografía, titulada Son memorias, publicada hace pocos años. Es el libro de un historiador ayudando a sus lectores a situarlo, a entender el tiempo desde donde escribe y la historicidad desde donde toma sus decisiones. Se trata de un verdadero modelo de autorreflexión que combina la precisión, la crítica y la pureza estilística ya totalmente decantada. Por otra parte, el sentimiento de Halperín de que la historia de Argentina es la historia de una ilusión fallida, de un experimento colectivo vulnerado y frustrado, le da a este historiador una profundidad en el plano humano que es escaso en los grandes historiadores que vienen de tradiciones triunfantes. Y es, quizá, esta mezcla de dolor y de autoconciencia la que hace de la obra de Tulio Halperín Donghi un verdadero hito y punto de referencia en la conciencia latinoamericana.
La última vez que lo vi fue en Berkeley, hace como tres años. Caminamos un poco por el bello campus de la universidad y nos fuimos a comer. Tulio estaba muy delgado y frágil en lo físico, encorvado, y con una temblorina fuerte en la mano, pero no le faltaba una pizca de energía en la conversación, en la curiosidad, ni en su capacidad agudísima de análisis. Conversamos sobre su largo ensayo sobre fray Servando de Teresa y Mier que me había enviado, y sobre mi interés por Francisco Bulnes y por los científicos durante el porfirato. Hablamos de México y de Argentina –Tulio a veces expresaba cierta admiración por algunas de las salidas originales del viejo Partido Revolucionario Institucional. Le parecía que México había sido siempre un país tan pobre que gobernarlo tenía que ser apreciado como un verdadero arte, como una invención. Hablamos de la crisis del estado de California y las dificultades por las que pasaba la universidad estadunidense, y nos pusimos al corriente. Lo acompañé a la parada del autobús.
Tulio Halperín Donghi fue un gran pensador y un investigador prolífico y original, además de ser un escritor y conversador notable que tuvo la pasión y la modestia de no dejar nunca de interesarse en los demás.
Hoy en el Semanario Universidad se anuncia la celebración académica de Diálogos Revista Electrónica de Historia. Proyecto que nació hace 15 años como una forma de establecer lazos entre generaciónes, áreas historiográficas, problemáticas e insertar a la historia Centroamericana en el mundo académico mundial. Tareas que solo se pueden hacer desde los Diálogos , el trabajo colectivo y el esfuerzo solidario.
También nos honra contar con dos excelentes académicos el máster Francisco Enríquez Solano, quien desde la historia local y regional incentivo a muchos a desarrollar una historia más humana, socialmente útil y más densa al desarrollar desde el sentido de lugar la interpretación de los procesos globales. Sin duda, para el suscrito las enseñanzas del profesor Enríquez en este campo han sido sumamente valiosas, al igual que muchos de los que han seguido por una historia humanista, social y profundamente comprometida con la sociedad donde se desarrolla la labor historiográfica.
Asimismo, contaremos con el doctor Rodolfo Aguirre, experto reconocido en las temáticas de la iglesia, el reformismo borbónico y la Nueva España. El profesor Aguirre se une a los docentes que este año nos han acompañado en las celebraciones del 35 aniversario del CIHAC.
Ambos académicos sin duda dan realce a los objetivos trazados hace tres lustros por un grupo de compañeros que estudiamos en el mundo catalán, hervidero de ideas y proyectos historiográficos colectivos.
tomado de http://www.lanacion.com.ar/1509936-michel-foucault-la-maxima-aspiracion-del-poder-es-la-inmortalidad
Esta entrevista inédita en español, que se incluye en El poder, una bestia magnífica, volumen que Siglo XXI publicará en octubre, da testimonio de la actualidad de las ideas del pensador francés, fallecido en 1984. La locura, el dominio y la sexualidad, en un diálogo que es, al mismo tiempo, un repaso de su trayectoria
¿Por qué usted, sin ser antropólogo, se interesa más, desde un punto de vista filosófico, en la estructura de las instituciones que en los mecanismos evolutivos?
-Lo que trato de hacer -y siempre traté de hacer desde mi primer verdadero libro, Historia de la locura en la época clásica- es poner en tela de juicio por medio de un trabajo intelectual diferentes aspectos de la sociedad, mostrando sus debilidades y sus límites. De todas maneras, mis libros no son proféticos y tampoco un llamado a las armas. Me irritaría intensamente que pudiera vérselos bajo esa luz. La meta que se proponen es explicar del modo más explícito -aun cuando a veces el vocabulario sea difícil- las zonas de la cultura burguesa y las instituciones que influyen directamente sobre las actividades y los pensamientos cotidianos del hombre.
-La palabra clave de todos sus libros parece ser "poder", ya se lo entienda en el sentido de poder disciplinario, poder de la medicina mental o poder omnipotente de la pulsión sexual?
-Está claro, procuré definir las estrategias del poder en ciertos ámbitos. Por ejemplo, Vigilar y castigar se inicia con un "teatro del terror", la puesta en escena espectacular que acompañaba las ejecuciones públicas hasta el siglo pasado. Se suponía que ese ceremonial clamoroso y carnavalesco en el cual la mano omnipotente de la justicia hacía ejecutar la sentencia bajo la mirada de los espectadores grababa su mensaje de manera indeleble en las mentes de éstos. Con frecuencia el castigo excedía la gravedad del delito, y de ese modo se reafirmaban la supremacía y el poder absoluto de la autoridad. En nuestros días el control es menos severo y más refinado, pero no por ello menos aterrador. Durante el transcurso de nuestra vida todos estamos atrapados en diversos sistemas autoritarios; ante todo en la escuela, después en nuestro trabajo y hasta en nuestras distracciones. Cada individuo, considerado por separado, es normalizado y transformado en un caso controlado por una IBM. En nuestra sociedad, estamos llegando a refinamientos de poder en los que ni siquiera habrían soñado quienes manipulaban el teatro del terror.
-¿Y qué podemos hacer?
-El punto en que nos encontramos está más allá de cualquier posibilidad de rectificación, porque la concatenación de esos sistemas ha seguido imponiendo este esquema hasta hacerlo aceptar por la generación actual como una forma de la normalidad. Sin embargo, no se puede asegurar que sea un gran mal. El control permanente de los individuos lleva a una ampliación del saber sobre ellos, el cual produce hábitos de vida refinados y superiores. Si el mundo está en trance de convertirse en una suerte de prisión, es para satisfacer las exigencias humanas.
-No sólo crítico, usted es, además, un rebelde.
-Pero no un rebelde activo. Jamás desfilé con los estudiantes y los trabajadores, como lo hizo Sartre. Creo que la mejor forma de protesta es el silencio, la total abstención. Durante mucho tiempo me parecieron intolerables los aires que se daban algunos intelectuales franceses y que les flotaban encima de la cabeza como las aureolas en algunos cuadros de Rafael. Por eso me fui de Francia. Me marché a un exilio total y maravilloso, primero en Suecia, donde dicté clases en la Universidad de Uppsala, y después en un lugar que es todo lo contrario, Túnez, donde viví en Sidi Bou Said. De esa luz mediterránea puede decirse sin lugar a dudas que acentúa la percepción de los valores. En África del Norte se toma a cada uno por lo que vale. Cada uno debe afirmarse por lo que dice y hace, no por lo que ha hecho o por su renombre. Nadie pega un salto cuando se dice "Sartre"?
-Ahora usted es aclamado como el lógico sucesor de Sartre?
-Sartre no tiene sucesores, así como yo no tengo predecesores. Su intelectualismo es de un tipo extremadamente inusual y particular. Y hasta incomparable. Pero el mío no es de ese tipo. No siento ninguna compatibilidad con el existencialismo tal como lo definió Sartre. El hombre puede tener un control completo de sus propias acciones y su propia vida, pero hay fuerzas capaces de intervenir que no pueden ignorarse. Para serle franco, prefiero la sensibilidad intelectual de R. D. Laing. En su ámbito de competencia, Laing tiene algo que decir y lo vuelca en el papel con claridad, espíritu e imaginación. Habla en función de su experiencia personal, pero no hace profecías. ¿Por qué, entonces, habríamos de formular profecías, cuando éstas rara vez se cumplen? De la misma manera, admiro a Chomsky. Tampoco él profetiza: actúa. Participó activamente en la campaña norteamericana contra la Guerra de Vietnam, con sacrificio de su trabajo pero en el marco de su profesión de lingüista.
-Aparentemente, usted insiste mucho en la vida mental opuesta a la vida física.
-La vida mental abarca todo. ¿No dice Platón más o menos esto: "Jamás estoy tan activo como cuando no hago nada"? Hacía referencia, desde luego, a las actividades intelectuales, que en el plano físico casi no exigen, tal vez, otra cosa que rascarse la cabeza.
-¿Sus intereses siempre fueron filosóficos?
-Como mi padre, me incliné hacia la medicina. Pensaba especializarme en psiquiatría, por lo cual trabajé tres años en el hospital Sainte-Anne de París. Tenía veinticinco años, era muy entusiasta -idealista, por así decirlo- y contaba con una buena cabeza y un montón de grandes ideas. ¡Aun en ese momento! Fue entonces cuando conocí a alguien a quien llamaré Roger, un internado de veintidós años. Lo habían mandado al hospital porque sus padres y amigos temían que se hiciese mal y terminara por autodestruirse durante una de sus frecuentes crisis de angustia violenta. Nos hicimos buenos amigos. Lo veía varias veces al día durante mis guardias en el hospital, y empezó a caerme simpático. Cuando estaba lúcido y no tenía problemas, parecía muy inteligente y sensato, pero en algunos otros momentos, sobre todo los más violentos, era preciso encerrarlo. Lo trataban con medicamentos, pero ese tratamiento demostraba ser insuficiente. Un día me dijo que nunca lo dejarían irse del hospital. Ese horrible presentimiento provocaba un estado de terror y éste, a su vez, generaba angustia. La idea de que podía morir lo inquietaba mucho y llegó a pedir que le hicieran un certificado médico donde constara que nunca lo dejarían morir; como está claro, la solicitud se consideró ridícula. Su estado mental se deterioró y al final los médicos llegaron a la conclusión de que, si no se intervenía con rapidez de la forma que fuera, se mataría. Así, con el consentimiento de su familia, procedieron a hacer una lobotomía frontal a ese joven excepcional, inteligente, pero incontrolable? Por más que el tiempo pase, y haga yo lo que haga, no consigo olvidar su rostro atormentado. Muchas veces me pregunté si la muerte no era preferible a una no existencia, y si no se nos debería brindar la posibilidad de hacer lo que queramos con nuestra vida, sea cual fuere nuestro estado mental. En mi opinión, la conclusión evidente es que aun el peor dolor es preferible a una existencia vegetativa, porque la mente tiene realmente la capacidad de crear y embellecer, incluso a partir de la más desastrosa de las existencias. De las cenizas siempre surgirá un fénix?
-Lo veo optimista.
-En teoría, pero la teoría es la práctica de la vida. En el fondo de nosotros mismos sabemos que todos los hombres deben morir. La meta inevitable hacia la cual nos dirigimos desde el momento en que nacemos queda entonces demostrada. De todas formas, la opinión común parece ser diferente: todos los hombres se sienten inmortales. ¿Por qué, si no, seguirían los ricos abultando sus cuentas bancarias y haciéndose construir suntuosas viviendas? La inmortalidad parecería ser la preocupación del momento. Por ejemplo, algunos científicos están muy atareados en calcular, por medio de máquinas de alta tecnología, acontecimientos que deberían verificarse dentro de millares de años. En los Estados Unidos hay un interés creciente por la hibernación del cuerpo humano, al que en una época ulterior debería volver a llevarse a la temperatura normal. Cada año la preocupación por la inmortalidad aumenta, aunque una cantidad cada vez más grande de personas mueran de un infarto a causa del tabaco y la alimentación excesiva. Los faraones nunca encontraron la solución al problema de la inmortalidad, ni siquiera cuando se hicieron enterrar con sus riquezas, que esperaban llevar consigo. Dudo mucho de que seamos nosotros quienes resolvamos ese problema. Algunas palabras bien escogidas pueden ser más inmortales que una masa de ectoplasma congelado?
-¿Y estamos de nuevo hablando del poder?
-Alcanzar la inmortalidad es la máxima aspiración del poder. El hombre sabe que es destructible y corruptible. Se trata de taras que ni siquiera la mente más lógica podría racionalizar. Por eso el hombre se vuelve hacia otras formas de comportamiento que lo hacen sentirse omnipotente. A menudo son de naturaleza sexual.
-Usted ha hablado de ellas en el primer volumen de su Historia de la sexualidad .
-Algunos hombres y algunas sociedades consideran que mediante la imposición de controles a las manifestaciones sexuales y el acto sexual es posible imponer el orden en general. Se me ocurren varios ejemplos. Hace poco, en China se propusieron lanzar una campaña en las escuelas contra la masturbación de los jóvenes, una iniciativa que invita a trazar una comparación con la campaña que la Iglesia emprendió en Europa hace prácticamente dos siglos. Me atrevería a decir que hace falta un Kinsey chino para descubrir cuál fue el éxito obtenido. ¡Sospecho que esto es como prohibirle a un pato acercarse al agua! En Rusia, la homosexualidad es aún un gran tabú, y de ser sorprendido en flagrante delito de violación de la ley uno termina en la cárcel y en Siberia. De todas formas, en Rusia hay probablemente tanta homosexualidad como en otros países, pero sigue encerrada en el clóset. Objetivamente, es muy curioso que para desalentar la homosexualidad se encierre a los culpables en la cárcel, en estrecho contacto con otros hombres? Se dice que en la calle Gorki hay tanta prostitución de ambos sexos como en la place Pigalle. Como siempre, la represión no ha conseguido sino hacer más seductores los encuentros sexuales, y aún más excitante el peligro cuando se lo corre con éxito. La prostitución y la homosexualidad están explotando tanto en Rusia como en las otras sociedades represivas. Es poco común que sociedades como ésas, sedientas de poder como suelen serlo, tengan en esos ámbitos visiones intuitivas.
-¿Por qué elegir el sexo como chivo expiatorio?
-¿Y por qué no? El sexo existe y representa el noventa por ciento de las preocupaciones de la gente durante gran parte de las horas de vigilia. Es el impulso más fuerte que se conozca en el hombre; en diferentes aspectos, más fuerte que el hambre, la sed y el sueño. Disfruta incluso de cierta mística. Se duerme, se come y se bebe con otros, pero el acto sexual -al menos en la sociedad occidental- se considera como una cuestión del todo personal. Por supuesto, en ciertas culturas africanas y aborígenes se lo trata con la misma desenvoltura que a los demás instintos. La Iglesia heredó los tabúes de las sociedades paganas, los manipuló y elaboró doctrinas que no siempre se fundan en la lógica o la práctica. Adán, Eva y al mismo tiempo la serpiente perversa se convirtieron en imágenes en blanco y negro de comprensión inmediata, que podían constituir un punto de referencia aun para las mentes más simples. El bien y el mal tenían una representación esencial. La significación de "pecado original" pudo grabarse de manera indeleble en las mentes. ¿Quién habría podido prever que la imagen residual iba a sobrevivir durante tantos siglos? [...]
-¿A qué o a quién atribuye usted la erosión de la influencia ejercida por la Iglesia y la mayor comprensión hacia cualquier forma de práctica sexual?
-No podemos subestimar la influencia de un señor que se llama Freud. Sus teorías no siempre eran ciento por ciento correctas, pero en cada una de ellas había una parte de verdad. Freud trasladó la confesión de la rígida retórica barroca de la Iglesia al relajante diván del psicoanalista. La imagen de Dios ya no vino a resolver los conflictos: dejó su lugar al individuo mismo a través de la comprensión de sus actos. Esa resolución ya no era algo que podía obtenerse en cinco minutos de alguien que se declaraba superior porque estaba al servicio de una fuerza más elevada. Freud jamás tuvo esas pretensiones. El individuo debía ser su propio dios, por lo cual la responsabilidad de la culpa recaía por entero sobre sus hombros. ¡Y la responsabilidad siempre es lo más difícil de aceptar!
-¿No cree usted que el psicoanálisis se ha convertido en un instrumento expiatorio fácil para nuestro problema?
-Esa tendencia existe, pero más preocupante es quizás el hecho de que el psicoanálisis ya no sea un instrumento sino una fuente de motivación. Freud elaboró una teoría relativa a la precoz naturaleza sexual de los niños. Como es obvio, los psiquiatras no esperaban que los niños se prestaran a verdaderos actos sexuales; de todas maneras, no resultaba tan fácil explicar su manera de chupar el pecho o la búsqueda automática de tal o cual parte erógena de su propio cuerpo. Por desgracia, a continuación se llegaron a connotar en términos sexuales hasta la comida del niño, las historietas que leía o los programas de televisión que miraba. Sería fácil concluir que en todo eso los psicoanalistas leían más de lo que realmente había. Así, esos niños quedan hoy encuadrados por un mundo sexualmente orientado -creado por accidente para ellos y no por ellos-, un mundo que, en esta fase del desarrollo, les ofrece bien pocas ventajas.
-En su último libro, Herculine Barbin llamada Alexina B. , usted despliega el tema del cambio de sexo.
-Estaba haciendo algunas investigaciones para la Historia de la sexualidad en los archivos del departamento de Charente-Maritime cuando me cayó en las manos la extraordinaria relación del caso de una mujer cuyo estado civil debió rectificarse y a la que hubo que anotar como hombre. Los casos de cambio de sexo son corrientes en nuestra época, pero en general se trata de hombres que se convierten en mujeres. Vienen a la mente de inmediato ejemplos como el de Christine Jorgensen, que después fue actriz, o el de la célebre Jan Morris. Como sea, la mayoría de las mujeres transformadas en hombres tenían, al parecer, los órganos de los dos sexos y la transformación estaba determinada por la preponderancia de la hormona masculina o la hormona femenina. El caso de Alexina B. fue extraordinario no sólo debido al aspecto físico, sino también a la masa de documentos exhaustivos y de acceso inmediato: esencialmente, informes de médicos y abogados. En consecuencia, pude estudiarlo en sus grandes líneas. Alexina B. descubrió la incongruencia de su propia personalidad cuando se enamoró de otra mujer. Si se tiene en cuenta que esto sucedía en el siglo XIX y, más aún, en una pequeña ciudad de provincia, es interesante advertir que ella no procuró reprimir sus sentimientos como desviaciones homosexuales y dejar todo como estaba. De haber sido así, no habría nada que escribir sobre el tema?
-Al parecer, usted siente una fascinación intensa por la exposición cronológica y el análisis de un acontecimiento real. También ha publicado Yo, Pierre Rivière, habiendo degollado a mi madre, mi hermana y mi hermano?
-Medio siglo, pero pocos kilómetros, separan a Pierre Rivière de Herculine Barbin. En cierto sentido, ambos reaccionaban contra el medio y la clase social en los que habían nacido. No considero que el acto de Pierre Rivière -si bien engloba un matricidio y tres homicidios- sea la afirmación de una mente atormentada o criminal. Es una manifestación de increíble violencia si se la compara con la de Herculine, pero la sociedad campesina normanda en la cual creció Pierre aceptaba la violencia y la degradación humanas como un elemento de la vida cotidiana. Pierre era un producto de su propia sociedad, así como Herculine lo era de su sociedad burguesa y nosotros lo somos de nuestro medio sofisticado y mecanizado. Después de cometido su crimen, Pierre podría haber sido capturado con mucha facilidad por los demás habitantes de la aldea, pero éstos tenían la sensación de que no era un deber de la colectividad administrar justicia por su propia cuenta. Estaban convencidos de que era el padre de Pierre quien debía asumir el papel de vengador y rectificar la situación. Algunos críticos consideraron mi libro sobre Pierre Rivière como una reafirmación de la teoría existencial, pero en mi opinión eso es absurdo. Veo a Pierre como la imagen de la fatalidad de su tiempo, exactamente como Herculine reflejaba el optimismo de fines del siglo pasado, cuando el mundo era fluido y podía pasar cualquier cosa, cualquier locura.
-Pero Pierre Rivière podría convertirse fácilmente en una ilustración clínica extraída de laHistoria de la locura en la época clásica ?
-La psiquiatría contemporánea sostendría que Pierre se vio obligado a cometer su horrible crimen. Pero ¿por qué debemos situarlo todo en el límite entre salud mental y locura? ¿Por qué no podríamos aceptar la idea de que hay personas totalmente amorales que caminan por la calle y son absolutamente capaces de cometer homicidios o infligir mutilaciones sin experimentar sentimiento de culpa o escrúpulo de conciencia algunos? ¿Hasta qué punto Charles Manson está loco, hasta qué punto los asesinos de niños que deambulan en libertad por Inglaterra están locos? O, en una escala mucho más grande, ¿cuál era el grado de locura de Hitler? La psiquiatría puede llegar a conclusiones basadas en tests, pero aun el mejor de estos puede falsificarse. Yo me limito a sostener que todo debe juzgarse desde su propia perspectiva y no en función de precedentes eventualmente verificados. En la Historia de la locura traté, en sustancia, de investigar la aparición del concepto moderno de enfermedad mental y de las instituciones psiquiátricas en general. Me incliné a incorporar mis reflexiones personales sobre la locura y sus relaciones con la literatura, sobre todo cuando afectaba a grandes figuras como Nietzsche, Rousseau y Artaud. ¿Puede una forma de locura originarse en la soledad impuesta por la profesión literaria? ¿Es posible que la composición química de un escritor estimule metabólicamente las raíces de la locura? Éstas no son, por cierto, preguntas que puedan encontrar respuesta mediante una simple presión sobre el teclado de una computadora IBM.
-¿Cuál es su posición con respecto a los diferentes movimientos de liberación sexual?
-El objetivo fundamental que se proponen es digno de admiración: producir hombres libres e ilustrados. Pero justamente el hecho de que se hayan organizado con arreglo a categorías sexuales -la liberación de la mujer, la liberación homosexual, la liberación de la mujer en el hogar- es en extremo perjudicial. ¿Cómo se puede liberar efectivamente a personas que están ligadas a un grupo que exige la subordinación a ideales y objetivos específicos? ¿Por qué el movimiento de liberación de la mujer sólo debe reunir a mujeres? Para serle franco, ¡no estoy seguro de que aceptaran la adhesión de los hombres! Muchas veces, las filiales locales de los movimientos homosexuales son en la práctica clubes privados. La verdadera liberación significa conocerse a sí mismo y con frecuencia no puede alcanzarse por intermedio de un grupo, sea cual fuere.
-Hasta ahora la acción de masas parece haber sido eficaz.
-De todas formas, el pensamiento individual puede mover montañas? y hasta doblar cucharas. Y es el conocimiento el que estimula el pensamiento. Por eso, en libros como Las palabras y las cosas yLa arqueología del saber traté de estructurar de manera orgánica el saber en esquemas de comprensión y acceso inmediatos. La historia es saber y, por lo tanto, los hombres pueden conocer a través de ejemplos de qué manera, en el transcurso de épocas pasadas, se afrontó la vida y se resolvieron sus problemas. La vida misma es una forma de autocrítica, dado que, aun en las más mínimas elecciones, es preciso efectuar una selección en función de múltiples estímulos. En La arqueología del saber intenté analizar el sistema de pensamiento que me es personal y el modo en que llegué a él. Se trata, con todo, de una operación que no habría podido llevar a cabo sin la ayuda de una buena cantidad de escritores y filósofos que estudié a lo largo de los años.
-A pesar de sus vastos conocimientos, o quizás a causa de ellos, hay muchas cosas que lo contrarían.
-Miro mi país, miro los demás países y llego a la conclusión de que carecemos de imaginación sociológica y política, y ello en todos los aspectos. En el plano social sentimos amargamente la falta de medios para contener y mantener el interés no de intelectuales, sino del común de los mortales. El conjunto de la literatura comercial masiva es de una pobreza lamentable, y la televisión, lejos de alimentar, aniquila. En el plano político hay en la hora actual muy pocas personalidades que tengan gran carisma o imaginación. ¿Y cómo podemos pretender entonces que la gente haga un aporte valedero a la sociedad, si los instrumentos que se le proponen son ineficaces?
-¿Cuál sería la solución?
-Debemos empezar por reinventar el futuro, sumergiéndonos en un presente más creativo. Dejemos de lado Disneylandia y pensemos en Marcuse.
-No ha dicho nada de sí mismo, del lugar donde creció, el modo como se desenvolvió su infancia.
-Querido amigo, los filósofos no nacen? son, ¡y con eso basta!
Traducción: Horacio Pons.
El poder, una bestia magnífica
Michel Foucault
Siglo XXI
Subtitulado Sobre el poder, la prisión y la vida, este volumen, que la editorial Siglo XXI editará en la Argentina en octubre, recoge entrevistas y una serie de artículos dispersos que retoman algunos de los temas centrales que abordó el pensador francés a lo largo de su amplia y variada obra.