viernes, julio 23, 2010

La escritura histórica: defensa a la vieja usanza entrevista a Natalie Zemon Davis

El magisterio de Natalie Zemon Davis: entrevista
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Tomado de http://clionauta.wordpress.com/2010/06/07/el-magisterio-de-natalie-zemon-davis-entrevista/


Posted by Anaclet Pons en Junio 7, 2010



Natalie Zemon Davis recibirá mañaana, 8 de junio, el Internacional Holberg Memorial Prize del presente año. Este merecido premio se le otorga por la forma en que su obra “muestra cómo los acontecimientos pueden ser narrados y analizados con el fin de revelar tendencias históricas más profundas y patrones subyacentes de pensamiento y acción”. Así lo señalan en The American Prospect (TAP), donde dicen que Davis describe su trabajo como de naturaleza antropológica. En lugar de contar la historia política de un tiempo y lugar, concentrarse en un relato de la élite, el trabajo de Davis se realiza a menudo desde el punto de vista de aquellos que no suelen llevar registros de sus vidas. TAP habló con Davis, de 81 años, profesora emérita de historia en la Universidad de Princeton y docente ahora en la Universidad de Toronto, sobre su innovadora perspectiva histórica.

Usted es conocida por enfocar su investigación hacia temas que habitualmente no son estudiados, como la vida de las mujeres o los miembros de la clase obrera. ¿Qué le motivó a estudiar estos temas y cuáles son las dificultades propias de llevar a cabo este tipo de investigación?

En primer lugar, estaban mis antecedentes. Procedía de una familia judía, de antiguos inmigrantes, pero no de una familia americana de élite. Yo misma tuve la experiencia de ser lo que podríamos llamar parte de un grupo poco estudiado. Eso fue lo primero.

En la escuela secundaria, ya estaba muy interesada por los grandes ideales de la Revolución Francesa, la Ilustración, la democracia, y así sucesivamente. Cuando estaba en la universidad, estaba muy interesada en la política liberal de izquierda, lo que hizo que me interesara no exclusivamente en las personas de la clase trabajadora, sino en las cosas que tenían que ver con esa gente.


En términos de desafíos, la primera vez que regresé a casa, en la década de 1950, puede que la gente – y también decían lo mismo sobre el tema de las mujeres- me dijera: “No vas a ser capaz de encontrar nada en los archivos. No vas a ser capaz de encontrar nada “. Bueno, ese era es el reto apasionante: encontrar cosas en los archivos. la cosa es que estan por todas partes; simplemente hay que saber dónde ir a buscar. Cuando empecé a trabajar sobre las mujeres, que no ocurrió realmente hasta la década de 1970, estaba tan acostumbrada a que la gente dijera que no podría encontrar nada que ni siquiera me preocupaba, porque sabía que podía consultar los testamentos, las causas penales, los registros de aprendizaje, os contratos matrimoniales. Además, hay todo tipo de fuentes literarias que podemos aprender a utilizar. Así que el reto ha sido grande, pero es del tipo de los que me encanta afrontar.


Incluso cuando estoy trabajando sobre los campesinos o los trabajadores, la gente de letras o la clase alta forman parte de ese relato, porque siempre puedes contar ese relato de forma relacional. Incluso cuando me centro más en la élite siempre he tratado de incluir a los otros. He tratado de hacer siempre lo que llamo una historia descentrada. No basta con ver a los personajes de la élite, sino que hay que mirar las redes, considerar a los otros.

¿Puede describir de qué manera su enfoque difiere del análisis histórico tradicional?

Mis narrativas han sido narrativas sociohistóricas. Hice un libro en el que el tema eran los regalos, los sobornos y la corrupción, las prácticas del regalo en la Francia del siglo XVI. Cuando lo analizé, no tomé la historia política como narración principal. Era uno de los capítulos. Lo consideraba de una forma más antropológica, las prácticas del regalo entre los campesinos: dentro de las familias, entre el patrón y el criado. Cuando llegaba a lo que ocurría en el gobierno, previamente ya había considerado la etnografía de los regalos y las disputas acerca de ellos. Así que la política era sólo un aspecto, en lugar de ser la línea principal de mi relato histórico.

En la medida en que pude, intenté también de forma ardua devolverle la vida a mis antepasados, algo que otros han hecho también. Traté de hacerlo de una manera que, si bien fundamentada en la erudición y en muchísima investigación, no era ficción. Traté de hacerme algunas de las preguntas que los novelistas podrían preguntarse, pero traté de responderlas como historiadora.

¿Cómo responde a las críticas de que su estilo narrativo es demasiado especulativo?

Todavía me siento muy fuertemente arraigada en las pruebas. Todo lo que investigo lo hago muy profundamente.

Lo único que está conectado con la especulación es que me arriesgo mucho cuando hago historia. Hay cierto tipo de cuestiones que quiero plantearme. Si estoy trabajando sobre los esclavos, como hago ahora, no voy a encontrar un diario. La mayoría de los esclavos eran analfabetos. No quiero pensar sólo en el número de horas que trabajaban los esclavos ni hacer una descripción económica sobre la producción esclavista ni elaborar un estudio sobre los castigos a los esclavos, sino que quiero saber cómo reaccionaban a todo eso, cómo reaccionaban ante su situación, cómo reaccionaba una esclava ante su relación, en algunos casos una relación duradera, con un hombre blanco libre. Me planteo si es importante para mí interrogarme sobre eso, aún sabiendo que tendré que trabajar muy duramente para tratar de encontrar pruebas.

No quiero escribir sólo una historia en la que descuide las reacciones humanas de mis sujetos. Puedo hacer preguntas que no siempre se pueden responder con certeza, porque tenemos que conseguir pruebas de forma un tanto indirecta. Si somos historiadores y no novelistas, con lo que no podemos inventar, entonces utilizamos un registro particular, empleamos un “tal vez” o un “podemos pensar que”. Tenemos que dejar muy claro que es algo que pensamos que es muy probable y que queremos que su lector lo considere. Creo que de esta manera ampliamos las posibilidades de pensar sobre el pasado.

La otra cosa que quería decir es que la investigación aparentemente planteada de forma más empírica y hecha sobre una base más empírica a menudo hace saltos interpretativos similares, pero no lo reconoce.

¿Qué pueden ganar los lectores contemporáneos del estudio de las historias de estos individuos menos conocidos?

En primer lugar, espero que lo pasen bien, como yo, que les resulte fascinante ver cómo otras personas vivían, en algunos aspectos de una manera muy distinta a la nuestra, mientras que en otros aspectos podrían encontrar algún tipo de reconocimiento .
 
En segundo lugar, creo que mi trabajo muestra que incluso en circunstancias muy difíciles, en circunstancias trágicas, en circunstancias en las que la gente se ha comportado con apasionada crueldad, las personas encontraron formas de sobrevivir, trataron de encontrar maneras de inventar o de improvisar para sobrevivir al menos y tal vez trataron de hacer que las cosas fueran un poco mejor para los que les rodeaban. Esa característica de la vida humana es algo que vale la pena recordar cuando nos enfrentamos a nuestros propios retos. No podemos extraer lecciones del pasado de manera automática, sino las posibilidades que nos muestra, tanto de pérdida trágica y de constante lucha como de supervivencia e improvisación.

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