domingo, julio 25, 2010

Joan W. Scott: el género como categoría para el análisis histórico

Posted by Anaclet Pons en Enero 9, 2009
Los historiadores americanos suelen empezar el año, como hemos anunciado, con su reunión anual. En esos primeros días, los allí reunidos despliegan una frenética actividad en todos los órdenes. El resto de asociados se solazan con las fiestas y repasan el último número de la American Historical Review, una publicación que aparece cada dos meses y cuyo último número corresponde a diciembre de 2008.
En esta ocasión, el tema central, lo que llaman el AHR Forum, está dedicado con toda justicia a Joan W. Scott:  “Revisiting Gender: A Useful Category of Historical Analysis”. Esto es lo que incluye:
Introduction
A History of “Gender”, a cargo de Joanne Meyerowitz, profesora de History and American Studies  en Yale
A Paradigm of Our Own: Joan Scott in Latin American History, de Heidi Tinsman, historiadora de la UCI
An Archipelago of Stories: Gender History in Eastern Europe, por Maria Bucur-Deckard, profesora asociada en Indiana
The Three Ages of Joan Scott, de Dyan Elliott, historiadora de la Northwestern
Chinese History: A Useful Category of Gender Analysis, por  Gail Hershatter (UCSC) y Wang Zheng (Ann Arbor)
Y, para concluir, Unanswered Questions, el texto de la misma  Joan W. Scott


Bien. Por si alguien no tiene acceso a ese número, les ofrezco algunos párrafos de este último artículo:
Cuando presenté mi artículo  sobre el “Género” a la AHR en 1986, su título era “¿Es el género una categoría útil para el análisis histórico?” Los editores me hicieron cambiarlo, poniendo el título en modo afirmativo,   porque, según me dijeron, las interrogaciones no estaban permitidas para rotular un  artículo. Diligentemente, cumplí con esa convención, aunque pensé que con la revisión perdía cierta fuerza retórica. Unos veinte años más tarde, los artículos preparados para este foro parecen responder afirmativamente a la pregunta, y lo hacen con una rica variedad de ejemplos extraídos de las últimas investigaciones históricas . Al mismo tiempo, sugieren que las cuestiones de género  nunca han sido respondidas por completo  y, de hecho, quiero insistir en que el término género sólo es útil como pregunta.
He leído los artículos, de modo que no sería de gran ayuda recordar  los ceños fruncidos  que saludaron la presentación inicial de mi  ensayo, en un seminario en el Instituto de Estudios Avanzados en el otoño de 1985.  Los historiadores de Princeton acudieron a oírme  hablar  -mi primera intervención como nueva integrante   del Instituto–  y los profesores, todos varones, estaban consternados. Con los brazos cruzados con fuerza sobre  sus pechos,  se mostraban a sí mismos  tan y tan lejos  en sus sillas que se quedaron sin  palabras. Más tarde, me llegaron algunos de sus   comentarios  por boca de algunas de mis amigas y colegas.  Eso es filosofía, no  historia, manifestaba Lawrence Stone a quien quisiera escucharle.   Me ahorré las reacciones más negativas, que eran evidentes en ese silencio ensordecedor. Evidentemente, la academia no estaba lista ni para el género ni para la teoría posestructuralista que me había servido para  formular esas ideas. Estaba conmocionada, pero impertérrita, pues  pensar en estas nuevas formas era demasiado interesante como para devolverme a la historia ortodoxa.
En las reunión de la American Historical Association de diciembre, la reacción al  texto fue  totalmente diferente: las respuestas de las feministas, de quienes se ocupaban de la historia de las mujeres, así como  de nuestro  creciente grupo de   seguidores, fueron críticas pero comprometidas. Estaba dando voz –no inventando– a algunas de las ideas y preguntas que el movimiento feminista había planteado, buscando formas de convertir las cuestiones políticas en  históricas. El ensayo era  una amalgama de dos tipos  de influencias  procedentes, por un lado, de la historia  y, por  otro, de la  literatura. Desde la historia, era producto de esas tempranas e increíbles   Berkshire Conferences on the History of Women de la década de los  setenta. Fue allí donde escuché por primera vez mencionar  las cuestiones de género, en una conversación con  Natalie Zemon Davis, quien nos recordó que “la mujer” siempre se definía  en relación con los hombres. “Nuestro objetivo”, dijo, “es comprender la importancia de los sexos, de los grupos de género en el pasado histórico. Nuestro objetivo es descubrir la gama de roles sexuales  y del simbolismo sexual en  distintas sociedades y épocas, para averiguar qué significado tienen y cómo funcionan para mantener el orden social o para promover el cambio ” (“Women’s History’ in Transition: The European Case”,  Feminist Studies 3, no. 3–4, 1976, pág. 90).   Del lado literario, era  resultado del tiempo que pasé en la  Brown University a principios de los ochenta, trabajando con feministas desde el posestructuralismo y la crítica psicoanalítica, como  Elizabeth Weed, Naomi Schor, Mary Anne Doane  y Ellen Rooney. Ellas me enseñaron cómo pensar operando de forma productiva con  la idea de diferencia, a comprender que las diferencias de sexo no estaban  establecidas de forma natural, sino que se habían generado  a través del lenguaje, y me enseñaron también a  analizar el lenguaje  como algo volátil, como un sistema mudable cuyos significados no pueden ser fijados de una vez por todas.
Creo que es justo que las autoras de los artículos que componen este forum nos recuerden que  no fui yo la que dio origen al concepto de género,  ni siquiera  entre los historiadores, y que mi papel fue el de ocupar un lugar en el que convergían  varias líneas de pensamiento. “Joan Scott” no es, desde esta perspectiva, una persona, sino un marcador, la representante de un esfuerzo colectivo en el que yo (Joan Scott,  la persona)  sólo era una parte. Probablemente esa sea la razón por la que el artículo ha perdurado:   había una resonancia familiar, incluso para los lectores que no estaban de acuerdo con todos sus argumentos y que no tenían intención de   seguir sus sugerencias. Estableció algunos términos con los que hemos tenido que lidiar,   algunas teorías con las que nos hemos tenido  comprometer y,  sobre todo, captó algo de la excitación de aquellos tiempos: un camino más allá de las ideas que se ha convertido en sofocante o rancio, abriéndonos a diversos  conocimientos que aún teníamos que producir. Hablar de  “Género” es plantearse problemas  históricos, no es un programa ni un tratado metodológico. Es sobre todo una invitación a pensar críticamente acerca de cómo los significados de los cuerpos sexuados   se producen, se despliegan  y cambian; y eso, a fin de cuentas,  es lo que explica  su longevidad.
(…)
El “lenguaje de género” no se puede  codificar en los diccionarios, ni su significado puede ser fácilmente asumido o traducido. No se reduce a ninguna cantidad conocida  de lo  masculino o femenino, de hombre o de mujer. Es precisamente ese significado particular el que necesitamos separar  en  los materiales históricos que examinamos. Cuando el género es una pregunta abierta sobre cómo se establecieron esos sentidos, lo que significaban  y en qué contextos, sigue siendo una categoría útil para el análisis histórico. Tal vez aquella pregunta, la  que tuve  que quitar en el título del artículo de  la AHR,  tendría que haberse  mantenido después de todo, aunque sólo fuera para recordarnos que el género es una pregunta que sólo se responde gradualmente  a través de las investigaciones de los estudiosos, los historiadores entre ellos”.
Hasta aquí. Aprovechemos la ocasión para citar el último libro de Scott, que crítica la norma francesa de 2004 que prohibía la manifestación externa de la filiación religiosa: The Politics of the Veil (PUP, 2007, 208 págs).
La autora sostiene que la ley es un síntoma dl e fracaso de Francia a la hora de integrar a sus antiguos colonizados  como ciudadanos de pleno derecho. Analiza asimismo la larga historia de racismo que hay tras la ley, así como  las barreras ideológicas que se levantan contra la asimilación musulmana. Por supuesto, subraya  las conflictivas aproximaciones  a la sexualidad que se sitúan en el centro del debate – cómo los  partidarios franceses de la prohibición ven la apertura  sexual  como   el estándar de la normalidad, la emancipación y la individualidad, mientras el pudor sexual implícito en el pañuelo sería prueba de que los musulmanes nunca pueden ser plenamente franceses. Scott sostiene que la norma,  alejada de la conciliación religiosa y las diferencias étnicas, sólo las exacerba. Muestra cómo la insistencia en la homogeneidad ya no es viable para Francia – ni para Occidente en general-  y cómo  crea el auténtico “choque de civilizaciones” que se dice que constituye la raíz de estas tensiones.
El volumen no tuvo una gran repercusión, pero al menos podemos citar un par de reseñas, una recogida en un medio  francés y otra en uno  anglosajón.

viernes, julio 23, 2010

ENTREVISTA: Historiador mexicano Juan Brom prevé crisis actuales pueden llevar a "nueva edad media", autor de De niño judío a comunista mexicano" (Grijalbo, 2010)

Julián Rodríguez Marín
Updated: 05/30/2010 08:53:36 AM PDT

México, 30 may (EFE).- La globalización de la economía ha llevado a que las crisis capitalistas actuales sean catástrofes cada vez mayores, por lo que de no encontrarse una salida democrática la humanidad entrará en una "nueva edad media" de represión, control antidemocrático o atraso, dijo a Efe el historiador Juan Brom.

El académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explicó que tras la desaparición de los llamados países socialistas el mundo actual ha entrado en una peligrosa situación de crisis permanentes en una o en otra región.

Según datos de los organismos mundiales, la crisis financiera y económica que estalló en 2008 ha costado al mundo más del 25 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de los países desarrollados para salvar a los grandes corporativos financieros y las empresas trasnacionales.

"Se siente una desesperación mundial, es un descontento cada vez mas fuerte, pero no le veo una salida", explicó Brom, un estudioso de la historia que fue obligado con su familia a abandonar Alemania durante la persecución de los nazis contra los judíos y que desde hace más de seis décadas vive en México.

Brom, quien escribió su biografía política "De niño judío a comunista mexicano" (Grijalbo, 2010), indicó que actualmente existen numerosos grupos que buscan sin mucho éxito una salida democrática y socialista, "o como quiera llamarse" a las actuales crisis actuales.

"Esto llevará un tiempo muy largo, pero... o se
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encuentra una salida o nos vamos al desastre mundial, al exterminio de la humanidad o una nueva edad media, muy prolongada y muy dolorosa", advirtió.

Brom explicó que el término "nueva edad media" comprende una nueva etapa milenaria mundial con un "régimen muy cerrado, muy autoritario", aunque muy eficiente en términos de control que impida la discusión, el debate o los movimientos sociales, similares a lo que ocurrió en la edad media con cambios muy lentos y con un control ideológico muy estricto.

Agregó que este control es muy posible debido a que los medios técnicos actuales permiten controles totales que ni los nazis o los servicios soviéticos imaginaron.

"Los nazis y los soviéticos utilizaban tarjetas para vigilar a la gente, ahora los sistemas automatizados permiten contar con información detallada de millones de personas en unos cuantos disquitos", indicó.

Brom indicó que para salvar a la humanidad es necesario que la sociedad genere un gran movimiento mundial que ofrezca una salida a los problemas actuales, pero no una salida capitalista, pues ya se ha visto que el sistema actual no puede ofrecer más que desempleo y explotación constante, expoliación de los recursos del planeta, y condena a la mayoría de la población a la pobreza.

No obstante, advirtió que este es un tema de largo plazo, debido a que la inmensa mayoría de la población no aspira actualmente a una sociedad socialista o a algún nuevo sistema con ese u otro nombre.

Agregó que los pronósticos del intelectual estadounidense Alvin Toffler sobre la desaparición del capitalismo en los próximos 300 años tiene mucho de especulación y consideró que la humanidad no puede aguantar otros tres siglos de crisis permanentes como las actuales, "pues revienta".

Explicó que se requiere que la sociedad tenga el dominio de sus recursos básicos, "no el control de un pequeño taller o micro empresa, sino de los medios fundamentales y que organice la producción y la distribución en beneficio de toda la humanidad".

Añadió que esto puede hacerse en un gran país o en varios países desarrollados, aunque no se pueden predecir las vías para lograr esa meta, que ya fue intentada por otras naciones pero fracasaron y se desviaron del camino.

No obstante, aclaró que no es la primera vez que un movimiento avanzado fracasa, y citó como ejemplo que la democracia en Francia tardó un siglo en consolidarse, ya que tras la Revolución francesa de 1789 logró su instauración completa en 1870. EFE

Juan Brom Offenbacher (nacido en Alemania) es un profesor de historia, enfocándose en historia universal y ciencias políticas, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Obtuvo su licenciatura, maestría, y doctorado en historia universal en esta misma universidad.[1] En 1986 fue distinguido con el Premio UNAM en docencia en Ciencias Sociales, y en 2001 fue honrado con el título más alto de la universidad, el de profesor emérito, tras 40 años de docencia. Actualmente vive en la México, D. F.

Su investigación académica se basa principalmente en historia general de México, Latinoamérica y la Unión Europea, principalmente Alemania. Ha escrito varios libros de historia que han vendido miles de copias, destacando por su escritura analítica y comprensible de la historia, en pos de la máxima objetividad y de que el lector reflexione y elabore su propio criterio.[1]

Respecto a su orientación política, en un especial sobre su vida en el canal de televisión de la UNAM, dijo ser un "comunista sin partido", preocupado desde su etapa universitaria por conocer las causas sociales, políticas, y económicas, y también por la "permanencia y continuidad de las luchas del pueblo mexicano".[1] Afirma asimismo que ""la actividad principal de toda sociedad es la producción de los bienes necesarios para su subsistencia; para los primeros hombres, ésta no sólo era la actividad principal, sino casi la única y en su sentido más elemental: la obtención de los medios físicamente indispensables para la vida".[2]

Brom se ha interesado también por otras causas y luchas políticas como la liberación de cinco cubanos presos en los Estados Unidos y la del corresponsal Fredy Muñoz, la criminalización de TeleSUR, y la censura contra Ignacio Ramonet y Ramón Chao, padre del cantante Manu Chao.

Obras
Brom, Juan (2009). De niño judío alemán a comunista mexicano: Una autobiografía política, México: Grijalbo Mondadori. ISBN 9786074299090.
Brom, Juan y Duval, Dolores (1998). Esbozo de historia de México, México: Grijalbo. ISBN 978-970-780-445-6.
Brom, Juan (2007). Esbozo de historia universal, México: Grijalbo. ISBN 978-970-780-832-4.
Brom, Juan (2003). Para comprender la historia, México: Grijalbo. ISBN 970-05-1586-9.

Entrevista con Erick van Young. Bicentenario México 2010



La reflexión como forma de celebración

Erick van Young

Las celebraciones patrióticas tienen obviamente un doble filo; pueden ser constructivas, pueden ser momentos de reflexión, como me acabas de plantear al iniciar esta entrevista, o pueden ser simultáneamente momentos de disfrazar la historia verdadera que yace allá abajo de la superficie de los eventos y de los procesos, y obviamente, como acabamos de comentar, sí merece la celebración, pero hay que andar con cuidado.

Esa ha sido siempre mi impresión en EE. UU., por ejemplo, también celebramos la Guerra Civil en la literatura, en el cine, en el arte, en la historia, por ejemplo, como un gran momento en la historia, y celebramos mucho a Abraham Lincoln como figura de una importancia trascendental, pero también sabemos muy bien que Lincoln tenía algunas dudas en cuanto a la capacidad política de la gente africana, tenía su lado oscuro, es nada más un ejemplo. En el caso de Washington, sabemos que nunca destruyó un cerezo, «a cherry tree». Entonces, en las celebraciones hay que andar con cuidado.

Hablando personalmente, toda esta investigación, repensar varias veces la historia de la independencia, su relación con otros movimientos de la época —de lo que estamos llamando la edad de las revoluciones, que va desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del XIX—, me ha llevado a un proyecto sobre la figura de Lucas Alamán, quien es el más grande historiador de la Independencia, con todas sus distorsiones, con todo su conservadurismo, con toda su agenda política disfrazada, con todo, es uno de los grandes historiadores de la historiografía mexicana y, a mi modo de pensar, el más grande de esa época, pero también una figura clave de la política, de la vida económica e intelectual del siglo XIX, y obviamente, nos apoyamos mucho en la investigación, en la obra histórica que él hizo sobre la Independencia. Ha habido para mí una ruta, tal vez un poco indirecta pero entendible, entre la historia económica del siglo XVIII y lo que estoy haciendo ahora, que es biografiar a Lucas Alamán.

***

Eric van Young, doctor en historia, profesor de la Universidad de California en San Diego.
Se ha especializado en la historia agraria del México colonial, la guerra de Independencia
y la historia cultural, social y política del siglo XIX.

La escritura histórica: defensa a la vieja usanza entrevista a Natalie Zemon Davis

El magisterio de Natalie Zemon Davis: entrevista
La fundación de los Estados Unidos de América »




Tomado de http://clionauta.wordpress.com/2010/06/07/el-magisterio-de-natalie-zemon-davis-entrevista/


Posted by Anaclet Pons en Junio 7, 2010



Natalie Zemon Davis recibirá mañaana, 8 de junio, el Internacional Holberg Memorial Prize del presente año. Este merecido premio se le otorga por la forma en que su obra “muestra cómo los acontecimientos pueden ser narrados y analizados con el fin de revelar tendencias históricas más profundas y patrones subyacentes de pensamiento y acción”. Así lo señalan en The American Prospect (TAP), donde dicen que Davis describe su trabajo como de naturaleza antropológica. En lugar de contar la historia política de un tiempo y lugar, concentrarse en un relato de la élite, el trabajo de Davis se realiza a menudo desde el punto de vista de aquellos que no suelen llevar registros de sus vidas. TAP habló con Davis, de 81 años, profesora emérita de historia en la Universidad de Princeton y docente ahora en la Universidad de Toronto, sobre su innovadora perspectiva histórica.

Usted es conocida por enfocar su investigación hacia temas que habitualmente no son estudiados, como la vida de las mujeres o los miembros de la clase obrera. ¿Qué le motivó a estudiar estos temas y cuáles son las dificultades propias de llevar a cabo este tipo de investigación?

En primer lugar, estaban mis antecedentes. Procedía de una familia judía, de antiguos inmigrantes, pero no de una familia americana de élite. Yo misma tuve la experiencia de ser lo que podríamos llamar parte de un grupo poco estudiado. Eso fue lo primero.

En la escuela secundaria, ya estaba muy interesada por los grandes ideales de la Revolución Francesa, la Ilustración, la democracia, y así sucesivamente. Cuando estaba en la universidad, estaba muy interesada en la política liberal de izquierda, lo que hizo que me interesara no exclusivamente en las personas de la clase trabajadora, sino en las cosas que tenían que ver con esa gente.


En términos de desafíos, la primera vez que regresé a casa, en la década de 1950, puede que la gente – y también decían lo mismo sobre el tema de las mujeres- me dijera: “No vas a ser capaz de encontrar nada en los archivos. No vas a ser capaz de encontrar nada “. Bueno, ese era es el reto apasionante: encontrar cosas en los archivos. la cosa es que estan por todas partes; simplemente hay que saber dónde ir a buscar. Cuando empecé a trabajar sobre las mujeres, que no ocurrió realmente hasta la década de 1970, estaba tan acostumbrada a que la gente dijera que no podría encontrar nada que ni siquiera me preocupaba, porque sabía que podía consultar los testamentos, las causas penales, los registros de aprendizaje, os contratos matrimoniales. Además, hay todo tipo de fuentes literarias que podemos aprender a utilizar. Así que el reto ha sido grande, pero es del tipo de los que me encanta afrontar.


Incluso cuando estoy trabajando sobre los campesinos o los trabajadores, la gente de letras o la clase alta forman parte de ese relato, porque siempre puedes contar ese relato de forma relacional. Incluso cuando me centro más en la élite siempre he tratado de incluir a los otros. He tratado de hacer siempre lo que llamo una historia descentrada. No basta con ver a los personajes de la élite, sino que hay que mirar las redes, considerar a los otros.

¿Puede describir de qué manera su enfoque difiere del análisis histórico tradicional?

Mis narrativas han sido narrativas sociohistóricas. Hice un libro en el que el tema eran los regalos, los sobornos y la corrupción, las prácticas del regalo en la Francia del siglo XVI. Cuando lo analizé, no tomé la historia política como narración principal. Era uno de los capítulos. Lo consideraba de una forma más antropológica, las prácticas del regalo entre los campesinos: dentro de las familias, entre el patrón y el criado. Cuando llegaba a lo que ocurría en el gobierno, previamente ya había considerado la etnografía de los regalos y las disputas acerca de ellos. Así que la política era sólo un aspecto, en lugar de ser la línea principal de mi relato histórico.

En la medida en que pude, intenté también de forma ardua devolverle la vida a mis antepasados, algo que otros han hecho también. Traté de hacerlo de una manera que, si bien fundamentada en la erudición y en muchísima investigación, no era ficción. Traté de hacerme algunas de las preguntas que los novelistas podrían preguntarse, pero traté de responderlas como historiadora.

¿Cómo responde a las críticas de que su estilo narrativo es demasiado especulativo?

Todavía me siento muy fuertemente arraigada en las pruebas. Todo lo que investigo lo hago muy profundamente.

Lo único que está conectado con la especulación es que me arriesgo mucho cuando hago historia. Hay cierto tipo de cuestiones que quiero plantearme. Si estoy trabajando sobre los esclavos, como hago ahora, no voy a encontrar un diario. La mayoría de los esclavos eran analfabetos. No quiero pensar sólo en el número de horas que trabajaban los esclavos ni hacer una descripción económica sobre la producción esclavista ni elaborar un estudio sobre los castigos a los esclavos, sino que quiero saber cómo reaccionaban a todo eso, cómo reaccionaban ante su situación, cómo reaccionaba una esclava ante su relación, en algunos casos una relación duradera, con un hombre blanco libre. Me planteo si es importante para mí interrogarme sobre eso, aún sabiendo que tendré que trabajar muy duramente para tratar de encontrar pruebas.

No quiero escribir sólo una historia en la que descuide las reacciones humanas de mis sujetos. Puedo hacer preguntas que no siempre se pueden responder con certeza, porque tenemos que conseguir pruebas de forma un tanto indirecta. Si somos historiadores y no novelistas, con lo que no podemos inventar, entonces utilizamos un registro particular, empleamos un “tal vez” o un “podemos pensar que”. Tenemos que dejar muy claro que es algo que pensamos que es muy probable y que queremos que su lector lo considere. Creo que de esta manera ampliamos las posibilidades de pensar sobre el pasado.

La otra cosa que quería decir es que la investigación aparentemente planteada de forma más empírica y hecha sobre una base más empírica a menudo hace saltos interpretativos similares, pero no lo reconoce.

¿Qué pueden ganar los lectores contemporáneos del estudio de las historias de estos individuos menos conocidos?

En primer lugar, espero que lo pasen bien, como yo, que les resulte fascinante ver cómo otras personas vivían, en algunos aspectos de una manera muy distinta a la nuestra, mientras que en otros aspectos podrían encontrar algún tipo de reconocimiento .
 
En segundo lugar, creo que mi trabajo muestra que incluso en circunstancias muy difíciles, en circunstancias trágicas, en circunstancias en las que la gente se ha comportado con apasionada crueldad, las personas encontraron formas de sobrevivir, trataron de encontrar maneras de inventar o de improvisar para sobrevivir al menos y tal vez trataron de hacer que las cosas fueran un poco mejor para los que les rodeaban. Esa característica de la vida humana es algo que vale la pena recordar cuando nos enfrentamos a nuestros propios retos. No podemos extraer lecciones del pasado de manera automática, sino las posibilidades que nos muestra, tanto de pérdida trágica y de constante lucha como de supervivencia e improvisación.

miércoles, julio 07, 2010

Crítica del Pensamiento Crítico

Crítica del Pensamiento Crítico


Constantino Bértolo
Rebelión  http://www.rebelion.org/noticia.php?id=109230

Acudiendo al esquema dinámico –lo emergente, lo hegemónico y lo residual- con que Raymond Williams diseñó la posición relativa de las tendencias culturales en una determinada sociedad durante un espacio temporal concreto, resulta curioso abordar la situación que hoy ocupa entre nosotros el llamado Pensamiento Crítico. Ya delimitar el concepto deviene complicado no tanto por su presunta complejidad epistemológica como por las fanfarrias que generan los combates por su apropiación. Grosso modo cabría manifestar y denunciar que actualmente “toda crítica” pretende investirse con los ropajes del Pensamiento Crítico, más, entiendo, por miedo a que el capital simbólico que porta el concepto pueda ser disfrutado por otros que por deseos de autodistinción. Quizá por eso sea bueno, antes de proseguir, señalar que, tan codiciado capital simbólico, obtuvo gran parte de su actual atractivo al contraponerse a lo que antaño, antes de la derrota ideológica y política de las izquierdas marxistas, se llamaba Pensamiento Revolucionario, paradigma éste del que ya casi nadie se reclama.

Sucede además que en nuestra geografía intelectual, por tradición y conformación histórica, -no olvidemos que durante siglos fuimos “martillo de herejes”– el pensamiento crítico se ha venido confundiendo con el “llevar la contraria” o el “ya os lo decía yo” y, visto lo visto, parece, en efecto, que la crítica, en tanto exteriorización de ese presunto pensamiento consiste hoy, de manera hegemónica, en la descalificación del adversario ya electoral ya empresarial, si fuese el caso de poder hacer distingos entre ambos socios o hermanos siameses. El Pensamiento Crítico, en este contexto de bipolarización partidista, detenta hoy aquel espacio hegemónico del que hablaba Williams; un espacio de tenebrosa amplitud y que ocuparía, hablando geométricamente, un 80% del espectro social, para dejar libre un escaso 20% que se repartiría entre lo residual y lo emergente. Mucho espacio hegemónico y mediático, poco pensamiento y mucho criticar: que si el Gobierno nos lleva a la ruina, que si el PP hace tremendismo, que si hay que subir, -discretamente-, los impuestos a los magnates, que si hay que apoyar, -todavía más-, al empresariado, que si veintidós o doce días por año, que si prórrogas o no a las centrales nucleares, que si literatura del yo o literatura del yo-yo comercial, que si España y el desenladrillador que la desenladrille. Lo que se trata simple y repetidamente de llevar la contraria, de legitimar el cotilleo y de argumentar la maledicencia, sin que falte el elevado sermoneo humanista y abstracto, el encomio del santo escepticismo o el dogmatismo travestido en fiero e inquisitorial antidogmatismo.

Con un espacio hegemónico tan invadido por este “pensamiento criticón”, nada de extraño tiene que, si atendemos a la producción editorial relacionada, nos encontremos con algunos datos que entiendo más significativos que anecdóticos. De cien títulos que se recogen en la Editorial Katz, sin duda una de las empresas más volcadas últimamente hacia el pensamiento si no crítico al menos inquieto, tan sólo aparecen cinco libros de autoría nacional. En otra de las editoriales señeras al respecto, Paidos, y en su colección de Ciencias Sociales, entre ciento treinta y nueve títulos sólo un 14% corresponden a pensadoras o pensadores patrios, y si atendemos a las obras que se agrupan bajo el rótulo Política, la cifra desciende a un 6%. En Crítica, editorial también emblemática, esa presencia, en la colección Pensamiento, se levanta hasta un 25% para menguar a un 14% en su Serie Mayor y precipitarse hasta un 1,5% en la colección marcada como Memoria Crítica. Y estamos hablando de tres casas editoriales de prestigio, bien asentadas en el campo editorial, y representativas en el campo del ensayo y el pensamiento. Cualquiera que se asome a las mesas de novedades podrá ir comprobando como el mundo editorial abandona esos espacios para inclinarse con mayor o menos descaro, con mayor o menor prisa, hacia la llamada “non-ficción”, término adoptado de la jerga editorial anglosajona y que viene a ser algo semejante a lo que la telenovela representa respecto a la novela. En definitiva: pensamiento domesticado y precocinado.

En los márgenes y sin saberse muy bien si lo que se presenta con vocación emergente está destinado a lo residual mientras que lo llamado residual trata una y otra vez de refundarse como emergente, conviven los distintos herederos de aquel Pensamiento Critico Revolucionario ahora atravesado de nuevas aportaciones desde el campo de la políticas de género, las biopolíticas o la ecología radical. Durante décadas este pensamiento se ejerció fundamentalmente como pensamiento autocrítico y de mea culpa y este carácter de izquierda acomplejada está todavía muy presente en su pensar. Lo cierto es que si por pensamiento crítico entendemos aquel encaminado a un conocer para transformar los sustentamientos del actual sistema, hacia una teorización no desligada de la praxis, es aquí, en esa zona de arenas movedizas, donde se encuentra vivo, aunque sea en minoría, nuestro real Pensamiento Crítico. Nada extraño por tanto que si consultamos los catálogos de editoriales afines a esos territorios, El Viejo Topo, Virus, Hiru, nos encontremos, en contraste con lo antes recordado, con el dato, optimista, de que más del 50% de sus publicaciones tienen firmas de autores y autoras que realizan su trabajo dentro de nuestras fronteras (actuales).

Lo sorprendente sin embargo, y me refiero ahora a la actividad de este Pensamiento Crítico que se expresa en los márgenes, es que, en respuesta a la actual crisis económica, apenas esté generando propuestas concretas de actuación revolucionaria, y pueda detectarse, en su conjunto, aquel “ya lo decía yo” del que anteriormente hablamos. Parecería que el pensamiento crítico se estuviese limitando, al menos por ahora, a celebrar autosatisfecho que la crisis le hubiera dado la razón, analizando una y otra vez lo inevitable de las crisis capitalistas, descubriendo el mediterráneo que Marx puso en el mapa y sin plantearse cómo organizar a ese sujeto histórico que durante su tránsito de pensamiento revolucionario al pensamiento crítico, alguien debió dejarse olvidado en el camino.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rCR

martes, julio 06, 2010

El Informe Mundial sobre las Ciencias Sociales 2010 pone de manifiesto los progresos de los países emergentes

El Informe Mundial sobre las Ciencias Sociales 2010 pone de manifiesto los progresos de los países emergentes



Patrimonio casi exclusivo de las universidades de países occidentales durante mucho tiempo, las ciencias sociales van ganando terreno en las naciones de Asia y América Latina, según un informe publicado conjuntamente por el Consejo Internacional de Ciencias Sociales (CICS) y la UNESCO. En esta publicación, titulada “Las divisorias del conocimiento”, se hace un balance a escala mundial del estado de las disciplinas que integran esas ciencias.Según el Informe, las revistas especializadas editadas en América del Norte y Europa Occidental siguen representando el 75% de las publicadas en todo el mundo, y el 85% de las mismas están redactadas total o parcialmente en inglés. La cuarta parte de esas revistas se editan en Estados Unidos, y las dos disciplinas sobre las que se publican más artículos en todo el mundo son la economía y la psicología. Las dos terceras partes de las revistas de ciencias sociales del mundo entero se editan en cuatro países: Estados Unidos, Reino Unido, Países Bajos y Alemania.

El Informe de la UNESCO y el CICS pone también de manifiesto las tendencias contrastadas que se observan en las distintas regiones del mundo. Las ciencias sociales se están desarrollando en países como China, la India y Brasil. En este último país, por ejemplo, el número de investigadores en ciencias sociales se multiplicó prácticamente por tres en el último decenio. En China, el presupuesto dedicado a las ciencias sociales y humanas ha venido aumentando entre un 15% y un 20% anual desde 2003.

A pesar de los desequilibrios existentes en materia de publicaciones e investigadores, el Informe observa que la progresión más fuerte del número de artículos publicados se dio en América Latina y Europa. En cambio, las ciencias sociales han experimentado un retroceso importante en la Federación de Rusia y la Comunidad de Estados Independientes (CEI) desde la desintegración de la Unión Soviética: el número de investigadores ha disminuido, su promedio de edad ha aumentado considerablemente y las universidades rusas tienen muchas dificultades para atraer a los jóvenes con talento. En el África Subsahariana, el 75% de las publicaciones dedicadas a las ciencias sociales emanan de un grupo reducido de universidades ubicadas principalmente en tres países: Sudáfrica, Kenya y Nigeria.

Esta situación explica, en parte, la fuga de cerebros observada en África, aunque esta región no es, por supuesto, la única afectada por este fenómeno. Con respecto a la fuga de cerebros, el informe señala también que en Estados Unidos uno de cada tres doctores en economía y casi uno de cada cinco doctores en ciencias sociales son oriundos de países extranjeros

“Los trabajos de los especialistas en ciencias sociales son de notable calidad y de un gran valor práctico, pero el conocimiento científico de la sociedad, tal como señala el Informe, suele ser el que menos desarrollado está en aquellas partes del mundo donde más perentoriamente se necesita”, dice la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, en su prefacio a la publicación. “Asimismo, los esfuerzos realizados en el campo de las ciencias sociales, al tender a concentrarse demasiado en los países de cultura anglosajona y habla inglesa, no dan todos los resultados que cabría esperar. De esta manera, se está desperdiciando la oportunidad de explorar perspectivas y paradigmas arraigados en otras culturas y lenguas”.


Según el Informe, el mundo necesita más que nunca recurrir a las ciencias sociales para afrontar los grandes problemas de la humanidad, desde la pobreza hasta las epidemias, pasando por el cambio climático. Debido a las disparidades en materia de investigación existentes entre los Estados, las ciencias sociales no responden a esos problemas en la medida en que deberían hacerlo. Centenares de científicos sociales del mundo entero han contribuido con sus conocimientos especializados a la realización de esta publicación. En la presentación pública del Informe estuvieron presentes, entre otros: Gudmund Hernes, Presidente del CICS, François Héran, director de investigaciones del Instituto Nacional de Estudios Demográficos (INED) de Francia, Adebayo Olukoshi, director del Instituto Africano para el Desarrollo y la Planificación (IDEP), y Hebe Vessuri, directora del Departamento Estudio de la Ciencia del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).


“Las ciencias sociales han cobrado una dimensión verdaderamente planetaria porque se enseñan prácticamente en todas las partes del globo y porque los resultados de sus investigaciones son objeto de una amplia difusión”, dice Gudmund Hernes, Presidente del CICS. Al mismo tiempo, señala que han sido objeto de críticas frecuentes por no haber sabido prever acontecimientos tan importantes como la caída del Muro de Berlín en 1989 o la crisis financiera de 2008. No obstante, Hernes estima que “para afrontar los desafíos actuales y futuros y tratar eficazmente los problemas mundiales y locales, es vital contar con más trabajos en ciencias sociales y mejorar su calidad, esto es, tratar de comprender cómo funciona el mundo a partir de las formas de interacción de los seres humanos”.


Con respecto al Informe, en el que se señalan los progresos ya realizados y por realizar, Irina Bokova ha declarado: “Con este documento la UNESCO reitera su compromiso en favor de las ciencias sociales. Nuestra Organización desea establecer un nuevo programa mundial con vistas a promoverlas, en su calidad de instrumentos de inapreciable valor para coadyuvar al progreso hacia los objetivos del desarrollo acordados por la comunidad internacional”.



Bajar el informe completo (sólo existe de momento en inglés)
http://www.unesco.org/new/es/social-and-human-sciences/resources/reports/world-social-science-report/

domingo, julio 04, 2010

Reseña del libro Enjeux politiques de l'histoire coloniale, de Catherine Coquery-Vidrovitch

Reseña del libro Enjeux politiques de l'histoire coloniale, de Catherine Coquery-Vidrovitch
La historia colonial y el espejismo de la identidad nacional
Vladislav Marjanović

Rebelión

Traducción de Rocío Anguiano


 ¿Debemos avergonzarnos de nuestra propia historia? Depende de lo busquemos en ella. Comprender las causas y las consecuencias de los dramas sociales y humanos de las épocas precedentes o bien identificarse con sus protagonistas, sin importar el papel que desempeñaron. En el primer caso, se trata de una actitud más bien racional y científica que, ante todo, pretende explicar los sucesos de antaño, sin embellecerlos o envilecerlos, con el fin de extraer posibles lecciones para el futuro. En el segundo, estamos ante un enfoque emocional que se basa en la identificación de la sociedad actual con su pasado. Pero, en este caso, el peligro de caer en la trampa de la mistificación de la historia crece, sobre todo a medida que se reduce la distancia temporal entre los periodos anteriores y el tiempo presente. La imagen de las sociedades contemporáneas, ya se trate de pueblos, religiones, civilizaciones, o incluso de sus respectivas instituciones, corre el riesgo de deteriorarse. ¿Cómo posicionarse en el mundo actual con un bagaje de actuaciones poco gloriosas en el curso de la historia más o menos reciente? ¿Silenciándolo? ¿Retractándose públicamente?


El libro de Catherine Coquery-Vidrovitch desvela justamente la preocupación de los historiadores franceses que trabajan sobre el delicado terreno de la historia colonial. Esta obra presenta una reflexión sobre el tema, basada en la evolución de la historiografía francesa de la colonización de África en los últimos cincuenta años, es decir desde las “independencias”. Sus investigaciones muestran claramente los dilemas que plantea la interpretación de la mentalidad característica de esa época. Si, hasta los años cincuenta, prevalecía una visión positiva del papel de Francia como potencia colonial, una década más tarde se asentaba el mutismo. Y se optaba por dejar que fueran los investigadores africanos los que trabajaran sobre el tema. Estos no lo dudaron. A las universidades y otros centros de investigación de Francia, llegó una avalancha de doctorandos procedentes del continente africano. Gracias a ellos se abordaron gran cantidad de nuevos aspectos, como el urbanismo en las colonias francesas de África, las resistencias, la ecología y el género. Desgraciadamente, como señala la autora, la mayoría de esos trabajos no fueron publicados y hoy solo los conocen un puñado de investigadores especializados. ¿Fue algo premeditado? Todavía no hay respuesta a esa pregunta. Pero no hay ninguna duda de que hubo intereses políticos en juego, y sino cómo se explica que, en la enseñanza escolar francesa, la trata de esclavos ni siquiera se mencione hasta 1950 y apenas se evoque en los años noventa. Hubo que esperar a que en 2001 se promulgara la ley Taubira, que declaraba la esclavitud un crimen contra la humanidad, para que ese delicado tema se tratara por fin en los colegios.


Pero eso también significa que siguen siendo los intereses políticos los que dictan la forma en que se presenta o se enseña el pasado. En realidad, las más altas instituciones democráticas no han dejado de hacerlo nunca. Sirviéndose de la legislación (especialmente de la ley de 23 de febrero de 2005) incluso intentaron imponer a los maestros la obligación de enseñar “el papel positivo de la presencia francesa en ultramar” y avivar un concepto casi racista del hombre africano, que estaría poco integrado en la Historia. Aunque esta opinión, que el presidente Nicolas Sarkozy expresó el 26 de julio de 2007 en Dakar, fue duramente criticada y la ley de 23 de febrero de 2005 se ha retirado, la politización de la historia colonial francesa no ha cesado. Cuando un hecho histórico cerrado desde hace más de un siglo y medio se declaró “crimen contra la humanidad” por un acto legislativo, algunos consideraron que la política diaria atentaba contra la libertad de interpretación de la ciencia histórica. Se estaba gestando un precedente peligroso para el análisis del pasado. Basándose en esta ley, muchas organizaciones humanitarias y antiracistas exigían disculpas oficiales y reparación. Se consideraba a las generaciones actuales culpables de crímenes en los que estaban implicados algunos de sus antepasados lejanos, pero no ellos. La noción de “responsabilidad colectiva”, típica por lo demás de los sistemas ideológicos totalitarios, recuperaba sus cartas de naturaleza.


No es de extrañar que la injerencia de la política en el análisis y la enseñanza de la historia colonial haya provocado reacciones virulentas entre los historiadores. Alguno de ellos ven en las famosas “leyes memoriales” así como en las exigencias de disculpas y reparación por la esclavitud y los daños del sistema colonial, no solo un arma mediática, sino también una tentativa de debilitamiento de la conciencia nacional. En efecto, en noviembre de 2008 la Asociación “Libertad para la Historia” obtuvo del Parlamento el compromiso de no volver a pronunciarse mediante leyes sobre ningún tema relacionado con la memoria, pero, para la autora, esta retractación supondría legitimar la difusión de las mentiras históricas.


Por lo visto, ya nadie logra cerrar la caja de Pandora de la politización de la historia colonial y al parecer, Catherine Coquery Vidrovitch también se ha dejado llevar. En el dilema entre la libertad de investigación científica y la injerencia política mediante “leyes memoriales”, la escritora se inclina por esta última. Al referirse al problema de la “fractura colonial” se muestra partidaria del concepto “poscolonial” que ella vincula a la reflexión sobre la identidad nacional, una identidad que no considera solo como “hexagonal”, sino más bien como una herencia del pasado en general, incluido el colonial.


¿Pero la labor de la Historia es debatir sobre las “identidades” -lo que a fin de cuentas compete a la etnogenesis- o bien analizar las causas y las consecuencias de los hechos? El posmodernismo, del que se decía que iba a enriquecer la comprensión de la Historia, parece más bien enmarañarla desviándola hacia factores secundarios, pero más apropiados para crear opinión: identidades, memorias, culturas, civilizaciones, espacios. Catherine Coquery-Vidrovitch aporta también su granito de arena al intentar justificar las críticas a la planificación del Museo del Quai Branly (1). Ella misma confiesa lo difícil que resulta hablar del arte popular de los países del Sur intentando ser políticamente correcto. Pero, por otra parte, tiene problemas para precisar lo que, en su presentación inicial, se consideró como “enfoque colonial” y lo que ha cambiado en los planteamientos actuales. ¿Las explicaciones históricas que acompañan a los objetos expuestos? ¿La iluminación de las salas? ¿La reprobación (¿vergüenza?) de la estética?


Ella llega a la conclusión de que “pensar en términos poscoloniales lleva a pensar la diversidad de la sociedad francesa en la convergencia de las historias, porque vivir en armonía en una sociedad compleja exige el arte del compromiso y del diálogo”; conclusión que parece sacada de un folleto de una institución del Estado para la integración de los extranjeros (inmigrados). Sucede lo mismo con sus recomendaciones: “la escuela y la inteligencia política deben contribuir a edificar un sentimiento común de pertenencia a una nación (!sic!) cuyas principales características de mañana no serán exactamente las de hoy”. Sin duda, pero eso ¿no es otra historia? En cuanto a la historia que se considera como la verdadera, ¿su deber no es desmitificar en lugar de crear nuevos mitos, sacar a la luz las actuaciones encaminadas a la dominación, al enriquecimiento y al poder, desvelar las manipulaciones de la propaganda, precisar el contexto económico y geopolítico que está en la base de toda expansión y de toda explotación? Desgraciadamente, ninguna historia, ni siquiera la de las antiguas colonias europeas, es irreprochable. En cuanto se rasca un poco, aparece un fondo aterrador de guerras, crímenes, perfidias, mercadeos, opresión, pillaje, intrigas y complots. ¿Entonces a dónde nos lleva avergonzarnos de la Historia? ¿No sería mejor, en lugar de cultivar quimeras sobre la “identidad” y el “diálogo”, tan del gusto de los que detentan el poder que las manejan a su antojo para la salvaguarda de sus propios intereses, avergonzarse de no haber conseguido todavía extraer de la Historia lecciones que permitan cambiar el destino de la Humanidad?


El libro de Catherine Coquery-Vidrovitch no profundiza tanto en la configuración de las encrucijadas de la Historia, y mucho menos de la historia colonial (2). Sin embargo, ofrece un interesante panorama sobre el desarrollo de la historiografía de la época colonial en Francia y sobre los debates (sin duda politizados) que se han producido entre los investigadores. Para quienes se interesen o quieran ahondar en sus conocimientos en ese campo, este libro es una obra de referencia recomendada.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

viernes, julio 02, 2010

La Revolución española: Su representación y concepción dentro de los círculos intelectuales. Entrevista a Noam Chomsky

Entrevista a Noam Chomsky




La Revolución española: Su representación y concepción dentro de los círculos intelectuales
Jorell A. Meléndez Badillo
Tomado de Rebelión  http://www.rebelion.org/noticia.php?id=108942




Esta entrevista fue realizada el martes, 13 de octubre de 2009 en Cambridge, Massachusetts por Jorell A. Meléndez, estudiante graduado de Historia.

- Primero que nada, quisiera comenzar expresando mi sumo agradecimiento por la oportunidad de platicar con usted.
No hay problema.

- El tema principal de esta entrevista será la Revolución española. Como sabemos, la C.N.T. - F.A.I. [1] era uno de los sindicatos más poderosos de España cuando los trabajadores españoles se levantaron en armas en contra de la insurrección fascista del general Francisco Franco el 19 de julio de 1936. El día siguiente el presidente de la República, Luis Companys, se reunió con García Oliver y Buenaventura Durruti [2] para decirles que Cataluña estaba bajo control obrero y si así lo decidieran él renunciaría y se volvería otro obrero en la lucha. Luego de un largo debate, la C.N.T. y la F.A.I. decidieron que mantendrían el gobierno para evitar una dictadura revolucionaria. ¿Crees que esta fue sido la mejor alternativa para la revolución? También, ¿qué curso crees que hubiese tomado la revolución de haber disuelto el gobierno desde el comienzo?

Bueno, ellos tenían una gama muy limitada de opciones. Debes recordar que la revolución anarquista estaba siendo opuesta por cada una de las potencias mundiales. Estaba claramente opuesta por los fascistas. También estaba opuesta por los comunistas y las potencias occidentales; y pararse en contra de eso no era una tarea fácil. Es por esto que hubo varios compromisos a través del camino pues mantener estas naciones al margen representaba grandes dificultades. Es decir, las naciones occidentales apoyaban, más o menos, a Franco aunque no tanto como hubiesen querido.

Según mi conocimiento, solo hubo una propuesta seria de cómo ganar la guerra revolucionaria y era la de Camilo Berneri, un prominente anarquista italiano el cual emigró hacia España y fue asesinado por los comunistas en los “Días de Mayo” [3]. Éste proponía, en primera instancia, que no se debía luchar una guerra convencional militar pues no podrían obtener la victoria. En cambio, debían crear una guerra de guerrillas en España; combinándola con el apoyo a un levantamiento militar en el norte de África. En el momento había una revolución nacionalista ocurriendo en el Norte de África en contra de los franceses y los españoles; era aquí donde estaba la base del ejército de Franco. Aunque ésta no era una revolución radical, siendo mayormente nacionalista en busca de reformas campesinas y demás, la sugerencia de Berneri era que apoyándola se podría subyugar la base de la hueste franquista pues estaba compuesta básicamente de tropas moras. Yo no sé si hubiese funcionado pero era la única posibilidad de un triunfo. Por otra parte, la Republica nunca la hubiese considerado y la razón era para mantener relaciones con Francia, Inglaterra y los Estados Unidos. Algo como eso hubiese causado histeria dentro de la comunidad occidental, la cual no lo hubiese tolerado. Esto habría significado tener una disputa con las potencias occidentales mientras luchaban contra los comunistas y los franceses pero al menos existía la posibilidad de la victoria.

En aquellos días la capacidad de las guerras de guerrillas de lograr algún objetivo estaba aun desapercibida. Hoy es más claro luego de las experiencias de los últimos setenta años así que pienso que la estrategia de Berneri era la única con posibilidad de éxito.

- ¿Qué piensa sobre la persona de Buenaventura Durruti y su rol dentro de la Revolución española?

No era un intelectual pero era un líder militar muy efectivo y estaba muy comprometido con la causa anarquista. No sé cuanto comprendía sobre lo que se trataba el anarquismo pero estaba comprometido con el mismo.

- James Joll argumentó que “como el cortejo fúnebre de Kropotkin en Rusia, el funeral de Durruti fue el último ejemplo público de la fuerza que tenía el movimiento anarquista español” ¿Cree usted que éste sea un argumento válido, teniendo en consideración que la C.N.T. resistió la dictadura y se mantiene activa hoy en día, aunque en una escala menor en comparación, influenciando a un gran número de organizaciones e individuos alrededor del mundo?

Ha tenido mucha influencia y no tiene una escala tan pequeña. Bueno ahora es menor pero por ejemplo yo estaba en Madrid en 1986 y resultaba ser el “día de mayo” [4] en donde había una manifestación de la C.N.T. alrededor de todo Madrid. Creo que han difamado sus oportunidades pero luego que termina la dictadura de Franco, ellos vuelven a emerger. No fue fácil y cometieron errores pero vuelven a germinar. De hecho, creo que ahora en diciembre [5] se va a conmemorar el centenario de la fundación de la C.N.T. así que creo que continuaron su existencia pero claro, no era fácil especialmente después de loas “Días de Mayo” en donde hubo un ataque violento en donde se destruyeron la mayor parte de los colectivos de Aragón y Cataluña. Los comunistas estaban al mando, es decir el Partido Comunista y su policía, y ellos no definitivamente no tolerarían una revolución anarquista.

El apoyo de Stalin a la República fue completamente cínico. El sólo quería, o simplemente esperaba, hacer algún compromiso con Occidente. Cuando se hizo claro, especialmente luego de Munich, que Occidente quería guiar a Hitler hacia el Oriente, Stalin ofreció apoyo, robando el tesoro español sin ningún tipo de interés de apoyar la República la cual termina siendo aplastada.

Los poderes de Occidente, incluyendo los Estados Unidos, apoyaban a los fascistas. Así que toma por ejemplo a los Estados Unidos los cuales eran técnicamente neutrales. En primer lugar impusieron un embargo el cual prevenía que entraran armas a la Republica pero los fascistas no necesitaban estas armas de los Estados Unidos pues las obtenían de Italia y Alemania a través de Francia. Otra parte del embargo era peor pues lo que las naciones fascistas no podían proveer a Franco era el petróleo. Estados Unidos impuso un embargo en el petróleo en un marco teórico. Mientras, la “Texxaco Oil Company”, de la cual tú conoces la historia, era administrada por un nazi declarado, el cual desvió el petróleo destinado hacia la República a Franco. Recuerdo leer esto cuando era un niño. Lo leía en la prensa de izquierda mientras el Departamento de Estado negaba conocer sobre ello. Por supuesto, luego se conoció como la contribución de Roosevelt al fascismo en España. Mientras, Roosevelt aparecía públicamente muy furioso porque se encontró a un empresario estadounidense vendiéndole una pistola a la República o algo parecido, era pura hipocresía. Además se suma que Francia e Inglaterra no querían que sobreviviera la República.

Esto era parte de la actitud general y las personas tienden a olvidarlo pero el Occidente favorecía el fascismo. De hecho, Mussolini era admirado grandemente.

- En su ensayo Objectivity and Liberal Scholarship usted argumenta que las fuerzas republicanas creían que obtendrían apoyo de las democracias occidentales. ¿De dónde extraían esta idea de apoyo occidental?

Bueno, ésta es una ilusión común. Por ejemplo, los vietnamitas, es decir Ho Chi Min, creía que obtendría apoyo de los Estados Unidos. Es en parte esperanza y en parte ilusión. El Occidente tiene un sistema de propaganda terrorífico. Así que por ejemplo, toma la ceremonia del premio Nobel de ayer [6]. Lo único positivo que se podría decir en defensa del comité del premio Nobel es que le dieron el galardón a alguien que no ha hecho nada. Es una persona con un nivel moral más alto que la mayoría de las personas que han obtenido el premio pero están hablando de sus aspiraciones y las están tomando en serio. Es decir, Europa esta fascinada por su personalidad pero si observan sus acciones, desaparecen rápidamente. La propaganda es extremadamente efectiva por que se autoabsorbe y las personas que la aceptan asimilan esta mentalidad. Es peor cuando las personas la aceptan.

La República española no tenía muchas opciones. Ellos estaban básicamente apoyados por Stalin, siempre y cuando hubiese algún beneficio, y el Occidente no estaba dispuesto a apoyarlos porque no objetaban mucho con el fascismo.

- Algunos autores como Eric Hobsbawm, por ejemplo, desprecian el factor popular de la Revolución y argumentan que sólo el Partido Comunista español pudo haber liderado la misma por su alto nivel de organización. ¿Qué opina de esta postura?

Bueno, él no es un amigo y hemos discutido sobre esto anteriormente. A él le desagradan los anarquistas y en su opinión era retornar a los tiempos primitivos. De hecho los llama “rebeldes primitivos” y creo que está equivocado en eso. Él era un miembro del Partido Comunista y era leal al centro de dicho partido en Rusia. El Partido Comunista era una organización del ala derecha. Es decir, era el partido de la policía y el régimen burgués. ¿Por qué han de liderar una revolución? Pudo haber beneficiado a Stalin. Ellos estaban a cargo del gobierno. Lo que pasó fue que Stalin les quitó la alfombra de sus pies tan pronto dejaron de servir para sus objetivos. ¿Qué más se podía esperar?

Creo que Hobsbawm simplemente no entendía de lo que se trataban los partidos comunistas. Es cierto, hicieron algunas cosas buenas. Tomemos por ejemplo los Estados Unidos. Todos en mi familia eran miembros del Partido Comunista en los años 30 pero para ellos no tenía nada que ver con Rusia. Se trataba del trabajo, los derechos civiles y la organización de uniones. El Partido Comunista estaba al frente de los programas reformistas más decentes. Así que si se trabajaba en conjunto por el pueblo trabajador, era simplemente natural estar a favor del mismo.

Pero pensándolo en un nivel internacional no hace ningún tipo de sentido. Podrías argumentar sobre los detalles pero desde mi punto de vista Lenin y Trotsky fueron los oponentes más grandes del socialismo en Rusia desde el principio. Dentro de lo que consideraban principios marxistas sólidos, Rusia era una sociedad campesina atrasada y no era adecuada para la revolución así que tenía que ser guiada hacia ella a través de la industrialización forzada, las cortinas de acero de la historia y demás. Esa no era la visión de Marx. Marx estaba interesado grandemente en las posibilidades de una revolución campesina en Rusia. En sus últimos años de vida lo estudió intensamente utilizando la data recopilada por los Narodniks [7] quienes estaban investigando la sociedad campesina en las cuales él estaba tan interesado pero todo esto ha sido suprimido por los marxistas europeos. A los socialdemócratas no les gustaba y a los bolcheviques no les gustaba; ellos estaban más orientados hacia lo urbano así que despreciaron el campesinado rural.

Así que puedes notar que luego de 1917 las organizaciones campesinas fueron destruidas por Lenin y Trotsky. Ellos no querían a los revolucionarios sociales, los revolucionarios sociales de izquierda, el ejército de Makhno [8] y demás, así que se desasieron de ellos. Yo creo que la visión de Hobsbawm era que tenía que ser un partido de vanguardia disciplinado el que podía llevar a cabo el proyecto. Yo no le llamaría a eso revolución porque no sería un proyecto revolucionario, sería básicamente un proceso de industrialización forzada.

- Hay otra teoría, mayormente sostenida por simpatizantes del Partido Comunista, en donde argumentan que los anarquistas no habrían podido liderar la revolución porque carecían de lo que Antonio Gramsci llamaba “intelectuales orgánicos”, intelectuales dentro de la clase obrera que pudiesen organizar la revolución. ¿Qué opina sobre este argumento?

Hay algo sobre ello, el anarquismo no es atractivo para los intelectuales porque no les ofrece poder. Bakunin escribió sobre esto en una de las predicciones más receptivas de los tiempos modernos. Él señalo, y observó, el acenso de lo que llamó una nueva clase de inteligentsia científica, intelectuales modernos con un supuesto conocimiento técnico de comando. Todo esto es una farsa pero esta supuesta técnica de conocimiento organizativo de comando son los intelectuales de Gramsci. Bakunin predijo que éstos tomarían una de dos direcciones.

Algunos tratarían de tomar el poder ellos mismos en las espaldas de una revolución popular y luego crearían una “Burocracia Roja”, la cual sería la tiranía y el sistema más opresivo que el mundo hubiese conocido. Los otros reconocerán que no pueden tomar el poder ellos mismos así que éstos se convertirán en los sirvientes de aquellos que sí tienen poder dentro de las democracias del capitalismo de estado y serán quienes las manejen, tecnócratas y demás. Ambos, podrías decir que le pegaran al pueblo con el bastón del pueblo. Ellos pretenderán que están representando a las personas y en realidad estarán pegándoles con su mismo bastón. Esa es la mejor predicción de lo que paso.

Los bolcheviques tomaron la primera dirección y los intelectuales y el Occidente tomaron la segunda, bastante orgullosos. Estos últimos se llaman a ellos mismos tecnócratas e intelectuales pragmáticos. De hecho, una vez comparé textos de Robert McNamara con textos de Lenin y eran casi idénticos. Lo único es que McNamara habla de Dios y Lenin no, pero básicamente sostenían la misma idea: “Debemos manejar y controlar la sociedad con una mano de acero de ser necesario, para el bienestar del pueblo”. Esa es la idea prevaleciente dentro de los intelectuales liberales como Lippman, Galvani y el resto, y es totalmente razonable. Es una forma de obtener poder y lo ven de una forma altruista, al igual de los fascistas.

Aparte de las personalidades, el análisis político y social de Bakunin fue correcto. Es decir, hay intelectuales que no siguen esta corriente pero éstos son destituidos y echados a un lado; los mantienen al margen. Había este tipo de intelectuales dentro de los anarquistas como el de Camilo Berneri, por ejemplo. Pero él no es considerado un intelectual porque no servía al poder. El término intelectual es muy gracioso, no tiene nada que ver con la capacidad intelectual o la dedicación intelectual como la creatividad o algo parecido. Primordialmente el término intelectual es reservado para aquellos que sirven al poder o en el caso de enemigos utilizamos el término disidentes. En nuestra nación llamamos intelectuales a los que sirven al poder y los otros son lunáticos, locos o algo.

Esto nos lleva atrás en nuestra historia. Toma la biblia y sus mitos por ejemplo. Podemos encontrar personas que podríamos llamarles intelectuales y el término que se les adjudica es el de profetas, lo cual es una mala traducción de un término hebreo poco conocido. Pero piensa sobre lo que hacían estos profetas. Éstos estaban brindando análisis políticos, estaban criticando al rey, pedían merced por los huérfanos de las villas y demás. Estos son lo que llamaríamos intelectuales disidentes y eran tratados horriblemente. Había intelectuales los cuales eran tratados muy bien y eran los padres de la corte, pero siglos luego, como en los evangelios, eran llamados falsos profetas, pero como mencioné, fue mucho después. Mientras, los intelectuales disidentes eran tratados miserablemente mientras los padres de la corte eran tratados muy bien y esa es la historia hasta el presente con muy pocas excepciones. Así que no tomo a Gramsci muy en serio.

- Entiendo las razones por las cuales los medios podrían distorsionar los hechos de lo que realmente pasó en España porque era un proceso que demostraba la capacidad y la fuerza de las personas una vez se organizan y luchan juntas con una meta común. Lo que me impresiona sobremanera es la omisión, o mala concepción, dentro de la Academia, o de los círculos académicos, aun dentro de los de izquierda o los más progresistas.

Son lo mismo. Es decir, he hecho mucho trabajo crítico de los medios pero mi punto de vista siempre ha sido básicamente el mismo y se aplica también a la academia y otros intelectuales. La razón del enfoque en los medios es para mostrar una visión forense porque es muy influente. Además, es más fácil de estudiar y si quieres hacer trabajo comparativo puedes tomarlo de los medios. Si intentas hacer lo mismo dentro de una postura académica, o erudita, es mucho más difícil. De hecho, el artículo que citaste es mayormente sobre intelectuales no sobre los medios. Y es sobre intelectuales liberales. Tomemos los intelectuales liberales de izquierda, ellos escribirán su versión de la Revolución española y sobre el partido bolchevique, el cual estaba compuesto en su mayoría por intelectuales.

Pero hay poca diferencia en el armario. Si eres parte del mundo académico no tienes las presiones directas que tienes dentro de los medios. Si trabajas en los medios estas trabajando básicamente para el Estado o alguna corporación. En el mundo académico hay poca interacción así que existe espacio para la flexibilidad y para intelectuales disidentes. Por ejemplo, yo he sobrevivido en el mundo académico pero no podría haber sobrevivido en el “New York Times”. De hecho, una ilustración un poco dramática, yo escribo regularmente varios Op-eds [9] los cuales son distribuidos por el Sindicato del New York Times pero nunca son publicados en los Estados Unidos. Éstos son distribuidos en lugares como México y Grecia pero esto es completamente entendible. El mundo académico deja espacio o posibilidad para flexibilidad. En M.I.T. he sobrevivido porque es una universidad basada en matemáticas y ciencia y no les importa mucho que haces en tu tiempo libre. No es un centro ideológico como Harvard. Toma a Hobsbawm, el sobrevivió en el mundo académico y seguramente no hubiese podido sobrevivir dentro de los medios.

- Sabemos que hubo una gama de factores a nivel económico, histórico y social, en adición a lo que ha llamado un “proceso preparatorio” lo que hizo la Revolución posible.

¿En España?

- Correcto. ¿Cree entonces que existe la posibilidad de otra revolución de corte libertario?

Creo que sí. Pero sabes que tomó alrededor de unos 50 años de preparación y varios intentos así que la revolución estaba en la cabeza de las personas y cuando se acerco la oportunidad sólo hicieron lo que estaba en sus cabezas. Es decir, es un poco como la reconstrucción del capitalismo en Europa luego de la Segunda Guerra Mundial. Alemania estaba devastada pero no les tomó mucho tiempo la reconstrucción porque sabían lo que hacían. Alemania estaba objetivamente en la misma situación que África Central pero su conciencia y entendimiento diferente en qué hacer hizo que se convirtiera en un poder como el Japón.


En España lo mismo fue cierto. Los campesinos pobres, acerca de los cuales hay varios escritos y son muy emotivos, sabían exactamente qué hacer. Podemos verlo concretamente cuando, por ejemplo ahora mismo, parte del proyecto del Estado capitalista es financiar la economía. Ellos refuerzan las instituciones financieras para corromper las otras instituciones. Así que “General Motors” está desmantelando sus fábricas mientras reciben tributos de los impuestos que los hacen más ricos que nunca. Esa es la naturaleza del Estado capitalista actual. El desmantelamiento de esas fábricas destruye la fuerza laboral de las comunidades, como en Detroit, a la vez que las otras ciudades industrializadas colapsan. Mientras, el Secretario de Transportes de Obama se encuentra en España utilizando el dinero del estímulo federal, diseñado para estimular la economía de Estados Unidos, para obtener contratos en España para crear trenes de alta velocidad que tanto se necesitan en Estados Unidos. Ahora bien, estas fábricas que están siendo desmanteladas lo podrían hacer. Éstas podrían reconstruir los rieles mientras se emplean a trabajadores adiestrados y demás. Pero como para los bancos no vale la pena, van a España a hacerlo. ¿Pero qué tal de la fuerza laboral misma? Es decir, si estos tomaran conciencia de sí mismos y obtuviesen apoyo, éstos podrían simplemente tomar las fábricas y comenzar a producir lo que se necesita. Éstos podrían encontrarse alguna fuerza en su contra al principio pero si obtienen el apoyo popular, podría pasar. Lo que se necesita es concienciación y organización, y eso es lo que carecen. Pero no creo que esto sea remoto, está debajo de la superficie y podría desarrollarse. Así que sí, podría darse otra revolución libertaria.

Notas:
[1] Confederación Nacional del Trabajo y Federación Anarquista Ibérica. La primera era una organización sindical mientras que la segunda era un grupo militante de corte anarquista dentro del sindicato. Ambos siguen activos hoy en día pero no afiliados.
[2] Es importante señalar que a dicha reunión asistieron otros individuos como el intelectual argentino Diego Abad de Santillán.



[3] Se suele llamar “Dias de Mayo” a la primera semana de Mayo de 1937 en donde el Partido Comunista y el Partido Socialista Unificado hacen una ofensiva a los obreros de la C.N.T. y U.G.T. que controlaban la oficina central de teléfonos para tomar el control total del bando republicano. Durante estos días cientos de personas resultan muertas mientras que miles quedaron heridas.



[4] El primer día de mayo conmemora la muerte de los mártires de Chicago y es celebrado por la clase trabajadora a nivel global.



[5] Esta entrevista se llevó a cabo en octubre de 2009. El centenario de la C.N.T. se llevará a cabo el 1 de noviembre de 2010, no en diciembre de 2009.



[6] En referencia a la concesión al Presidente Obama del Premio Nobel de la Paz.



[7] Miembros de una clase media rusa en la segunda mitad del siglo XIX los cuales desarrollan unas ideas de corte populista.



[8] Uno de los líderes del grupo Dielo Tuda y de los revolucionarios de Ucrania durante la Revolución rusa los cuales fueron suprimidos violentamente por León Trotsky y el Ejército Rojo.



[9] Artículos en donde un autor expresa su opinión sin mantener alguna afiliación con la editorial donde es publicado.







La Revolución Española: Su representación y concepción dentro de los círculos intelectuales. Entrevista a Noam Chomsky. Jorell A. Meléndez Badillo, Creative Commons Attribution-NonCommercial 3.0 Unported License.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.



rCR

jueves, julio 01, 2010

Julio de 1936 por Josep Fontana




Josep Fontana
Público




Santos Juliá expone en un artículo publicado en El País el 25 de junio una tesis sobre la naturaleza de la Guerra Civil española que puede resumirse en la frase con que el propio periódico la sintetiza: “Las matanzas en el bando antifranquista durante la Guerra Civil no fueron de los republicanos, sino de los partidarios de una revolución social que, de haber triunfado, también hubiera supuesto el fin de la República”.

La tesis no es nueva. Es la de los sublevados –que pretendían que su objetivo era prevenir una imaginaria insurrección comunista–, la de la carta colectiva de los obispos o la del revisionismo neofranquista de nuestros días. No es de extrañar que la caverna de Intereconomía haya reaccionado con voces de júbilo para celebrar el regreso del hijo pródigo a la verdadera fe.

Tengo demasiado respeto a Santos Juliá como para despachar este asunto de la manera simplista en que lo hace Intereconomía; pero no puedo evitar la expresión de algunas discrepancias. Lo que había en España el 18 de julio de 1936 era un régimen democrático empeñado en una política reformista, definida así en el pacto del Frente Popular: “La República que conciben los partidos republicanos no es una República dirigida por motivos sociales o económicos de clases, sino un régimen de libertad democrática, impulsado por razones de interés público y progreso social”. Los “partidos obreros” habían aceptado estos límites por unas razones que Martínez Barrio expuso claramente en 1937: “El pacto del Frente Popular fue una necesidad política y moral, tanto para los partidos republicanos como para las organizaciones obreras. Advertían aquellos la rápida desintegración de las esencias del régimen y el peligro, cada vez más cercano, de que la Constitución del año 31, violada con reiteración, fuera abolida definitivamente. Los partidos obreros observaban, a su vez, que el terreno legal donde la derecha quería colocarlos les traería desastre idéntico al sufrido por las clases trabajadoras en Alemania y Austria”.

Aunque hablasen de revolución para azuzar los miedos de la derecha, los militares y sus asociados se sublevaron en realidad contra la democracia republicana. Lo dicen sus primeros textos internos, como el de Mola, que proclama: “Es lección histórica, concluyentemente demostrada, la de que los pueblos caen en la decadencia, en la abyección y en su ruina cuando los sistemas de gobierno democrático-parlamentario, cuya levadura esencial son las doctrinas erróneas judeo-masónicas y anarco-marxistas, se han infiltrado en las cumbres del poder”. Lo que debía hacerse era “un corte definitivo, un ataque contrarrevolucionario a fondo”, de modo que en el futuro “nunca debe volverse a fundamentar el Estado ni sobre las bases del sufragio inorgánico, ni sobre el sistema de partidos (…), ni sobre el parlamentarismo infecundo y nocivo”. De forma más expresiva lo decían los militares de su entorno, que, como nos cuenta su secretario en la primera versión de sus recuerdos, sostenían que “hay que echar al carajo toda esta monserga de derechos del hombre, humanitarismo, filantropía y demás tópicos masónicos”, lo que ejemplificaban con “la limpia que hay que hacer en Madrid entre tranviarios, policías, telegrafistas y porteros”.

Cuando se analiza la violencia inicial del levantamiento, se puede ver que se trata sobre todo de asesinatos preventivos, movidos por el deseo de desarticular hasta sus raíces la sociedad republicana. Se mata a alcaldes y concejales, a sindicalistas o a maestros de escuela. ¿Cómo explicar de otro modo el asesinato en los primeros días de tantos maestros de escuela? ¿O el hecho de que hubiese tantas víctimas en provincias que votaban tradicionalmente a las derechas y donde el movimiento había triunfado sin resistencia? No eran víctimas de una guerra civil que no existía aún cuando sus muertes fueron decididas, sino de un proyecto de exterminio colectivo.

En un balance sobre la violencia roja y azul que aparecerá próximamente, José Mª García Márquez ha reconstruido la realidad de los asesinatos del verano de 1936 en la provincia de Sevilla. Se trata de hombres y mujeres que murieron sin dejar rastro, no porque fuesen víctimas de actos incontrolados, sino porque hubo una voluntad deliberada de ocultación. Una de las aportaciones más interesantes de su investigación es la certeza de que las autoridades de la revuelta tenían exacta noticia de cada muerte que se producía.

Esta primera oleada salvaje de los muertos en los descampados y en las cunetas, realizada cuando no había motivo alguno que pudiera legitimarla, es la que revela con más claridad la naturaleza y el sentido de esta violencia fundacional. Después empezó una Guerra Civil que desbordó el proyecto político republicano y dio paso a una situación nueva, en que el análisis de la violencia de ambos bandos debe hacerse sin duda con algunas de las cautelas que preocupan a Santos Juliá. Pero la suposición de que la crisis del proyecto del Frente Popular se hubiese producido de todos modos sin la provocación inicial de la revuelta no aparece justificada por el estudio de lo que ocurrió en la primavera anterior. Y, privada de esta legitimación, la violencia azul del verano de 1936 resulta ser el mayor crimen colectivo de la historia de España: un crimen contra la humanidad que no tiene amnistía ni perdón.

Josep Fontana es historiador





Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/2108/julio-de-1936/