Blog de historia social desarrollado por el Dr. Juan José Marín con el fin de establecer un espacio de diálogo y trabajo colectivo
miércoles, diciembre 31, 2014
2014 y la historiografía nacional. Un año para recordar buenas prácticas.
La historiografía costarricense tuvo un excelente 2014. Ello se reflejó en la publicación de libros, encuentros, congresos, jornadas de investigación, mesas redondas y luchas por la cultura histórica. Muchas actividades se realizaron pero en esta ocasión vamos a destacar algunas que por su transcendencia en la historiografía; su impacto en la formación de nuevas generaciones y su peso en la interpretación tuvieron un campo especial.
En primer lugar debe mencionarse a los dos grandes congresos realizados en Centroamericana donde los historiadores costarricenses tuvieron una valiosa intervención, ambos en el mes de julio. El XII Congreso Centroamericano de Historia continuó fortaleciendo los espacios de debate entre historiadores centroamericanos y centroamericanistas. Al igual que en otras ocasiones se desarrollaron diversas temáticas presentadas en distintas mesas de trabajo. Hubo trabajos sumamente interesantes que se colocaran en la red de Congresos que tiene la Escuela de Historia. Hubo conferencias con un alto nivel de académico, dando la posibilidad generar espacios de trabajo colectivo. El segundo, fue el Congreso Mundial en el cual los historiadores más avezados en la historia comparada a nivel mundial, dieron muestras de las interconexiones entre la historia ambiental, política, económica, social y cultural. La gran donación de libros al CEDOCIHAC deja claro los grandes retos de la historiografía costarricense y centroamericana en el contexto de la historiografía mundial. Ambos eventos dejaron claro que la historiografía de hoy debe ser grupal, colaborativo, cooperativa y esencialmente buscando responder grandes problemáticas.
El segundo hito, fueron dos aniversarios. El Centro de Investigaciones Historiográficas de América, Central (CIHAC) cumplió 35 años de existencia y en el cual reunió a cinco grandes historiadores de distintas escuelas como fueron Guillermo Castro ( centroamericano - historia ambiental), Juan Manuel Palacio (argentino – historia regional y laboral); Rodolfo Aguirre (mexicano – historia colonial y educativa); Jean Louis Guerreña (europeo – historia de la sexualidad y la educación); Jeffry Gould (estadounidense - historia política). Además de mesas redondas,conferencias y jornadas de investigación. EL CIHAC llegó a estos 35 años gracias a los conocimientos, experiencias adquiridas, el aprendizaje respetuoso; a la colaboración y a la transmisión de competencias y sabes sin ánimos egoístas. La máxima repetida por muchas veces de que "Progresamos porque estamos parados en los hombros de gigantes" es aplicable a la historia del CIHAC muchos nos formaron y enseñaron. A todos ellos que tuvieron ese espíritu muchas gracias. Asimismo, Diálogos cumplió 15 años. La revista se creó en 1999 y desde entonces ha jugado un papel fundamental en el desarrollo historiográfico, especialmente durante los últimos cinco años. Esta publicación ha logrado crear una comunidad interdisciplinaria y sus contenidos son reconocidos en América Latina y más allá de la región. De esta manera, se ha logrado posicionar como un espacio de consulta y análisis académico que da a conocer la investigación histórica que se produce en Centroamericana. Desde el inició nació como un proyecto abierto al debate, a la interpretación, a la colaboración y con un gran compromiso hacia la sociedad costarricense y centroamericana
Un tercer hito fue la riqueza de la publicaciones. Lo interesante, fue la cantidad de buenas publicaciones. A ojos de este lector sin duda la mas atractiva fue la “Formación de la clase media en Costa Rica (1890-1950) de George García Quesada, la cual vino a rescatar una problemática dejada de lado por la historiografía costarricense. Una publicación llena de interesantes reflexiones y sugerencias de investigación. Otra publicación valiosa fue la de Jorge León, Justo Aguilar, Manuel Chacón, Gertrud Peters, Antonio Jara y Lourdes Villalobos “Historia Económica de Costa Rica en el siglo XX: crecimiento y políticas económicas” y la compilación de Ronny Viales La conformación histórica de la región Atlántico/Caribe costarricense: (Re) interpretaciones sobre su trayectoria entre el siglo XVI y el siglo XXI” . A ello se unen publicaciones que con esfuerzo tesonero y de colaboración salieron con ayuda de instituciones extra universitarias. Las tres publicaciones citadas sin duda merecen un gran reconocimiento.
Un cuarto logro fue la defensa de la cultura histórica y geográfica en las aulas de secundaria. Nunca en la historia reciente se procuró implantar unos planes de estudio que erradicaban las formas de pensamiento histórico en aras de implantar una serie de contenidos ideológicos insostenibles en la realidad: a los viejos mitos liberales de la democracia blanca, la igualdad en la pobreza y la ascendencia europea costarricense; los intelectuales neoliberales querían insertar otros como la Costa Rica siempre verde, prospera, pacifica, ciudadana e igualitaria cuando en la realidad el modelo extractivista y de des-posesión de las clases mas vulnerables esta en total apogeo. La lucha revirtió los nefastos planes curriculares a pesar de la complacencia de la inteligentsia al servicio de la plutocracia.
Finalmente, en el ámbito de la cultura histórica, no dejó de sorprender en todo el 2014, el proyecto Claves dirigido por José Daniel Gil, quien junto a jóvenes historiadores realizan con su esfuerzo y pocos recursos una brillante lección del sentido social de la historia para la sociedad costarricense. Un claro mentís a los defensores a ultranza de la “historia para la fama personal”, donde lo social queda relejada por la fama
Merecen un mérito especial la declaración de la licenciatura bimodal en la Enseñanza de los Estudios Sociales y la Cívica de la EHUNA; la creación de una Comisión Inter universitaria en la enseñanza de los Estudios Sociales y la Cívica donde la UNED, la UNA y la UCR y sus escuelas se comprometen a fomentar una enseñanza de la historia y la ciudadano de calidad en los ámbitos de la enseñanza pública.,
Toda selección es injusta pues se dejan muchos trabajos y esfuerzos. Los citados tienen un mérito, que sin mucha publicidad tuvieron una trascendencia real en el desarrollo historiográfico; denotaron un impacto positivo en la formación de nuevas generaciones y, desde luego, han contribuido en conocer interpretar y aprender la realidad social circundante.
El 2015 se auguran nuevos éxitos. Ojalá superen lo logrado en el 2014 para bien de la historiografía y de la sociedad costarricense y centroamericana.
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lunes, diciembre 22, 2014
Historiador y docente chileno recibe galardón de la UNESCO
La historia comprometida con la sociedad, a veces tan poco valorada por la academia dura, recibe reconocimientos internacionales. Hace poco, en noviembre, el historiador chileno Francisco Estévez Valencia, recibió el premio UNESCO Mandanjeet Singh 2014 por su contribución en temas de promoción de la tolerancia y la no violencia. Francisco Estévez es un historiador y profesor universitario que se dedicó a la defensa de los derechos humanos y la democracia durante la dictadura de los años 73 al 90, y al acabarse ese régimen, desempeñó un papel fundamental en la campaña cívica “Para creer en Chile”, cuyo objetivo era difundir los contenidos del informe de la Comisión Verdad y Reconciliación.
El Premio UNESCO-Mandajeet Singh para la promoción de la tolerancia y la no violencia se creó en 1995 con motivo del Año de la Tolerancia y el 125º aniversario del nacimiento del Mahatma Gandhi. Su objetivo es ensalzar la tolerancia en las artes, la educación, la cultura, la ciencia y la comunicación. Se entrega cada dos años a personas o instituciones que hayan contribuido de manera excepcional en favor de la tolerancia y la no violencia.
Ambos ganadores, seleccionados por un jurado internacional, compartirán los cien mil dólares de dotación del premio.
Los miembros del jurado para la edición 2014 del premio fueron: Ioanna Kuçuradi (Turquía), Marek Halter (Francia) y Kamal Hossain (Bangladesh)
http://www.un.org/spanish/News/story.asp?NewsID=30988#.VJjHF2cAKA
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sábado, diciembre 20, 2014
miércoles, diciembre 17, 2014
Ranking de los científicos que trabajan en las instituciones de Costa Rica de acuerdo a sus perfiles públicos GSC
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En la primera edicción de los Ranking de profesores
que tenemos perfil en Google Scholar construido con los datos recogidos
durante la segunda semana de diciembre 2014 apracemos, junto al doctor David Dìaz Arias, entre los 100
primeros investigadores de Costa Rica. Este indice se realiza a partir de los
perfiles públicos de los investigadores que trabajan en el Costa Rica
instituciones (Costa Rica, América Central).
Si bien, es un indice BETA de los Ranking de los
científicos en función de su declarada (voluntariamente) presencia en el
Google Académico Citaciones base de datos, es importante, pues permite
ir rompiendo con las indexaciones del mundo anglosajón.
Ya en otros momentos hemos recomendado participar en
los indices academia.edu; reserch gate Wikepedia y Mendeley. Seguimos
en la tarea de seguir incentivando la visibilidad de los historiadores
costarricenses.
Si bien, es un indice BETA de los Ranking de los científicos en función de su declarada (voluntariamente) presencia en el Google Académico Citaciones base de datos, es importante, pues permite ir rompiendo con las indexaciones del mundo anglosajón
Ya en otros momentos hemos recomendado participar en los indices academia.edu; reserch gate Wikepedia y Mendeley. Seguimos en la tarea de seguir incentivando la visibilidad de los historiadores costarricenses.
El ranking completo se puede localizar en la siguiente dirección web http://www.webometrics.info/en/node/67
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domingo, diciembre 14, 2014
viernes, diciembre 12, 2014
Nuevos asedios a la historia
[ENSAYO] En el IV Seminario Internacional sobre Historiografía, el académico francés François Hartog presenta hoy Creer en la historia, en la U. Finis Terrae.
por Pablo Marín - 28/11/2014 - 08:56
Tomado de http://www.latercera.com/noticia/cultura/2014/11/1453-606466-9-nuevos-asedios-a-la-historia.shtml
En su Gran Diccionario de 1866-76, Pierre Larousse anotaba que “hoy la historia se ha vuelto, por así decirlo, una religión universal. Reemplaza, en todas las almas, las creencias extintas y quebrantadas (…). El derecho, la política, la filosofía, le piden prestadas sus luces. Está destinada a ser, en medio de la civilización moderna, lo que fue la teología en la Edad Media y en la Antigüedad: reina y moderadora de las conciencias”.
Hoy la disciplina, tras Hiroshima, el Holocausto y el fin de los grandes relatos redentores, tiene un estatus distinto: nuestro mundo ya no está atravesado por el avance sin freno de la historia y los historiadores ya no son intermediarios entre pasado, presente y futuro. Entre otras cosas, porque el futuro apenas se vislumbra. Y porque sustituimos al ídolo de la historia por un cuarteto -memoria, conmemoración, patrimonio, identidad- dirigido por el presente.
Pero que estemos secuestrados por el “presentismo” no significa que haya que dejar de creerle a la historia y, menos aún, de creer en ella. Más bien lo contrario. Eso sí, señala François Hartog a La Tercera, “antes de creer (nuevamente) en la historia, hay que saber por qué ya no creemos, al menos en esa historia que fue la gran creencia del siglo XIX y la mayor parte del XX”. Actualmente, concluye, “no tenemos un concepto de historia a tono con la experiencia del tiempo contemporáneo”.
Las palabras de Hartog, director de estudios y profesor de historiografía en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, explican el sentido general de su último libro. Aparecido en Francia el año pasado, Creer en la historia es fruto de una traducción local y su presentación, hoy a las 12.00 en la U. Finis Terrae, se enmarca en el IV Seminario Internacional sobre Historiografía. Un volumen que interroga el concepto moderno de historia y constata el vuelco contemporáneo en nuestras relaciones con el tiempo, complementando sus reflexiones en obras como Regímenes de historicidad (2003).
De Balzac a McCarthy
Dividida en cuatro partes y un intermedio, la obra se pregunta por el rol del historiador (¿Juez de instrucción? ¿Un “experto” más de la mediósfera contemporánea?), por los acercamientos y rupturas con la retórica y la poética, por las políticas memoriales. Y termina preguntándose si, en los últimos años, desdibujada hace tiempo ya la flecha del progreso, ha vuelto la historia a “ponerse en marcha”.
Y para dar sentido a un concepto arisco, cabe investigar o reconsiderar una variedad de fuentes. Por ejemplo, el Angelus Novus, la pintura de Paul Klee que fue propiedad de Walter Benjamin y sobre la cual éste escribió una de las tesis que figuran en Sobre el concepto de historia. Benjamin vio acá un “angel de la historia” que mira al pasado mientras un huracán (el progreso) lo empuja irremediablemente hacia el futuro”. A Hartog, por su parte, la obra le sugiere otra interpretación: “Cuando la figura del progreso no era discutida, la historia que escribían los historiadores esclarecía la historia que hacían los hombres, mostrando lo que habían hecho. De aquí en adelante, o por el momento, se ha terminado ese régimen historiográfico”.
Pero más necesaria para Hartog es la novela: mal que mal, “la historia moderna y la literatura moderna, bajo la forma de la novela, triunfan juntas”. Parte por el siglo XIX, “que vio imponerse esta evidencia doble: la de la historia, concebida como proceso, llevada por un tiempo actor, viviéndose según el modo de la aceleración; la de la novela, llamada a decir este mundo nuevo”. Y arranca con Balzac, pues el autor de La comedia humana instala temporalidades distintas en un mismo cuadro histórico, dando cuenta, por ejemplo, de “trayectorias aceleradas o quebradas de personajes que suben muy alto o que caen muy bajo”. La sociedad balzaciana, agrega, “está enteramente atravesada por tiempos discordantes que se frotan y chocan entre sí, a veces trágicamente. Frente a las pervivencias, están las novedades, la moda del día, los torbellinos de lo que está en boga, las fortunas que se hacen y se deshacen”.
El largo camino por las letras acá recorrido, que pasa entre otros por Tolstoi, Musil y Sebald, lo lleva hasta la literatura norteamericana de nuestros días. A Don DeLillo y Cormac McCarthy, que “exploran la post-catástrofe”, como explica Hartog desde París. Respecto del segundo, el académico entra en las minucias de La carretera (2006), precisamente por su ambientación post-apocalíptica. Más aún, llama la atención sobre las abismales diferencias entre dos obras de nombres muy parecidos, escritas con medio siglo de diferencia por dos talentos de sus respectivas generaciones: En el camino, de Jack Kerouac (On the road) y la señalada novela de McCarthy (The road). “Se podría decir que los viajeros de Kerouac también viven al día, sin dinero pero con astucias, de borrachera en borrachera”, afirma Hartog. “Sin embargo, tienen la certeza de un porvenir, no del suyo, sino del porvenir como tal. El presente de los segundos no es el mismo que el de los primeros. De una ‘carretera’ a la otra, el futuro se ha eclipsado”.
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domingo, diciembre 07, 2014
Estrategias contra el silencio, el olvido y el desfalco semántico. Argentina necesita historiadores con urgencia
tomado de http://www.rebelion.org/noticia.php?id=192831
Rebelión/Universidad de la Filosofía
Con urgencia de Historia
Una “década ganada” [1] es un objeto de estudio enorme y emocionante para quienes aman la Historia y para quienes la respetan. No hay atenuantes. Para ese objeto de estudio hacen falta historiadores que tengan urgencia de saber y de saberse sujetos históricos; que entiendan su lugar ante los hechos y ante los dichos; que desplieguen métodos y ciencias urgentes para atender y entender lo objetivo y los subjetivo. Se necesita el concurso de historiadores serios, en cantidad y en calidad. Eso se percibe en Argentina, en todas partes y a todas horas.
Formar historiadores, a la altura de su Historia, es además de proceso lento muy caro. Formarlos con conciencia de su papel histórico y dispuestos a asumirlo no es fácil y siempre es un reto. Formar científicos de la Historia con fundamentos de lucha y con militancia inteligente es, por colmo, urgente. Y la urgencia crece si se mira con detalle el abrumador proceso de cambios inconclusos que tapiza al presente, al pasado inmediato y al futuro que se asoma. Las urgencias tironean, se empecinan y se multiplican porque, a diario, pasan muchas cosas de todo tipo y en todo tono. Pasan cosas que aceleran y pasan cosas que retardan lo avanzado. Pasan a toda velocidad y en cada rincón. Se mueve la Historia y exige quien la cuente. A muchos suena increíble pero hay Universidades Públicas y Gratuitas formando historiadores y haciendo Historia ellas mismas. Es el caso de la UNDAV [2] (Universidad Nacional de Avellaneda) donde los profesores de Historia ejercen su derecho de licenciarse para asumir su lugar en la batalla de las ideas que también es histórica. Ahí se entiende que se impulsa a los historiadores porque eso es un derecho… que estudiar Historia es un derecho y es una responsabilidad.
Era de esperarse. Se veía venir el momento en que fuese insuficiente formar historiadores con los métodos “clásicos”, (algunos de ellos vetustos y anacrónicos) se veía el momento en que esos “métodos” comenzarán a flaquear ante el rigor y la velocidad de los hechos que la humanidad desata para luchar contra todo lo que la frena. Era de esperarse que las ciertas herramientas de las cúpulas y las sectas “academicistas”, se quedaran cortas y era se esperarse la necesidad y la urgencia de historiadores capaces de ponerse a tiempo con el tiempo que les toca… ocurra cuando ocurra. Cuando el motor de la Historia acelera el paso, muchos caen al precipicio de sus trampas ideológicas.
Era de esperarse, sobre todo, porque un cúmulo de acontecimientos históricos fue desatado con la fuerza de un pueblo que fue devastado y humillado por el neoliberalismo más bestial, pero que ha encontrado vías para resarcirse y superar las taras y las trabas que le han sido impuestas. Y cambió el paisaje. No sólo porque ha surgido un aliento reivindicatorio y dignificante sino porque emergió un poderío político, principalmente (aunque no exclusivamente) en los jóvenes, que tienen claro su papel histórico para frenar, a toda costa, la amenaza letal de los “buitres” internos y externos que se infiltran en la vida democrática camuflados de mil maneras… incluso reformistas. Y todo eso no puede quedarse invisible en la maraña de las trampas mediáticas que pretenden ahogar lo histórico entre páginas de tironeo anestésico y amarillista.
Los hechos son muchos. Son tantos que exceden las fuerzas y las capacidades de los historiadores actuales. Son tantos los hechos y tantos los dichos que las posibilidades de investigación, registro y sistematización (por mencionar algunas) abruman por su cantidad tanto como por su diversidad y su complejidad. Quienes enseñan Historia así como quienes la investigan y la escriben, ven ante sí un período rico en oportunidades para sacudirse las viejas trabas burocráticas y rutinarias que atraparon a la Historia en una red ideológica de inoperancias y traiciones de todo tipo. Está a la vista una oportunidad histórica, de movilizar a la Historia como ciencia para que sirva puntualmente a las tareas del presente y del futuro que nos exigen memoria viva, claridad de contenidos y precisión de acciones en los lugares y tiempos correctos. Es decir al lado de los que luchan por un mundo mejor. Esa es la Historia.
Según se ve hoy, Argentina es un país que no está dispuesto a retornar al saqueo y al hurto al que se la confinó durante los años más infernales del neoliberalismo. Según se ve hoy, el país está nutrido por oportunidades grandes y buenas que no alcanzan por sí solas cuando lo urgente es profundizar lo hecho -con autocrítica y con mano firme- ante lo mucho que falta por hacer. Y eso también es histórico. Hacen falta muchos historiadores, científicos de la verdad y del rigor metodológico. Hacen falta muchos historiadores armados con fortalezas éticas y pegados a las luchas desde abajo. Lo pide a gritos la Historia y lo pide a gritos un pueblo que necesita superar sus contradicciones más hondas para desatar todas sus fuerzas en plena lucha de clases.
Argentina necesita historiadores con urgencia de futuro. Necesita centros de estudio ágiles, motivados y motivantes. Centros de investigación y centros de divulgación que cumplan la tarea de empoderar a los pueblos con el conocimiento crítico de sí mismos, narrando la historia que ellos mismos hacen. Historiadores dispuestos a asumir su papel histórico y a protagonizar una etapa nueva en sincronía con una “década ganada” y muchas décadas de profundización efectiva y autocrítica. Argentina necesita historiadores en el ejercicio pleno de su derecho a saber, a ciencia cierta, lo que debemos saber todos, porque es nuestro derecho, con la seriedad de la lucha y el compromiso de expandir fronteras para entenderse plena y parte de una “Patria Grande”, Latinoamericana y mundial. Aunque algunos quisieran que esta Historia se finalizara, hay que informales que la Historia exige todo lo contrario. Y con urgencia.
Notas
[1] Así llaman en Argentina al periodo iniciado el 25 de mayo de 2003. http://www.decadaganada.gov.ar
[2] http://www.undav.edu.ar/index.php?idcateg=163
Una “década ganada” [1] es un objeto de estudio enorme y emocionante para quienes aman la Historia y para quienes la respetan. No hay atenuantes. Para ese objeto de estudio hacen falta historiadores que tengan urgencia de saber y de saberse sujetos históricos; que entiendan su lugar ante los hechos y ante los dichos; que desplieguen métodos y ciencias urgentes para atender y entender lo objetivo y los subjetivo. Se necesita el concurso de historiadores serios, en cantidad y en calidad. Eso se percibe en Argentina, en todas partes y a todas horas.
Formar historiadores, a la altura de su Historia, es además de proceso lento muy caro. Formarlos con conciencia de su papel histórico y dispuestos a asumirlo no es fácil y siempre es un reto. Formar científicos de la Historia con fundamentos de lucha y con militancia inteligente es, por colmo, urgente. Y la urgencia crece si se mira con detalle el abrumador proceso de cambios inconclusos que tapiza al presente, al pasado inmediato y al futuro que se asoma. Las urgencias tironean, se empecinan y se multiplican porque, a diario, pasan muchas cosas de todo tipo y en todo tono. Pasan cosas que aceleran y pasan cosas que retardan lo avanzado. Pasan a toda velocidad y en cada rincón. Se mueve la Historia y exige quien la cuente. A muchos suena increíble pero hay Universidades Públicas y Gratuitas formando historiadores y haciendo Historia ellas mismas. Es el caso de la UNDAV [2] (Universidad Nacional de Avellaneda) donde los profesores de Historia ejercen su derecho de licenciarse para asumir su lugar en la batalla de las ideas que también es histórica. Ahí se entiende que se impulsa a los historiadores porque eso es un derecho… que estudiar Historia es un derecho y es una responsabilidad.
Era de esperarse. Se veía venir el momento en que fuese insuficiente formar historiadores con los métodos “clásicos”, (algunos de ellos vetustos y anacrónicos) se veía el momento en que esos “métodos” comenzarán a flaquear ante el rigor y la velocidad de los hechos que la humanidad desata para luchar contra todo lo que la frena. Era de esperarse que las ciertas herramientas de las cúpulas y las sectas “academicistas”, se quedaran cortas y era se esperarse la necesidad y la urgencia de historiadores capaces de ponerse a tiempo con el tiempo que les toca… ocurra cuando ocurra. Cuando el motor de la Historia acelera el paso, muchos caen al precipicio de sus trampas ideológicas.
Era de esperarse, sobre todo, porque un cúmulo de acontecimientos históricos fue desatado con la fuerza de un pueblo que fue devastado y humillado por el neoliberalismo más bestial, pero que ha encontrado vías para resarcirse y superar las taras y las trabas que le han sido impuestas. Y cambió el paisaje. No sólo porque ha surgido un aliento reivindicatorio y dignificante sino porque emergió un poderío político, principalmente (aunque no exclusivamente) en los jóvenes, que tienen claro su papel histórico para frenar, a toda costa, la amenaza letal de los “buitres” internos y externos que se infiltran en la vida democrática camuflados de mil maneras… incluso reformistas. Y todo eso no puede quedarse invisible en la maraña de las trampas mediáticas que pretenden ahogar lo histórico entre páginas de tironeo anestésico y amarillista.
Los hechos son muchos. Son tantos que exceden las fuerzas y las capacidades de los historiadores actuales. Son tantos los hechos y tantos los dichos que las posibilidades de investigación, registro y sistematización (por mencionar algunas) abruman por su cantidad tanto como por su diversidad y su complejidad. Quienes enseñan Historia así como quienes la investigan y la escriben, ven ante sí un período rico en oportunidades para sacudirse las viejas trabas burocráticas y rutinarias que atraparon a la Historia en una red ideológica de inoperancias y traiciones de todo tipo. Está a la vista una oportunidad histórica, de movilizar a la Historia como ciencia para que sirva puntualmente a las tareas del presente y del futuro que nos exigen memoria viva, claridad de contenidos y precisión de acciones en los lugares y tiempos correctos. Es decir al lado de los que luchan por un mundo mejor. Esa es la Historia.
Según se ve hoy, Argentina es un país que no está dispuesto a retornar al saqueo y al hurto al que se la confinó durante los años más infernales del neoliberalismo. Según se ve hoy, el país está nutrido por oportunidades grandes y buenas que no alcanzan por sí solas cuando lo urgente es profundizar lo hecho -con autocrítica y con mano firme- ante lo mucho que falta por hacer. Y eso también es histórico. Hacen falta muchos historiadores, científicos de la verdad y del rigor metodológico. Hacen falta muchos historiadores armados con fortalezas éticas y pegados a las luchas desde abajo. Lo pide a gritos la Historia y lo pide a gritos un pueblo que necesita superar sus contradicciones más hondas para desatar todas sus fuerzas en plena lucha de clases.
Argentina necesita historiadores con urgencia de futuro. Necesita centros de estudio ágiles, motivados y motivantes. Centros de investigación y centros de divulgación que cumplan la tarea de empoderar a los pueblos con el conocimiento crítico de sí mismos, narrando la historia que ellos mismos hacen. Historiadores dispuestos a asumir su papel histórico y a protagonizar una etapa nueva en sincronía con una “década ganada” y muchas décadas de profundización efectiva y autocrítica. Argentina necesita historiadores en el ejercicio pleno de su derecho a saber, a ciencia cierta, lo que debemos saber todos, porque es nuestro derecho, con la seriedad de la lucha y el compromiso de expandir fronteras para entenderse plena y parte de una “Patria Grande”, Latinoamericana y mundial. Aunque algunos quisieran que esta Historia se finalizara, hay que informales que la Historia exige todo lo contrario. Y con urgencia.
Notas
[1] Así llaman en Argentina al periodo iniciado el 25 de mayo de 2003. http://www.decadaganada.gov.ar
[2] http://www.undav.edu.ar/index.php?idcateg=163
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
viernes, diciembre 05, 2014
Fallece el historiador y diplomático Silvio Zavala a los 105 años
vie, 05 dic 2014 14:17
México, DF. El historiador, jurista y diplomático Silvio Zavala falleció hoy a los 105 años, informó en un comunicado el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Ex director del Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec, de 1946 a 1953, mantuvo una estrecha relación con el Instituto, que lo llevó a donar su acervo personal a la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. Destaca el testimonio de un intercambio epistolar con el historiador Rafael Altamira, en el que se da destimonio de las condiciones del intelectual español exiliado en Francia durante la Segunda Guerra Mundial.
El corpus de cartas enviadas por Rafael Altamira a Silvio Zavala es sólo una parte de los documentos, testimonios, reconocimientos, diplomas y pasaportes españoles que el propio diplomático entregó a la biblioteca del INAH, para su resguardo.
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