por Josep Fontana
Lunes, 11 de Marzo de 2013 13:27
Tomado de http://kaosenlared.net/kaos-tv/item/49947-la-deriva-nazi-del-partido-popular.html+
La actual política centralizadora del Partido Popular y la actuación
del NSDAP (el partido nazi alemán) en 1933, en su lucha por hacerse con
el poder absoluto
Entiendo que este título pueda parecer
provocativo, porque está claro que hay grandes diferencias entre la
España del 2013 y la Alemania de 1933. Pero aquello sobre lo cual quiero
llamar la atención es la semejanza que tienen, en sus objetivos, la
actual política centralizadora del Partido Popular y la actuación del
NSDAP (el partido nazi alemán) en 1933, en su lucha por hacerse con el
poder absoluto.
La mayor de las diferencias reside en
que los nazis debieron valerse de la violencia para implantar su
política de Gleichschaltung o «coordinación », mientras que al Partido
Popular le basta su mayoría absoluta en las cámaras, algo que no tenía
Hitler al llegar al poder, para imponerla sin resistencia.
Los nazis comenzaron adueñándose del
poder en los länder (los estados, equivalentes a nuestras comunidades
autónomas) con una ley de coordinación de los länder con el Reich de 30
de marzo de 1933, y procedieron gradualmente a controlar o eliminar
todas las organizaciones que pudieran alentar alguna forma de
resistencia.
El Partido Popular ha seguido un camino
parecido a partir de la reforma laboral de febrero del 2012, que mermó
la influencia de los sindicatos y la capacidad de resistencia de los
trabajadores, y ha continuado después debilitando las comunidades
autónomas con imposiciones legales y con el estrangulamiento económico, a
la vez que procedía a vaciar de capacidad política a diputaciones y
ayuntamientos, reducidos a funciones administrativas, y se preparaba
para controlar la enseñanza con la reforma educativa de Wert.
A medida que iba neutralizando a quienes
pudieran asumir la dirección del rechazo social, el Gobierno se ha
dedicado a desmantelar y privatizar los servicios sociales, en un camino
por el que puede seguir todavía más lejos, sin tomar en cuenta la
oleada creciente de las protestas colectivas contra el aumento incesante
del paro, la disminución de los salarios, la multiplicación de los
desahucios (una firma de abogados ofrece «desahucios exprés a 530
euros»), la congelación de las pensiones… Unas protestas que se limita
ahora a contener con la policía, mientras se prepara para criminizarlas y
prohibirlas.
Los ciudadanos están hoy alarmados ante
los signos de corrupción que afectan al PP. A decir verdad, la
corrupción no es un problema de hoy, ni afecta tan solo al PP, sino a
todo el proceso desarrollado en nuestro país desde la transición, que
facilitó los negocios turbios de las instituciones financieras y las
empresas constructoras, cuyos costes se nos obliga ahora a pagar entre
todos. Lo único que tiene de particular el caso del PP es que le han
pillado con las manos en la masa en unos momentos en que los ciudadanos
son más sensibles al problema.
Lo que debería preocuparnos más, sin
embargo, es la deriva autoritaria que, al ir eliminando toda posibilidad
de protesta y resistencia, refuerza la capacidad del Partido Popular
para llevarnos por el camino de un desastre anunciado. Porque si, como
dice Hans Werner Sinn, presidente del IFO alemán, le esperan a España
«10 años más de crisis y una devaluación interna del 30%», ¿qué quedará
del país al cabo de este tiempo? ¿A qué extremos habrá llegado el paro
juvenil, que el propio PP evalúa en el 50%? ¿Quedarán hospitales,
escuelas y universidades públicas, y si se han privatizado, dónde se
educará y atenderá a una población empobrecida? Sinn opina que hay que
seguir con la austeridad y que «Rajoy debe volver a bajar los salarios»,
lo cual me parece una excelente receta para la continuidad de los
negocios de Alemania, pero suicida para este país.
Lo más grave resulta, además, ver en qué
manos ha recaído este poder irresponsable. En momentos como estos sería
de la mayor importancia poder confiar en un Gobierno al que los
ciudadanos viesen con la capacidad suficiente para no someterse
mansamente a las instrucciones de la troika para que nos dirija al
matadero. Y está claro que este no es el Gobierno actual del PP. Dejando
a un lado a Rajoy, sobre cuya existencia real hay dudas fundadas, el
poder está en manos de los Montoro, María Dolores de Cospedal, Fátima
Báñez, Ruiz-Gallardón, Ana Mato… que se pueden permitir incluso
disparatar en público, impávidos ante la crítica y la protesta. (Los
historiadores del futuro podrán entretener a sus lectores con una
divertida colección de chascarrillos, comenzando con la disertación de
la señora Cospedal sobre el «finiquito diferido» y acabando con la
afirmación de la señora Báñez de que la Virgen del Rocío resolverá el
problema del empleo).
De ahí la necesidad de resistirnos a una
deriva autoritaria que amenaza con dejarnos impotentes y sin capacidad
de reacción mientras nos conducen al abismo.